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Teatro que te lleve a preguntarte sobre ti, sobre tu vida, sobre tus experiencias. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.

  • eseperches
  • 15 jul
  • 16 Min. de lectura

Actualizado: 20 jul


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Un forense se ve sorprendido al reconocer, sobre la mesa de autopsias, a una figura clave de su pasado. En medio del frío de la morgue y el olor a desinfectante, se abre paso una historia marcada por la pérdida, la memoria y los afectos no resueltos. Mientras intenta comprender el impacto de este reencuentro, fragancias de lavanda y el murmullo de un arroyo lo arrastran hacia los rincones más profundos de su infancia. Un viaje introspectivo donde el amor y el dolor se entrelazan en busca de sanación.

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Carlos Ordoñez, protagonista, productor y principal impulsor del proyecto conversó con nosotros en torno a La caducidad de la lavanda.

¿Cómo empezó, a partir de un texto se planea el proyecto, o se piensa y se escribe simultáneamente, cómo fue el proceso?

Tu viste Memoria en el asfalto qué fue la primera vez que trabaje con Aldo Martínez Sandoval, lo llamé a que me ayudara a dar un taller en La casa del teatro, y le comenté ¿por qué no hacemos otra cosa?, el es amigo de Santiago Alfaro, el otro actor.  Le dije, Acabo de trabajar con César Chagolla, hice una lectura dramatizada de Theaterwelt, este ciclo de lecturas de teatro alemán que hacen en el CCB, ¿Por qué no juntamos un equipo, que escribas algo para Santiago y para mí?, dijo, sí estaría padre. Nos empezamos a reunir, la primera vez que nos reunimos  fue en diciembre y la idea era: Queremos hacer algo, no sabemos qué, y lo queremos hacer con ustedes. César aceptó, Santiago aceptó, y quien produce en realidad, somos Aldo y yo, nosotros producimos todo el proyecto.

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Empezamos a reunirnos, yo había aplicado para creadores escénicos con un proyecto que incluya tres unipersonales, de hecho, antes de que sucediera Memoria en el asfalto, no quedó el proyecto y uno de los unipersonales hablaba sobre la neurodivergencia, ese texto me iba a ayudar Aldo a hacerlo, le dije, Mira, ya que no salió porque no hacemos eso, partimos de ahí, como que ese fue el punto de partida. Y empezó a desplazarse a otros lugares.

Santiago planteó algunas cosas, el vive con una persona en su familia con neurodivergencia, lo complicado que es. También de mi experiencia de cómo uno de pronto tiene relaciones cercanas con personas neurodivergentes, que cada vez es más común, no porque sea malo, siempre habían existido, pero cada vez es más común que se hable de eso. Ya es abiertamente aceptado.

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O que se “normalice”, igual ha existido toda la vida y la gente no sabía, ahora ya se sabe. Además no es un pecado, no es un delito, no es una diferencia.

No, y abrirlo en las sesiones nos fue dando otra cosa, y empezamos a decir cómo nos habíamos enamorado de las personas, y que luego no te enamoras de las personas, te enamoras del olor de las personas, o a lo que huele una persona, y que no precisamente esa es su esencia. Es engañoso porque de pronto alguien puede usar un perfume, y ese aroma te lleva a algún lugar, y tú crees que es la persona, pero no, es el perfume. Entonces se empezaron a abrir todos estos temas…

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…que es bien interesante, es erotismo, y el erotismo es sensorial, entonces el sentido del olfato es básico para este proceso de enamoramiento, o de atracción física simplemente, es bien cierto lo que dices, es el olor corporal, no el olor del perfume, de la lavanda, por ejemplo.

Exacto. Entonces les compartí que yo me había enamorado de alguien, justo por el aroma de su perfume, y que después, cuando ya no existe ese olor, yo decía. Que chistoso, ¿qué pasó?, ¿se acabó el amor?, un poco sí, o más bien como ir modificando. César es fanático, ama los perfumes, nos llevó toda una experiencia de, traigo muchos perfumes, de autor, de no sé qué, comerciales. Entonces se abrió todo ese panorama del olfato. Ve como de una cosa nos fuimos yendo a otras, y Aldo anotaba, y anotaba, y veía hacia dónde iba la cosa.

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Íbamos en ese asunto de nuestras inquietudes. El papá de César fue médico forense, y dijo. Yo tengo una deuda con mi padre, porque tengo una obra que quiero escribirle pero cada que empiezo no puedo, porque es mi papá. Entonces dijo, Sea lo que sea que hagamos, me gustaría que se hablara de un médico forense. Y entonces se empezó a hilar todo.

Son puras inquietudes de nosotros, y Aldo lo tenía complicado, ¿Y como uno todo esto?, y aparte sus inquietudes también, sus inquietudes de vida, sus inquietudes sobre el amor, sus inquietudes dramatúrgicas. Él cree que tiene un hermano que no conoce, y entonces empezamos a ponernos en escenarios posibles. ¿Y qué tal que si lo conoces?, ¿Y qué tal que hasta ya anduviste con él?, ¿Y qué tal si has convivido con él?. Empezamos a jugar con eso, cuántas historias hay así, de personas que han convivido con sus hermanos y no sabían que eran hermanos.

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Así se fue entretejiendo la obra. Aldo nos iba dando avances del texto y la gran duda desde el principio fue: ¿Qué son ellos dos?, ¿qué son?. Y era ambiguo, Aldo nos daba pistas. Yo necesito certezas, necesito saber qué son. Y César decía, No, yo no necesito certezas, a mí me encanta la ambigüedad, porque justo lo que queremos todos, es ponerle etiquetas a las cosas, que está bien, que son funcionales y demás.

De pronto nos cuesta mucho trabajo ver que dos personas, por el simple hecho de ser personas, que nada tiene que ver con género, con preferencias sexuales y demás, se amen. A mí me pasaba, yo podía dormir con mi papá, sin ningún problema, y abrazarlo y besarlo, y era mi papá. Claro, a ojos de otras personas es raro ese cariño entre dos hombres…

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…Es malo, todavía para gran cantidad de gente, lamentablemente. Imagínate, un incesto entre dos hermanos, entre padre e hijo.

Íbamos por esos temas, ¿será no será?, ¿nos arriesgamos por aquí, lo dejamos ambiguo?. Hicimos una lectura donde invitamos a gente que conocemos y que queríamos que nos diera su opinión, y las opiniones eran. Es ambigua. Se entiende perfecto, son dos mundos, es un mundo muy racional, y es otro mundo muy poético, muy del corazón. Pero es ambiguo ¿qué son?, ¿quiénes son ellos dos?. Y decidimos apostar por la ambigüedad, y porque claro, es como muy lógico pensar, son dos hombres que podrían ser hermanos, que en realidad en la historia son hermanastros, los dos son hijos del mismo papá, y lo que no tienen son madres.

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Alguna de las personas que escuchó la obra dijo, Me hace falta la presencia femenina. Y dijimos, puede ser que si haga falta, pero también hay muchos hombres que no tienen esa presencia femenina. Entonces yo les decía, es que es un desmadre esta obra, es un desmadre, están desmadrados. Y por eso emocionalmente están destruidos, emocionalmente no saben como lidiar con sus emociones, y aprender a quererse ellos. Y como no saben mencionarlo y como no saben ponerlo en cosas concretas, usan metáforas. Y entonces somos dos ríos, la lavanda, se va acabar esto, se va acabar esto otro; y él no es nuestro papá, es un halcón de alas plateadas. Porque además sufren un maltrato físico, emocional y en algún punto sexual. Que solo está dibujadito, tampoco es que esté súper preciso, son cosas más internas como de creación de personaje por parte del padre, por eso no le llaman padre, le dicen halcón de alas plateadas, es una vez rapaz que todo el tiempo está sobre ellos, es depredador, no cuida de ellos. Ellos van de vacaciones con él, viven con personas distintas que son familiares.

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Es una historia que tiene que ver más allá de cosas concretas. Es de la relación entre dos seres humanos que ni ellos mismos saben si son hermanos, que ni ellos mismos saben si realmente hay un vínculo. Ahora, no hay nada carnal, nada. La gente espera, ya, en cualquier momento se van a besar. Pues ¡No!.

Esa cercanía asusta, esa cercanía nos lleva a, Claro, son hermanos, entonces es incesto, y van a tener sexo en cualquier momento. Podría pasar, pero no sucede. La cercanía, el contacto, el tocar, el oler, como bien decías, el olfato  te lleva a un montón de lugares, y entonces ellos se huelen todo el tiempo, sobre todo el más chiquito qué es más sensitivo. El otro es como más de pensamiento, mas racional, por eso estudia lo que estudia y por eso es lo que es.

Creo que logramos concatenar todas nuestras inquietudes en este texto.

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Y saldar ciertas deudas

Saldar deudas. Que luego se nos olvida en los procesos artísticos, que gran parte, es que al público le guste, por supuesto, que la gente que lo vea lo disfrute. Pero también uno como creador debe quedar satisfecho con lo que quiere contar y con lo que quiere decir. A veces se vuelve como de, Ah bueno chido su desmadre, que bueno que hicieron lo que quisieron, y que no funcione en el público.

Ha sido muy interesante porque ha conectado con generaciones jóvenes, yo tengo 42 años, a mí me costaba entender lo que son, qué son. Necesito saber, necesito certezas y demás, y por ejemplo Santiago decía, Es que a mí no… él tiene 27.

Este asunto del género fluido, que ahora las generaciones lo viven más cercano, estas generaciones donde ya no les importa el género, donde se enamoran porque se enamoran, no lo cuestionan, para mi eso ha sido como, ¡Órale, qué interesante!. Yo como espectador pienso que lo hubiera cuestionado, pero escucho a mis alumnos, por ejemplo, de licenciatura de Casa del Teatro, de la Facultad de Cine, y ellos, no les pregunto, pero me dicen, Es que se aman, se aman y no importa lo que sean. No importa que sean amigos, primos, hermanos,  novios. Se aman y eso es suficiente.

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No importa la diferencia de edad, y eso a mí me ha sorprendido, para bien, y me ha sacudido también. De pronto cuántas marañas se hace uno en la cabeza para entender las cosas. Eran generaciones donde, claro, si eres homosexual tienes que salir del closet, tienes que salir del closet, tienes que decirle a la gente. Y ahora la gente ya no sale del clóset, ya no tiene que decir nada. Estamos hablando ahora, contexto Ciudad de México, seguro hay  estados donde todavía es muy complicado.

Justo lo que decías hace rato, el sentir afecto por alguna persona es cuestionable, es como de no, no lo puedo abrazar, no le puedo decir que lo quiero, no puedo acercarme y tocarle su brazo porque, qué va a pensar esa persona, qué va a decir la gente, sobre todo si es de mí mismo sexo, y pasa entre hombres y mujeres, creo que entre mujeres es mucho más aceptado.

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Incluso el beso, la comunidad teatral es besucona y la gente se acostumbra, pero yo conozco gente colegas, periodistas, que les provoca rechazo ver a dos hombres besándose en la mejilla, y no quiere decir nada.  

De hecho me puede gustar alguien, como me gusta la Diana Cazadora, y no me quiero acostar con la Diana, pero esto no implica que yo no tenga el derecho de decir que me gusta y eso no implica nada sexual, pero mucha gente todavía tiene muchos diques en su cabecita que no le permiten, simplemente, apreciar la belleza, sin que se ligue a atracción sexual. Que lástima porque la discapacidad emocional que padecemos que hombres gracias a la cultura sentimental masculina, a partir de la consigna de que los hombres no debemos de llorar, muchos terminan llorando, ahogados de borrachos con el himno al machismo derrotado de José Alfredo Jiménez, casi casi besándose, y tal vez no solo se queden en el beso, pero sobrios toda conducta que se salga de la norma es cuestionable.

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Sí, justo. Ya que estaba todo el producto, el contexto, el texto, nuestras inquietudes, dijimos: ¡Claro, estamos hablando de esto, de estas masculinidades torcidas, rotas, dolidas, incompletas, fracturadas, desmadradas!. Como homosexuales no es fácil porque sigue sintiéndose la cosa rota, no sé si hablar de esto, o hablar de esto otro. Creo que a ese lugar es al que queríamos apostar, al que queríamos llegar, que era mostrar la ternura en lo masculino, y esa fue nuestra apuesta una vez conociendo todo, y claro, como no hay certezas en la relación de estos dos, porque no es una obra LGBT, por ejemplo. Que la gente podría pensar porque claro, está el prototipo de un hombre mayor con un hombre chiquito, y entonces esta cosa del Twink con el Daddy, y decíamos, la gente se va a ir por ahí, porque las imágenes te dicen eso. Pero en ningún momento hay algo sexual entre ellos, hay mucho contacto, hay un cuerpo que está desnudo porque están haciendo todas estas remembranzas y eso a nivel imagen provoca y evoca a ese lugar. No era lo que buscamos, de hecho el cuerpo, en todo caso, debería estar desnudo, porque es un cuerpo que está siendo abierto y revisado y haciéndole la necropsia, pero si le quitamos el calzoncito está completamente desnudo, y luego viendo videos de necropsias y haciendo toda esta investigación, hay cuerpos que les respetan el calzoncito al muerto, todavía con este asunto del pudor, como si no fuera grave abrir la cabeza, estas aberturas brutales, con cincel, con serrucho son durísimas. El pecho que hacen como una y, que se levanta un peto es brutal.

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Entonces, cuando se hablaba de un médico forense, hacer una necropsia, era de ¡Ah!, ¿cómo vamos a matar y revivir a nuestro actor cada función? entonces fue buscar formas y experimentar con los olores, con materiales, con telas, con un montón de cosas, claro siempre puede ser mejor, por supuesto. Pero esta es otra de las características del teatro independiente, que te vuelves más creativo que nunca. ¿Cómo le hago?. Pum, pum, y empiezas a sacar cosas, y buscar aquí, y buscar allá, y ahí está. Encontramos que todo tuviera que ver con el aroma, todo huele. De pronto cuando uno está ahí, como que tu nariz acostumbra.

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Desde que uno entra, en cada silla hay una lavanda, es una buena recepción.

Queríamos que fuera eso, que fuera una experiencia olfativa y como dijiste al principio, que la obra entrara por los sentidos, sobre todo por el olfato, después viene lo visual, y después lo auditivo. Que así es como uno se enamora de las personas, de las cosas, por la vista, por el olfato, por lo que dicen, y ya después por el contacto físico, lo táctil. Y luego el gusto, que puede venir desde que compartan un alimento, si es una relación amorosa, sexual y demás, los besos y ver a que sabe el otro, intercambio de babas y de fluidos.

Hay un momento en la obra en donde se habla de la saliva, y en otra parte mi personaje recuerda lo de la saliva, y lo que hace es lamer el cuerpo, un poco para ver si la saliva hace como una suerte de contacto con el cuerpo. Pensábamos en eso, y a mí como actor, fíjate que me ha sucedido, ya llevamos varias funciones, se va entendiendo desde ese lugar. En los ensayos no sé qué me pasaba, para mí no era fácil que viniera el asunto de lágrimas y llanto, a pesar de la situación. Lo que venía, que era muy chistoso, era mucho moco, yo les decía, Es que no sé qué me pasa, es muy raro, no entiendo por qué empieza mi nariz a fluir. ¡Claro!, porque las palabras son conjuros, y entonces todas las palabras que se decían eran; el olfato, y el olor, y huele. Yo siento que naturalmente como que la nariz empieza a ser protagonista, empieza a sentir y a sentir, y yo decía, Claro, es que uno tiene que apelar a que esta experiencia teatral, esta obra de teatro, pase a largo plazo, como que en el primer momento puedes decir, no sé que pasó, no se que vi, no sé qué son, y después empezar a sentirla, que llegué a otro lugar. A mí así me pasaba como actor, uno como actor también es espectador y no puedes quitarte de un lugar para ponerte en el otro. Y de pronto, yo que doy clases, te vuelves un poco director, se te despiertan otras cosas.

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Entonces yo decía, esto va a llegar a ese lugar, va a llegar a ese lugar, o al menos esa es la apuesta y ha sucedido con los espectadores que van, que después escriben y dicen: No saben qué me pasó después; Las experiencias que sentí cuando llegué a mi casa; Entonces ya olía todas las cosas. Eso es lo interesante del teatro, que te llevé a preguntarte sobre ti, sobre tu vida, sobre tus experiencias, y en este caso sobre tus olores y los olores de quienes amas.

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El teatro se ha modificado y últimamente hay muchas rupturas de la narrativa dramatúrgica, ya pasamos por  la narraturgia, la autoficción. El espectador  tiene que ir conectando, hay rupturas de tiempo, saltos al pasado (flashbacks), saltos al futuro (flashforward). Las funciones a ustedes les comunican mucho con la simple reacción, la respuesta del público, puede haber intercambio de ideas, comentarios, y sin duda el teatro, siendo un arte vivió, a través de la lectura de las obras por parte del público, a ustedes les descubre cosas que no habían pasado por sus cabezas, nunca. La mentalidad del publico también ha cambiado, necesita ver otro tipo de obras, va necesitando otro tipo de cosas.

Dices algo muy interesante porque yo voy al teatro a ver, me gusta todo, me gustan muchas obras, me gusta la estructura shakeaspeareana, y me gusta Chejov, y me gusta como cada autor ha encontrado su momento. Los griegos, con sus tragediones, y uno lo vive desde ahí, que son cosas que yo les monto a mis alumnos en los primeros años de licenciatura, porque hay que entender el teatro desde ahí, desde la entraña, desde el desgarre.

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Y hay una cosa con la que tenemos que luchar como teatreros en México, yo creo que en el mundo, pero yo hago teatro aquí, en esta ciudad. Esta problemática contra las plataformas digitales, que todo lo tenemos al alcance de nuestra mano, literal, lo tenemos en el celular, ya uno puede ver Netflix, capítulos de 30 minutos, concisos, perfectos. Algunos más que otros, pero en su mayoría cada vez son más perfectos y te cuentan la historia perfecta en 30 minutos, y claro, uno tiene que pelear con eso, con la atención, pero yo me niego a que el teatro tenga que ir hacia allá.

Yo personalmente digo, ¡No!, ir al teatro es como sentarse a leer una novela, ir al teatro es como darse el tiempo de leer, y darte el tiempo de leer cuesta mucho trabajo hoy en día. Tomar un libro y decir me voy a dar dos horas de lectura, casi es imposible. Porque dos horas es “una pérdida de tiempo”, y entonces uno lee media hora antes de dormir, o media hora cuando despiertas, en el transporte, porque son tiempos muertos, y para que no sean tiempos muertos que se vuelvan productivos, y justo lo que a mí no me gusta es que esos tiempos haya que volverlos productivos. Más bien el tiempo de lectura tendría que ser tiempo de lectura, como el tiempo de ir al teatro.

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Date el tiempo, creo que como espectador, como hacedor de teatro es algo que comparten Aldo y César conmigo, es un asunto de: Sí, démonos el tiempo, que haya tiempo del teatro, claro, a la gente le puede desesperar, puede decir esto, puede decir lo otro, pero ya están aquí. Si no les gusta se pueden salir, el asunto es que sepan que hay que sentarse a ver.

Lo otro no es fácil, para ir al teatro hay que llegar, los trayectos son de una hora, hora y media dependiendo de donde vivas, y luego échate otras dos horas de regreso, y luego Tlaloc y las lluvias, y los manifestantes, y las marchas y los desfiles. Yo sé que no está tan fácil, pero también creo que hay que seguirle apostando. No hagamos obras de 30, 40 minutos, eso ya no es teatro.

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Ya se hizo el microteatro… …y no funcionó… …sí funcionó, pero funcionó dos tres años y ya, lo novedoso pasó. Y a los que amamos y nos gusta el teatro, no nos importa lidiar con Tláloc, con los manifestantes, si no puedo llegar por Reforma, me voy en el metro, me voy caminando, y llegamos. A eso es a lo que hay que convocar a la gente.

A que llegue al teatro. César ya lleva un rato con Phobos Teatro, produce obras y demás, ahora Aldo y yo estamos impulsando Agreste Teatro y lo que queremos es colaborar con otras compañías porque es imposible trabajar solos, es imposible producir solos. Nosotros producimos la obra Aldo y yo con Agreste claro está Phobos con César poniéndo su trabajo de dirección, y él llama a Julián Reyes Botello para el trabajo de iluminación, Santiago Alfaro es un actor invitado. Aldo y yo damos clases, con nuestras clases producimos nuestros eventos porque eso es lo que queremos hacer, y así es como trabajan muchas compañías. Creo que esos son muchos de los valores que tenemos que mostrarle a la gente, el teatro no se hace de un día para otro y habemos mucha gente que estamos decidiendo apostarle al teatro, a pesar de que las producciones de cine, series y televisión nos están pisando los talones con los presupuestos, porque uno va y hace un capítulo y gana lo que ganas en un mes de trabajo, y eso es atractivo, pero de pronto tampoco hay trabajo para todos. A mi lo que me gusta del teatro es que me mantiene vivo, activo, creando todo el tiempo, hasta en mi casa, y lo que me pasa con el cine y la televisión, el cine me encanta. Sobre todo los procesos de series ahora y de televisión, es que te mantienen en espera, en espera de a ver si te llaman a un casting, ya que lo hiciste en espera de a ver si te quedaste, ya que te quedaste en espera que te den llamado, y ya que estás en llamado, en espera de 12 horas para hacer una escena de 5 minutos. Eso es muy loable para la gente que lo hace, yo lo he hecho, lo haré seguramente, no estoy diciendo que no, pero me siento atado. Y en teatro nunca me siento atado, desde diciembre hasta el día que estrenamos, no paramos de trabajar en esto. Estás vivo, que si va a funcionar, que sí le escenografía, qué cómo vemos esto, en dónde vamos a ensayar, porque ahora ensayar es caro también. Te mantiene pum, pum, alerta, lo otro te mantiene un poco más pasivo, en espera, en buscar. Ahora siento que estoy en esa etapa junto con Aldo, y me atrevo a decir con César también, de: Vamos a apostarle al teatro, solo así sigue, porque si no, no hay forma y eso impulsárselo a las nuevas generaciones, yo que soy maestro en universidades, Aldo y César también. ¡Miren, se sigue haciendo teatro!. Es lo que enseñamos, para mí esa es la responsabilidad, yo les enseño actuación a primer año en Casa del Teatro y en la Facultad de Cine actuación para teatro y cine, los primeros años son de teatro, entonces un poquito de coherencia no está nada mal.

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Que bueno que haya gente necia como ustedes y muchos otros, porque México tiene una de las carteleras más abultadas y más variadas del mundo, no acabas nunca, es imposible. Que bueno que siempre hay propuestas, que siempre hay gente arriesgada y hace cosas distintas, originales, corriendo el riesgo del fracaso, artístico y de taquilla, gracias a eso existe el cine y su derivado la televisión. Seguramente alguien se arriesgó y empezó en lugar de narrar a representar y nació el teatro.

Te felicito, me provocó muchas cosas la obra, es un trabajo arriesgado y en efecto, es tan ambiguo que si a la gente le parece una obra lgbt, está bien. 

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El olor, si lo dejamos, puede devolvernos al hogar.

La caducidad de la lavanda una experiencia que apela a la potencia de los aromas y sus memorias. Una obra que explora los alcances de la intimidad y la ternura masculina. Una obra que apela al aroma como vehículo de la memoria, propiciando que el espectador evoque la misma intimidad que vivimos cuando amamos a otra persona.

Únicamente se llevarán a cabo 10 funciones en las que Agreste Teatro y Phobos Teatro unen esfuerzos con un trabajo colaborativo donde ambas compañías ponen en pie esta propuesta de dramaturgia contemporánea.

 

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El teatro es de todos. ¡Asista!

 

Muy recomendable.


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La caducidad de la lavanda, de Aldo Martínez Sandoval.

Dirección: César Chagolla.

Actuación: Carlos Ordóñez y Santiago Alfaro.

Producción: Agreste Teatro y Phobos Teatro.

Lunes y martes, 20:00 horas, hasta el 22 de Julio.

Foro El Milagrito del Teatro El Milagro. Milán 24 Entre Lucerna, Calle Gral. Prim y, Juárez, Cuauhtémoc, 06600 Ciudad de México, CDMX.

Entrada general $300. Descuentos a maestros, y vecinos de la alcaldía Cuauhtémoc$150. Estudiantes en general e INAPAM, $100. De venta en taquilla y boletópolis

 

 
 
 

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