Que mundo tan poderoso, quiero habitarlo. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.
- eseperches
- 12 may
- 20 Min. de lectura

Yo he dependido siempre de la bondad de los extraños.
Blanche Dubois

Se trata de uno de los personajes clásicos de la dramaturgia y el cine contemporáneos. Una dama de sociedad venida a menos que se ve obligada a pedir refugio en la modesta casa de su hermana Stella, quien está casada con el inmigrante polaco Stanley Kowalski, se trata de Blanche DuBois, el inmortal personajes creado por Tennessee Williams en su pieza Un tranvía llamado deseo.
Tennessee Williams proviene de una familia disfuncional y el conjunto de su obra tiene referentes autobiográficos, a veces se representa con personajes masculinos, otras, femeninos; pero siempre deja entrever partes de su vida y, en general, de la complejidad de la vida en las grandes ciudades. El público descubre que no hay blanco y negro, que la vida está llena de matices y, seguramente, se va a identificar con más de uno de los personajes; verá su propia vida en el escenario.

La dramaturgia de Tennessee Williams (1911-1983) refleja su vida, que comenzó en el sur de Estados Unidos junto a unos padres poco amorosos y una hermana esquizofrénica. Cornelius, el padre alcohólico, lo llamaba Miss Nancy para burlarse de su homosexualidad, que aceptó en su biografía de 1965. Autor de algunas de las obras más destacadas de la dramaturgia estadounidense de mediados del siglo XX obtuvo un Pulitzer por El zoológico de cristal y por Un tranvía llamado deseo. Padeció depresión desde muy joven, y en sus memorias reveló sus problemas con el alcohol y el abuso de pastillas para dormir. Murió solo, en un hotel de Nueva York, tras ingerir somníferos.
No obstante ser reconocido como uno de los principales dramaturgos del mundo por ser un destacado representante del llamado drama sicológico-realista, ha sido poco traducido y montado en México.

Curiosamente en sus inicios, en las décadas de 1950, 1960 fue un autor muy puesto en México, tan es así, que marcó a una generación de dramaturgos mexicanos, que a su vez generó en el país un estilo propio y una distancia respecto de otros autores, como Rodolfo Usigli.
Otros de los autores mexicanos que más se vieron influenciados por Williams, en cuanto a estructuras y puntos de partida, fueron Hugo Argüelles y Emilio Carballido, aunque Argüelles fue quien más siguió la línea del teatro de Tennessee Williams al explorar en la sicología de los personajes con pasado sórdido. Otros dramaturgos que de alguna manera fueron influenciados son Sergio Magaña y Luisa Josefina Hernández.

En sus Memorias (1975), describe las tensas relaciones con sus conflictivos padres, el cariño por su hermana Rose, a quien le practicaron una lobotomía, y se refiere de igual manera a sus enormes problemas con el alcohol y las pastillas para dormir, lo que deterioró paulatinamente su salud hasta su muerte. Además, se refiere de manera pública su homosexualidad.
En Estados Unidos es reconocido como el segundo dramaturgo más importante después de Eugene O’Neill, y tan destacado como Arthur Miller y David Mamet, quien consideraba a Williams como el más grande poeta dramático, incluso por encima de O’Neill. El zoológico de cristal, Un tranvía llamado deseo, La noche de la iguana y La gata sobre el tejado caliente, entre otras obras de su autoría, alcanzaron durante los años 50 del siglo pasado renombre internacional.

Williams tuvo una vida atormentada, una fructífera etapa creativa, a la que le siguió una lenta decadencia y varios fracasos, que aunados a su adicción al alcohol y los calmantes lo llevarían a morir, como se comento líneas arriba, solo en un cuarto de hotel.
Su verdadero nombre era Thomas Lanier Williams. Nació en Columbus, Mississippi, pero vivió su juventud en St. Louis, Missouri. Sus amigos universitarios lo llamaban Tennessee, por su marcado acento sureño.

Cuando se habla de Tennessee Williams, es referencia obligada hablar de su más conocida obra de teatro, puesta en escena en el mundo entero: Un tranvía llamado deseo. Sin embargo, previamente a ese reconocimiento internacional y con cerca de 20 obras escritas con anterioridad, lo que detonó su éxito como el más importante dramaturgo estadunidense de su tiempo fue el montaje en 1945 de la que muchos consideran su mejor creación, El zoo de cristal, considerada la pieza más autobiográfica, que lo llevó a ser, a los 34 años, una celebridad.
Elia Kazan, quien lo conoció y dirigió algunas de sus puestas en escena, expresaba: Todo en su vida está en sus obras y todo en sus obras se encuentra en su vida.

Las obras de Williams exhiben las grandes fisuras existentes en la condición humana. Retratan al hombre y a la mujer que se dejan llevar por sus pasiones, como destino y condición trágica del individuo.
En cuatro de sus obras Williams hace constantes referencias a México: Camino real (1953), Un tranvía llamado deseo (1947), Summer and Smoke (1948) y La noche de la iguana (1948). Aunque el primer texto que publicó sobre su estancia en México fue un breve poema intitulado El cristo de Guadalajara, de 1941. En 1945 se instaló en el lago de Chapala donde escribió parte de Un tranvía llamado deseo y Summer and Smoke.
El tranvía ha tenido presencia recurrente en carteleras mexicanas. Aquí un recuento de ello:

En diciembre de 1948, solo un año después de su estreno en Estados Unidos, se estrena en el teatro de Bellas Artes, bajo la dirección de Seki Sano (mítico director en la historia del teatro mexicano). En aquella ocasión, Stanley Kowalski fue Wolf Ruvinsky, un letón, que había ganado musculatura en la lucha grecorromana, mientras Blanche Dubois habitó el cuerpo de María Douglas, quien adquirió inmediatamente la consideración de diva, al vestir los ropajes de ese personaje derrotado, que busca refugio en la prostitución, el alcoholismo y las fantasías, para sucumbir finalmente víctima de la locura. El propio Williams, tras acudir a una de las funciones, afirmó que era superior, incluso, a la producción original de Broadway, estrenada sólo un año antes. Pese a ello, nadie recibió reconocimiento alguno de la crítica, porque tanto la obra como sus intérpretes, fueron tachados de inmorales.

En una época más liberal, 1968, se presenta una nueva producción de la obra en el Teatro Ofelia, no tuvo la misma resonancia, aunque se le otorgó a Beatriz Sheridan el premio a la mejor actriz del año, la dirigió Dimitrios Sarras y Stella fue Mónica Serna, quien también realizó un trabajo memorable, Stanley fue Miguel Palmer.
En 1974 Héctor Bonilla dirige, en el Teatro del Periodista, a Lola Bravo como Blanche, Liza Willert como Stella y Pablo Aguirre como Mitch, el propio director asumió el papel de Kowalski. La escenografía corrió a cargo de Antonio López Mancera, célebre escenógrafo de la escena mexicana.

En 1983, con una actriz de telenovelas encabezando el reparto, el cuarto tranvía tuvo éxito, más por la popularidad de Jacqueline Andere (Blanche), que por la calidad de la representación. En la puesta apareció Diana Bracho en el papel de Stella (la hermana de Blanche), y Humberto Zurita como Kowalski, la versión fue autoría de José Emilio Pacheco y la dirigió por Marta Luna, con escenografía de Alejandro Luna, en el Teatro Manolo Fábregas.

En el quinto tranvía Diana se sube a él como Blanche Dubois, mujer que sueña con representar casi toda actriz. La dirección estuvo a cargo de Francisco Franco, quien, gracias a su formación cinematográfica y experiencia en la televisión, le aportó una nueva mirada a un drama que parece no perder actualidad. La exitosa temporada se llevó a cabo en el Teatro Helénico en 1996. Acompañaron en escena a Bracho, la única actriz en México, y al parecer una de las pocas en el mundo, en representar a las dos hermanas DuBois; Lisa Owen y Carlos Torrestorija.

El sexto, con traducción y dirección compartida de Iona Weissberg y Aline de la Cruz. Con Mónica Dionne como Blanche Dubois, Stanley Kowalski fue Marcus Ornelas y María Aura, Stella. Fue en 2017, nuevamente en el Helénico, en una fallida puesta en escena.
Llevada a la lírica, la obra cumbre de Tennessee Williams se presentó en la el Teatro de la Ciudad de la Ciudad de México, el 24 y 26 de marzo de 2017.
André Previn (Berlín, 1929) escribió la versión lírica de esta obra para la soprano Renée Fleming, quien la estrenó en 1998 en la Casa de la Ópera de San Francisco.
Con las sopranos Irasema Terrazas, como Blanche; Adriana Valdés, como Stella, y el barítono Enrique Ángeles, como Stanley. La compañía Escenia Ensamble presentó la producción, que fue realizada con apoyos del programa México en Escena, del Fonca, y del Merola Opera Program, de San Francisco. La parte musical corrió a cargo del maestro concertador Dorian Wilson, frente a la Orquesta Sinfónica del IPN.

Un tranvía llamado deseo es la pieza con la que Tennessee Williams llama la atención desde hace décadas, por su belleza, su pujanza, su intensidad. Influye que esté bien dirigida, actuada, montada; pero ni el mejor montaje la salvaría si no fuera una pieza extraordinaria, una obra maestra; lo principal en ella, sigue siendo el texto, que no solamente no ha envejecido, sino se ve más fuerte, sano y pujante que nunca, como lo demuestra la actual propuesta, que está en su tercer temporada, luego del éxito de las dos anteriores, dirigida por Diego del Río, con Marina de Tavira a la cabeza del elenco, producida por el incansable David Castillo. Tuvimos oportunidad de conversar con la notable actriz y con el productor de muchas y muy afortunadas puestas en escena.

Marina, los personajes que tu eliges, y que han consolidado tu carrera, no son arquetipos, no son estereotipos, son pasión, carne, y tú les prestas tu cuerpo para que vivan dentro de ti, sin duda requieren mucha exigencia anímica, emocional y física.
Sí, pero no me gusta quejarme porque es algo que amo hacer y justo yo busco textos así, y personajes así me llegan porque son los que me atraen de alguna manera. Pero los últimos años ya ha reflexionado un poco más, sí, sobre las consecuencias, sobre todo físicas, porque creo que las emociones, aunque sean tan tensas, el dolor del personaje no es dolor para la actriz si conectas con tus propios dolores, pero siento que es una energía que al final se vuelve positiva, porque es energía creativa. Pero sin duda es muy cansado para el cuerpo, eso sí.

Ustedes, las actrices, los actores, están preparados y estudian para eso, cualquier ser humano no podría hacerlo.
La verdad es que tuve muchos años de formación, la vida pedagógica me encantó y me entretuve en ella varios años. Estudié primero en el Núcleo de Estudios Teatrales, luego en la Casa del Teatro, luego fui a San Cayetano, entonces fue mucho tiempo. Y como decía Luis de Tavira, las tablas y la formación acaban siendo lo mismo, a lo mejor la escuela te puede ayudar a ahorrar tiempo, a que entiendas más rápido ciertas cosas, pero al final son los años en las tablas lo que terminan por formarte realmente.

En el ejercicio práctico es donde se demuestra todo. De hecho, habrá gente que probablemente estudió mucho y a la hora de pararse en un escenario no tiene el talento, ni el temple para hacerlo.
Sí, también. Nos decían mucho en la escuela una frase que en teoría se le atribuye a Schopenhauer, pero no estoy segura, “Que tu deseo sea igual a tus capacidades”, y yo creo que esa es una de las cosas que te pueden torturar mucho durante los años de formación. Esa duda, tengo tantas ganas de hacer teatro, de ser actriz, pero: ¿Podré, tendré la fuerza, el talento, la entereza, la energía, todo lo que implica?. Y eso te lo va diciendo la vida.

Y las tablas. Marina, te ha tocado representar personajes icónicos de la historia del arte escénico, desde Santa Juana de los mataderos, hiciste una Julia, Clitemnestra, no se si has hecho alguna Casa de muñecas o alguna versión, Nora, otro de los personajes fundamentales de la literatura dramática de todos los tiempos.
No he trabajado a Ibsen, a Strindberg si, una versión de Patrick Marber, como bien dices, Después de ti señorita Julia, pero no me ha tocado Ibsen. Nora creo que ya no, pero sí Hedda Gabler puede ser. Buena idea.

Y ahora Blanche DuBois habita en ti, otro de los personajes que yo creo que cualquier actriz en algún momento de su vida dice, yo quiero ser Blanche.
¡Ay sí!, que privilegio, que suerte, que bonito. Me gusta esa superstición que tenemos las personas de teatro, de que los personajes te escogen. Pero más que nada, toda mi gratitud con Diego del Río en realidad, que se la imaginó, hace más de 5 años me la propuso. Habíamos tratado de coincidir en otras ocasiones y no se había podido y un día me dijo, esta es la obra que tenemos que hacer, y yo no lo veía aún.
A mí me encanta Tennessee Williams, había trabajado más obras como Verano y humo, Háblame como la lluvia, otras. Obviamente El tranvía… la súper estudié en la escuela, pero no la tenía tan presente, quizá por eso, por ser tan icónica, tan emblemática, es como más de cuidado a veces pensar en esos textos. Pero cuando me lo propuso Diego y de repente empecé a ver la versión que estaba escribiendo, que es bastante fiel al original, le ha cambiado ciertas palabras que creo que le dan una visión más contemporánea, pero solo son palabras, realmente el texto es íntegro, y ha sido fascinante descubrir, entender, no por nada los personajes son icónicos, no por nada actrices con una trayectoria enorme como Cate Blanchett, como Isabelle Huppert, como Gillian Anderson, Liv Ullmann dirigiendo El tranvía…, estas mujeres que admiro profundamente terminan aterrizando en este texto.

Hay una anécdota de la icónica película, que ha quedado para la posteridad, que Vivien Leight le reclamó en algún momento a Elia Kazan: La protagonista soy yo, y Marlon Brando está luciendo mas que todos los demás. Y que el le respondió: Reclamarle a la cámara, la cámara lo quiere.
Dicen que esa actuación de Marlon Brando, se dice, que cambió la actuación para siempre, que es un no regreso después del trabajo que él hizo. Obviamente con toda la investigación que hacía el Actors Studio, Lee Strasberg, etcétera, pero que lo que él hizo en esa película, marcó un antes y un después, y sí es verdad.
El primer tranvia mexicano, (Bellas Artes 1948), fue memorable, con actuaciones fuera de serie. Se dice que la dirección tan rigurosa y tan dura que hizo Seki Sano, le provocó daños mentales a María Douglas…
…¿De verdad?, no he leído mucho de eso, he leído mucho de la obra, de ese proceso, justo porque es muy interesante cómo encontró a Kowalski, que era Wolf Ruvinski que era un luchador y Seki Sano había casteado tanto, había audicionado y audicionado y no encontraba a su Stanley y finalmente lo fue a encontrar en un ring de lucha libre, creo, algo así, es muy interesante también, un migrante. Ese montaje lo vio Tennessee Williams.

Supongo que no te afecta el hecho que algunos recordemos otros montajes, o investiguemos los que no nos tocaron.
A mí me encanta. Yo, de hecho, tengo ciertas cosas que me gusta hacer antes de empezar función, y una de ellas es honrar a las otras personas que han habitado ese personaje. Digo, El día de hoy, en este idioma, en este horario, en este teatro, me toca a mí. Pero este es un personaje que también ya tiene en sí, el inconsciente colectivo, diría Yung, de todas esas otras actrices, incluso hombres no, hace poquito hubo una versión, Puerto deseo, esta sí, adaptación, que hizo Mariana Giménez en la UNAM, donde Blanche era hombre. Que eso solo se puede hacer porque es adaptación, porque no te lo permiten en el original, es una de las cláusulas, tú no puedes cambiarle el género a un personaje de las obras de Tennessee Williams.

En esta propuesta, Diego del Río rompió, como suele hacerlo, con muchos esquemas.
Rompe muchas convenciones, sí.
Desde los espacios, la presencia de los actores en escena casi permanente.
Constante, esta idea del cardumen, que él llama, donde no hay entrada y salida de los personajes, están todo el tiempo en escena. Hasta en el intermedio nos pone ahí, o sea que no descansamos ni 5 minutos.

Comentamos al productor de la obra, David Castillo. Caso inusual en la actualidad, están en la tercera temporada, ligada de la obra, y las dos previas han sido un éxito.
Está padre porque agotamos la temporada en el Salvador Novo, iban a entrar 100 espectadores por función, y se agotaron en cuatro días.
¡En cuatro días se agotó toda la temporada!
¡Toda la temporada!, tres semanas antes de empezar, imagínate.
Un suceso.
Sí. Luego dijimos, vamos a abrir 25 lugares más por cada función. Se agotaron también, faltando una semana para estrenar.

Interviene la gran actriz. Eso nunca lo había vivido, jamás en mi vida, nunca, ahora vamos a ver en el Julio Castillo tenemos un aforo más grande, en el Salvador Novo cabían poquitos, es verdad, es más íntimo como lo hicimos, todo el público estaba sobre el escenario, no había nadie en la butaquería, pero en el Julio vamos a regresar a estar en la butaquería y espero que siga teniendo esa convocatoria. El 9 de mayo regresamos al Julio Castillo.
En los dos teatros ha pasado prácticamente lo mismo.
Exacto. La temporada del Salvador Novo agotó totalmente una semana previa al estreno, son palabras del director, pero hay oportunidad de ir al Julio Castillo, que ahora vamos a abrir más lugares, estaban entrando 300 personas, vamos a ampliarlo a 500.

¿Qué aforo tiene el Julio Castillo?
923 más o menos. Y ahora con Tranvía… lo que queríamos era que fuera un espacio grande, pero que fuera íntimo, por eso era de tres frentes, pero con la respuesta que tuvimos, este año no vamos a cometer el mismo error y entonces vamos a poner al Julio Castillo con 500 localidades.
Yo espero que nos vaya bien porque la del Salvador Novo cabían 125. Va a haber mas posibilidad en el Julio Castillo de que vaya público más diverso, porque ya sabes que están los jueves de 30 pesos, y luego Gente de Teatro de 45 pesos, también 50% y demás. En el Salvador Novo la mayoría de las localidades, vi los informes, el 90% pagó su boleto completo.

El equipo que se conjunto es muy valioso, la puesta en escena es bella, y el texto es inmortal.
Totalmente sí, y pensamos que luego ya los clásicos no están de moda, pero ahora estamos viendo con Tranvía, que si se pueden montar con diferente perspectiva.
Marina es la séptima Blanche mexicana.
David. La verdad es que nos ha ido muy bien, los comentarios han sido muy buenos en general. Marina es una gran actriz, está muy experimentada, conoce muy bien el espacio, el tiempo. Todo lo ha hecho ella muy bien.

No se si sepan, pero tengo entendido que Alberto Estrella tenía los derechos de la obra y que quería montarla con Rebecca Jones, pero cuando Rebeca fallece, Alberto dijo, Ya no hay tranvía, porque esta obra era para que la hiciéramos nosotros dos. Creo que hubiera funcionado muy bien con ellos… …sí, total… …pero que bueno que tú tomas la obra.
¿David, cómo se te ocurrió regresar Un tranvía a la escena mexicana?
Fue como un cúmulo de varias disposiciones porque, con Rodrigo Virago hablábamos desde hace mucho tiempo de montarla, pero justamente los derechos estaban ocupados, no sabíamos con quién, porque no nos decían, pero estaban ocupados… …los tenía Alberto… …seguramente sí. Estaban ocupados y ocupados y cada año yo preguntaba y me decían, están ocupados, volví a escribir y me dijeron: ¡Están desocupados, se liberaron!.

Rodrigo y yo decíamos: ¡Tenemos los derechos!, pero: ¿Quién la va a montar?, ¿quién va a ser Blanche y quién va a ser Stella?, ¿quién va a ser el equipo?.
Habíamos platicado Rodrigo y yo que nos gustaría trabajar con Diego, pero no sabíamos en qué. Un día Rodrigo coincide con Diego en un estreno, empiezan a platicar, y después me llama y me dice: David, ya encontré la otra mitad que nos faltaba. Le dije, ¿cómo? a ver, cuéntame. Pues fíjate que Diego hace unos años viene platicando con Marina de que quieran montar Un tranvía llamado deseo. Dije, Pues ya se nos hizo porque Diego me encanta, yo quería trabajar con Marina, y por otra parte Diego y Marina dijeron: Pues nos sumamos también al trabajo.

Apunta Marina de Tavira: Fue muy interesante porque cuando Diego me dijo, hagamos el tranvía, solo que no sé quién podría ser Kowalski, y como que eso nos detenía, y de repente un día me habló y me dijo, ya sé, ya encontré quién puede ser Kowalski. Curiosamente Rodrigo Virago y David Castillo estaban buscando los derechos para hacerla, porque Rodrigo la quería hacer. Digamos que se unieron dos voluntades, entonces Diego dijo, Yo la dirijo y tengo a Marina para hacer a Blanche. Ellos dijeron maravilloso, Yo la produzco y Rodrigo hace a Kowalski. Se juntaron esas dos voluntades teatrales y así fue.

Entonces por las dos partes, Castillo toma la palabra, ya estábamos buscando, quién fuera Blanche en nuestro caso, y ellos quien fuera Stanley. Diego vio a Rodrigo en alguna obra, y dijo: Claro, toda esa corporalidad que tiene Rodrigo, esa fuerza como del macho, de eso va a surgir algo muy padre. Y así fue como de repente sumamos equipos, el de Marina y Diego, y Rodrigo y yo, y empezamos a hacer el equipo.
Se sumó Jesús Hernández que trabaja mucho conmigo, le dije a Diego, a mí me gustaría que fuera Jesús quien haga la escenografía, planteamos que fuera un espacio no convencional, no queríamos repetir lo clásico de la escenografía, sino empezar esta investigación del espacio, de cómo se puede reutilizar, y así surgió, con mucha felicidad. Obvio, no sabíamos que tan bien nos iba a ir, nosotros dijimos: Nos va a ir bien, pero no sabíamos que desde el inicio iba a estar marcado con esta buena fortuna.

Y además los complementos, por un lado, Marina y Diego, por otro, tú y Rodrigo. A Rodrigo le va muy bien el personaje, y Diego tiene tiempo que explora nuevos espacios, y ha trabajado en espacios no convencionales, yo le vi alguna cosa en el cuarto de un hotel, en un restaurantito chiquitito también, ha sido mucho su búsqueda y poco ha trabajado con escenografía convencional.
Si, también es re simbolizar el espacio, entonces ya lo venía trabajando, y en el Conservatorio de actuación, yo le vi algunos montajes también trabajando mucho en todo esto. También hay otra premisa, que tampoco ya no alcanza el dinero de efiartes para hacer una gran escenografía, entonces hay que ser muy creativos para decir, me alcanza con tal, porque el elenco es grande también, además hay músicos, son 11 en escena.

A propósito de ello, Marina, háblame de tus compañeros en escena, por supuesto, Rodrigo Virago.
Perdón, interviene el productor. Conmigo Rodrigo ha trabajado, creo que ya son cinco o seis obras. Nos entendimos muy bien y hemos trabajado muy bien. Trabaja y se asocia conmigo, porque él me ayuda a conseguir las empresas con las que bajamos el recurso y demás, entonces hacemos buen equipo.
Ha crecido mucho actoralmente, lo conozco desde Vestuario de hombres, que fue como un examen de fin de cursos del CEA.
Y luego yo vi a Rodrigo en Rosa mexicano que es donde lo conocí, pero le faltaba todavía mucho impulso y ha estado creciendo, ya trabajó con el maestro de Tavira, con Ximena Escalante, con Giménez Cacho, trabajo también con Angélica Rogel, ha hecho teatro para niños y niñas, trabajo con Sixto Castro, con Arthus Chávez, con Martin Acosta.
Eso por supuesto que es muy formativo.

Además ama el teatro, acota de Tavira, es un apasionado del teatro, y se ha esmerado en buscar textos.
Y luego Alejandro Morales haciendo a Mitch, es una joya, no hay obra en la que él esté que yo siempre diga ¡Wow!, tal personaje, y es Alejandro Morales. Viene de haber hecho Algodón de azúcar, que también es una joya y otra de esas obras que han agotado todas sus temporadas.

Empezamos con dos Stellas en un proceso muy interesante porque Ana Clara Castañón iba a ser Stella primero, pero resultó que estaba embarazada y Diego le dijo que se quedara en el proceso y llamó a Astrid Mariel Romo y empezaron a trabajar juntas las dos, eso sí era una locura, y las primeras funciones las dieron las dos. Ahí es donde Digo del Río, solo el se atreve a romper todos los esquemas y teníamos dos Stellas, pero en un momento dado Ana Clara, obviamente por razones lógicas ya no podía seguir y ha seguido Astrid Mariel, que ha crecido muchísimo y al principio solo vivía medio recorrido de Stella, ahora lo vive completo y es una actriz increíble que estaba en la Compañía Nacional de Teatro, fue mi alumna en Casa del Teatro, me da mucha emoción ahora compartir escena con ella. Mónica Jiménez que fue mi compañera de Casa del Teatro con quien viví todo mi proceso de San Cayetano, que fue una locura en nuestras vidas y compartimos esta historia, y es muy lindo. Andrés Penella que es una brutalidad de genio, funje como personaje, como músico en escena, como compositor de toda la música, y cada sonido que hay en la obra lo hizo él, y lo ejecuta y dirige el ensamble, y nos calienta la voz todos los días, es una persona fascinante, un genio realmente de la música y además también es un personaje muy bonito y con él lo que pasó, es que él solo iba a ser el repartidor de periodico y él iba a hacer la música y en los procesos de ensayos tan intensos que hace Diego, y que hay mucha improvisación, descubrimos que él terminaba haciendo la evocación de Alan Grey, el esposo de Blanche que se suicidó cuando era muy joven y el acabó siendo esa figura que constantemente aparece en el montaje, eso sí es de este montaje, y surgió en los procesos de improvisación y creo que queda muy bien que cuando aparece el joven repartidor, a ella le recuerda a Alan Grey, que se le ha estado apareciendo todo el tiempo tocando el instrumento. Creo que eso fue un enorme acierto. Y tenemos una cantidad de músicos actores increíbles Diego Medel, Diego Santana, Rodolfo Zarco, Paty Vaca, qué son músicos también y cantan. Federico di Lorenzo, que es lo más, además toca también el piano, Fede fue durante años y años Jean Valjean en Los Miserables, es un actor musical top top.

Acabas de ser Clitemnestra, otro de los grandes, en esta ocasión de los griegos, otro personaje enorme. Se te juntaron dos fuerzas poderosas. Cómo te sientes ante Blanche, esta mujer indescriptible en realidad.
Me siento por un lado muy feliz, como del destino teatral que ha tenido mi vida, que justo hablábamos hace un momento de los años de formación y del miedo que a veces te da, que sí vayas a poder que esa sea tu vida. Y yo recuerdo en el 2000 cuando hacía mi primera obra profesional, tenía otras antes, pero digamos que ya mía, con un personaje central, fue Feliz nuevo siglo doctor Freud, y cuando daba las gracias me acuerdo que siempre pensaba: Esto está siendo realmente mi vida, sí está siendo. Y eso fue en el 2000, hace 25 años, y a partir de ahí, eso ha seguido siendo mi vida. Eso me llena de gratitud, me llena de gratitud poder encarnar estos personajes.

Ciertamente Clitemnestra también fue un reto, una gozada en una versión de una irlandesa maravillosa, porque el texto de Marina Carr es poderosísimo le da realmente una vuelta muy interesante a Esquilo en términos de lo contemporáneo, sin necesariamente modernizar nada, nada más acentuando ciertas cosas que nos hablan de un sistema de la violencia en el que estamos inmersos.
En fin, pues mucha suerte, muy agradecida, la verdad muy agradecida, mucho en mi proyecto de Incidente teatro, con Enrique Singer, que hemos tenido tantas colaboraciones, tantas complicidades. Antes muchísimo también con Luis de Tavira, fue mi maestro, entre muchos otros y otras, pero uno de los que me dejó más huella en términos de mi convicción teatral, y de ahí en adelante. Ahora conocer a Diego del Río, todo esto lo digo porque son las personas que te cruzas en el camino, también las que van definiendo tu vida en el teatro, el teatro es colectivo y yo he tenido mucha suerte de las complicidades que se han generado y de las personas con las que me ha tocado trabajar, porque sola, imposible.

Yo fui la última generación del NET, Núcleo de Estudios Teatrales, la escuela que fundó y dirigió Julio Castillo, la última, ya no estaba nadie de los primeros maestros, la crema y nata del teatro en México, y Luis de Tavira estaba por abrir la Casa del Teatro, ya se había ido y había iniciado su propio proyecto, al que después entré. Digamos fui la última generación del NET y la primera de Casa del Teatro.
Que bien, cerraste y abriste, y era inevitable Marina, eres de Tavira y por tus venas fluye esa talentosa sangre artística.
A mí me inculcó el amor al teatro mi papá sobre todo, él me llevaba a ver las obras de Luis. Él tenía su grupo de teatro, aunque se dedicaba a otra cosa, con el que trabajaba en mi casa y yo los veía y me emocionaba mucho cuando estaban ensayando.

Lo tuve muy cerquita y sí, me enamoré del teatro desde niña, lo vi y dije Wow, que mundo tan poderoso, quiero habitarlo. Y mi papá siempre me decía: Sí ¡pero tienes que estudiar!. Mi mamá también tuvo que ver porque de pronto, me invitaron de niña a participar, no sé si era una telenovela infantil o un programa de televisión educativa, ya no me acuerdo que era, que querían niñas, mi mamá no me dejó y yo me enojé mucho, pero ahora se lo agradezco porque ella dijo: Sí, está bien, pero cuando salgas de la escuela y estudies la carrera, estudialo con propiedad. No digo que no se pueda hacer maravillas también, tenemos ejemplos de historias increíbles de niños y niñas que empezaron siendo niñas y niños actores, pero no fue mi caso porque a mí no me dejaron.
Después te desquitaste.
Me desquité.

¿David, cuánto tiempo les llevó el proceso, desde que consigues los derechos, hasta el estreno?
Desde que uno mete la carpeta, es un año antes, digamos que metimos la carpeta en el 23 y estrenamos en mayo del 2024, y los ensayos fueron como tres meses, para los procesos de ahora, sí fue largo, fueron tres meses, como 5 horas al día, sí estuvo intenso, porque además la obra es larga, por derechos no se puede cortar la obra, dura lo que tiene que durar.

Son compromisos que tienes al adquirir los derechos.
Exacto, no podemos cortarla, no podemos suprimir escenas, eso esta por contrato, entonces dura tres horas porque eso fue lo que nos marcó el contrato, además la queríamos hacer completa.
Les agradezco mucho esta conversación.
Salvador, yo agradezco mucho tu trabajo, eres un amante del teatro, es una pasión que tú tienes, y es muy bonito de ver y de atestiguar y gracias. Son valiosas palabras de la gran actriz Marina de Tavira.

Blanche huye continuamente de la muerte, que se ha llevado a todos sus seres cercanos de forma trágica. La única forma que encuentra para enfrentar el dolor es alejarse de la realidad. Su mundo se desintegra y, con él, su integridad mental.

El teatro es de todos. ¡Asista!
Absolutamente recomendable. Imperdible.

Un tranvía llamado deseo, de Tennessee Williams.
Dirección: Diego del Río.
Actuación: Marina de Tavira, Rodrigo Virago, Astrid Mariel Romo, Ana Clara Castañón K., Alejandro Morales, Mónica Jiménez, Federico Di Lorenzo, Diego Medel, Diego Santana y Patricia Vaca.
Escenografía e iluminación: Jesús Hernández.
Vestuario: Jerildy Bosch.
Música original: Andrés Penella.
Maquillaje: Maricela Estrada.
Producción general: 25 Producción
Producción ejecutiva: David Castillo.
Teatro Julio Castillo, atrás del auditorio nacional. Hasta el 8 de junio.
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