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Pongo mi mano sobre la tuya para hacer juntos, lo que solos no podemos hacer. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.




Teatro El Milagro y Pandemia Teatro presentan: La nostalgia, experiencia teatral diseñada para hacer que las audiencias quieran volver al teatro. El espectáculo explora el sentimiento dulce y serenamente triste de la nostalgia en sus más diversas variantes, narrando la historia de una actriz, antigua estrella venida a menos, y un actor conocido si acaso, en su casa.

La nostalgia, un acto de amor al teatro y a todos sus elementos, desde los textos clásicos hasta la lucha por mantener viva esta hermosa profesión, original de David Olguín, recientemente galardonado con la Medalla Bellas Artes, máxima distinción que otorga el Gobierno de México para honrar a sus creadores, con quien tuvimos el honor de platicar sobre su mas reciente creación, y algo más…

David, ¿cuáles son tus impulsos creadores para hacer esta maravilla, La nostalgia?

Cuando nos juntamos, y que yo les platiqué la idea que traía, de entrada, los tres queríamos hacerle un homenaje al teatro, amamos al teatro. Y yo tenía muy en mente una película que a mí me conmueve infinitamente, Cinema paradiso, y yo decía, si me pudiera acercar un poquito a tener esas emociones y sentimientos que me despierta Cinema paradiso sobre el cine, y la memoria, y la nostalgia y el paso de la vida, eso es lo que quisiera hacer y entonces nos juntamos en diciembre hablamos en general de hacer algo los tres.

¿Los tres son Laura, tú y Gabriel?

No, y Mauricio.

A Gabriel ya dábamos que estaba con nosotros. Laura me dijo, Yo quiero trabajar con Mauricio, Mauricio con Laura, entonces fue así que lo platicamos. Quería, por supuesto el teatro, pero sobre todo que de por medio estuviera una reflexión sobre ese sentimiento, sobre cómo la vida, el tiempo, se te asientan, se te acumulan, y es esa sensación de mirar atrás, que creo que es algo que pasa en la obra a todos niveles. Está ese mirar atrás de manera individual, personal, hacia el ajuste de cuentas con la vida, con la profesión, y también con la historia misma del teatro.

Hay un intento de ellos por conectar con un ayer, donde el teatro fue el centro dentro de la vida comunitaria y colectiva de las sociedades. Y también implicaba conectar con una raíz del idioma, que creo que está muy desdeñada y muy olvidada en lo contemporáneo. A diferencia de otras generaciones de actores, pienso en la generación de Claudio Obregón, todavía la generación de Luisa Huertas, que actoralmente ha habido esa preocupación por conectar con las raíces del idioma, y eso fue Salvador. Ese fue como el primer impulso para La nostalgia.

Sin duda está volviendo el teatro de la palabra y La nostalgia, por supuesto que es teatro de palabra, entre otras muchísimas cosas, la meta teatralidad es una belleza. y también están haciendo un auto homenaje, a la “compañía” que trabaja con mucha frecuencia y hay citas a algunas de sus obras, La belleza, por supuesto, imposible que no venga a la memoria esta pareja maravillosa de Laura y Mauricio. También creo que estás, están haciendo un recuento de los trabajos que han hecho en El Milagro.

Hay tal cosa, está la autorreferencia a nuestro equipo de trabajo, y también a sensaciones que nos pasan ahí dentro, de repente ver proyectos que valen mucho la pena y donde el público no acude, no solo propios, sino de otras compañías. Esa batalla tan cósmica que tiene la gente de teatro y que de repente pasa algo que no está la conexión con el espectador, y bueno, en un contexto general que ha vuelto muy difícil la profesión para la mayoría, algunos no, pero para la mayoría de la gente de teatro sí.

Dentro del Milagro sí está una revisión como a lo más esencial que hemos hecho, a una postura por reciclar materiales, te diría como buscar una sencillez, pero a la vez, belleza en nuestros espacios. Te diré, que el banco es el mismo que usamos en tres puestas en escena, y pueda tener esa calidad como de tiempo, de lo que deja el teatro en última instancia, que es experiencia, experiencia humana, y de repente la cita al Mercader de Venecia, que venía a cuento como por la precariedad del teatro, de la gente de teatro, y cuando hice El mercader… yo pensaba en la precariedad de Mauricio Davison, uno de nuestros grandes actores , y que hubiera merecido muchísima mayor seguridad económica, por así decirlo de claro. Y entonces está esa cita de Laura haciendo la voz, un momentito, de Mauricio Davidson. Claro, está La belleza y el baile de la belleza, y están los espacios que últimamente nos ha importado destacar, y nuevos elementos que descubrimos con fascinación, los títeres, los muñecos. En fin, si hay tal cosa, como una revisión de las esencias de lo que nos ha mantenido juntos algún tiempo.

Ya lo decía Peter Brook: La espectacularidad de la sencillez, las bases de madera cruda, sin ninguna sofisticación, y es bellísimo.

Madera de cimbra. Pensábamos que tenía que ser como el recordatorio de que conectamos con un tablado, conectamos con algo muy primario, que es de donde nació la teatralidad, y a la vez es un material que nos gusta mucho a Gabriel y a mí, lo hemos reciclado ya en cuatro producciones de maneras diferentes, ahí está.

Y es un acento también sobre cómo producir Salvador, esta obra nació en realidad de un apoyo de $200 mil que tuvimos, entonces dijimos de repente, Bueno, pues nos alcanza para tres actores, Gabriel y yo, y párale de contar.

Está planteado como una solución de la unión de cinco personas, y, por supuesto, los que están alrededor del equipo del Milagro. Creo que es una manera de producir, donde estamos aprendiendo que no es lo esencial, por supuesto es necesario, y absolutamente necesario.

Vengo también de producciones efiteatro, donde está el asistente del asistente del asistente, que qué bueno, que bueno que haya trabajo para la gente, pero de repente quemarse 2 millones de pesos entre 12 y 20 funciones habiendo tanta precariedad y tantas posibilidades de proyectos de mediano y largo plazo en el país, me parece absurdo, por no decirlo inmoral, me parece desatinado por completo.

A mí me adelantó hace mucho tiempo Boris Schoemann, me dijo: vas a ver todo lo malo que, al final, van a provocar estos estímulos. Por ejemplo, y tienes razón, compañías que ya tienen esos estímulos, no les preocupa, yo creo, ni siquiera que vaya el público, ya están pagadas las obras.

Puede que la batalla del productor porque genere mayores recursos, y demás. Están pagadas las obras, pero sobre todo, es la idea de que no hay un mañana, o sea, el estímulo es para producción finalmente, es un estímulo para el productor, que, claro, beneficia con buenos sueldos a mucha gente, eso es innegable, pero no genera un mañana. Ese productor no va a arriesgar un peso, son contados los que ves, Uriel, Sodi, son contaditos, uno que otro que de repente los ves producir sin el dinero de efiteatro una vez que han tenido sus apoyos.

Esto de alguna manera también se plantea en la obra creo que sí estamos llegando a un punto muy crítico y digo estamos porque yo me considero gente de teatro Aunque nunca he hecho teatro, y supongo que nunca lo voy a hacer, como lo hizo también Damián Cervantes que también estuvo con ustedes en El Milagro, cuestionándose De cómo a nadie le importa el teatro, y que bueno que se voltee a ver eso, porque sí es muy preocupante. Aquí se plantea una segunda función a la que no asiste una sola persona.

Y mira, lo queríamos hacer, si es eso, pero también lo queríamos hacer saliéndonos de la queja, no tocarlo de manera directa, ni causar patetismo. Es decir, que desde el propio interior hubiera una especie de burla, al menos una especie de ironía y sarcasmo sobre nosotros mismos y esa condición. Y como te digo, rebasar la queja y que implícitamente en ese hacer de los actores, estuviera la maravilla que es el oficio. Es decir, que de repente la gente dijera, Bueno, esta es una obra sobre: no viene el público a ver teatro por N razones reales, pero que estén viendo algo donde digan, Pero esto es maravilloso, este oficio es hermoso. Y a la par que ellos están en soledad, digamos jugando finalmente, o estando en ese estado posterior del limbo después de una función, no dada, replantear, reformular su espectáculo, reformular también su relación, su vida, y que eso el espectador lo viera y dijera es maravilloso el teatro, voy a ir al teatro por tanto. Esa era la ambición.

Aunque los dos se tiran a matar, el humor está muy presente, pero al final se aman, se respetan y juegan.

Exactamente, se tiran a matar, son dos gentes que han estado cerca con sus propios dolores privados, su propia desesperación, pero a la vez lo que quería es que fuera una historia de amistad, una historia de afectos entrañables, delicada. Venía de hacer obras más crudas, más desgarradoras y me importaba también que los tres que iniciamos el proyecto, te digo, platicado en ¿qué hacemos, por dónde va a ir?, nos diéramos un abrazo con nuestro oficio, incluido el propio Gabriel. Es decir, todas las dificultades que cada uno de manera individual vamos teniendo para sostenernos en la profesión, y que creo que eso es lo que conecta muy posiblemente con la gente de teatro, incluido tú, por supuesto. Es decir porque tú en tu profesión, o en el lado de donde haces teatro, pues tú y yo nos conocemos ahora sí que de hilo tempore, desde los orígenes, Salvador, y siempre has sido una persona con una mira muy clara de dónde está tu apoyo, vamos a decirlo así, a qué tipo de producciones, a qué tipo de gente cubres, cubres muchísimo, cubres todo diría, todos los ámbitos, pero nunca olvidas inclusive a los jóvenes más desconocidos que están ingresando a la profesión. Ese esfuerzo descomunal de repente, sostener sitios como el tuyo, habiendo recorrido medios impresos, medios audiovisuales, y demás, y seguir quijotescamente, creo yo, como en un esfuerzo por decir: ¡Vale la pena¡.

Agradezco profundamente tus palabras, y al respecto platicaba con Damián Cervantes que a ustedes, los hacedores de teatro, nosotros desde nuestra trinchera, de repente no nos queda de otra. Los suplementos culturales en México prácticamente ya no existen, las secciones culturales se volvieron de espectáculos, en el peor sentido de la palabra, entonces hay que buscar, o crear espacios. Y también afirma Damián, que muchas veces la gente de teatro hace teatro para la gente de teatro.

Es algo que tenemos que rebasar, que tenemos que buscar la manera, porque es algo endogámico que no nos va a llevar a buen puerto. Creo que es importante que exista un tipo de teatro que se hace para la gente de teatro en un sentido experimental, de las preguntas. No sé, hacer trabajos experimentales que implican un diálogo estético muy dirigido a la gente de teatro. Pero creo que no nos va a ayudar el hecho de seguir siendo tan endogámicos y nada más mirarnos los unos a los otros, que luego ni eso pasa.

Entonces tenemos que salir de las maneras más, te diría, ambiciosas posibles, a buscar al espectador. Las instituciones han probado que no, que no son buenas para construir público, esa es la verdad. Tantos, tantos años especialistas van, vienen, gestores cambian, escriben libros cada vez que termina su gestión sobre cómo llevar público a las salas y demás, y partimos de algunas políticas que de inmediato son terribles: Teatro gratis, para cumplir la cuota de que el dinero que le invierto lo ve X número de gente, pero en ese teatro gratis, que no va dirigido, como decimos nosotros al necesitado. Ese teatro gratis finalmente le pega directamente a todos los que necesitamos, poquito, aunque sea, que nos entra, por la vía de la taquilla.

Y tampoco ordena el medio, tampoco ordena, al menos desde la institución, la idea de cómo construir espectadores, y por el contrario determinados programas, como teatro escolar, que era de lo más noble, daba trabajo a la gente, y construía el espectador del futuro, de repente le quitaron presupuesto y prácticamente se acabó el programa.

Entonces si hay como un lado muy precario, institucionalmente hablando, en términos de política, y qué nos queda a nosotros, pues refundarnos, repensar cómo vamos a hacer de manera que no sea endogámico el acercamiento al espectador.

Veníamos de hacer proyectos más pequeños, en la sala de abajo inclusive, dónde entra una tercera parte de las posibilidades de espectadores que tenemos arriba, proyectos que eran más difíciles de poder conectar con un público mayor, y La nostalgia si quisimos esto que te digo, salir de la queja y que fuera ver el teatro desde sus entrañas, pero pensar que le estamos hablando de teatro para maravillar a un espectador que a su vez tiene memoria, que tiene dolores allá atrás en su vida, y un lugar especial que quisiera volver a revivir, que quisiera volver a tocar, a sentir. Y entre esos, creo yo, está un poquito el efecto que provoca al final, los títeres, al menos en el momento donde lo metemos en la historia. Todos en algún momento, inclusive aquel al que no llevaron al teatro nunca sus padres, pero sí tuvo un titerito de guante, sí tuvo una cajita de juegos, si oyó una musiquita de una cajita de música, y que son justamente las conexiones sensibles, creo yo, que te mandan a la nostalgia, a ese pasado sagrado que todos los seres humanos tenemos.

Cambiando de tema ¿cómo te sientes de haber recibido la medalla Bellas Artes?

Contento Salvador. Que te digo, son de esas que caen, ahora sí que del cielo. Debo decir, siempre uno trabaja, quiere ser reconocido y tal, pero nunca ha sido algo que yo esté buscando, la verdad, ni a nivel de grilla, ni a nivel de auto promoción.

Es decir, hago lo que me gusta, lo que aprendí a hacer y me ha dado de comer, y me ha permitido sostener a mi familia afortunadamente, y me gusta, me gusta mucho, me obsesiona, me mueve, me da impulso vital el teatro, el oficio, creo que por eso no me he separado de Laura, el oficio. Tenemos un hijo que ya anda metido en el teatro, y la vida nos ha hecho madurar juntos en el teatro, y el teatro nos ha hecho entendernos más en la vida, y yo creo que eso es una enorme gratitud a este oficio, que sí te enseña a vivir, te enseña a ser más desprendido, a entender esto que le oí mucho a Esther Seligson en sus últimos años de vida, ella decía: Vivo en el presente, vivo día a día, me dejó ir en el ahora. Yo digo, pues eso es un actor, estar en el ahora de la escena.

Y esta otra cosa que decía el día de la entrega de la medalla, que no hay día en este trabajo que no aprendas algo nuevo. Una chica de mis últimos alumnos fue la que llevó esa oración al ensayo, y luego yo pedí que fuera lo que se dijera antes de que iniciáramos función. Ella dice:

Es hermoso y es la base de convivencia humana, comunicación entre las personas y de colectividad, eso te lo enseña de raíz. Nos podemos odiar unos a otros, pero no en escena y es que vamos a operar bien.



La interdependencia.

Exactamente. Entonces la medalla me cae en un momento donde se siente bonito, indudablemente, el cariño que recibí de la gente de teatro, de mis colegas, de mis amigos, fue abrumador para mí, no podía estar más que agradecido.

El aplauso fue espectacular, espontáneo, prolongado, estridente. Fue maravilloso. Muy merecido, muy, muy merecido

Te agradezco mucho. Yo dije ¡Dios mío, qué es esto!

Martín Acosta, no pudo ni leer su texto de tan emocionado y conmovido que estaba.

Me gustó mucho. Pensé yo, Ojalá pudiera Martín, en el momento que se lo propuse, porque es alguien de mi generación, es un colega a quien yo respeto mucho, de mucha batalla, de mucho compromiso con su oficio, y eso me parecía importante que fuera alguien justamente de mi división con la historia que hemos pasado, cada uno por su lado, juntos, y que bueno que es alguien que me parece un espléndido colega. Es un hombre generoso, por otro lado, de una batalla permanente, constante.

Volviendo a La nostalgia, ¿hasta cuándo va a estar?.

Vamos a estar los lunes hasta el 30 de septiembre en octubre se va de viernes a domingo, todo el mes va a estar de viernes a domingo.

Que todo mundo vaya porque vale mucho la pena no se necesita ser erudito en teatro, para nada, es muy disfrutable y la gente que sabe de teatro, sí conectamos las referencias, es muy gozosa, pero quien no lo sabe, se va a divertir mucho y la va a gozar mucho.

Ese era el punto, y por fortuna familiares que no están en los intríngulis de cosas del oficio, etcétera, se divierten mucho con ese mundo, porque habla de otra cosa. Finalmente es entrar por el teatro a la entraña humana.

Y con estos dos monstruos de la escena

Exactamente, exactamente. Los dos están increíbles.

Imposible no acordarse de La belleza, que estaban también ellos dos.

Esperamos, ojalá podamos, nuestra idea es reponer La belleza y tenerla alternando con esta obra. Ojalá podamos.

¿Qué hacer con los grandes textos clásicos? ¿Dónde quedó el escándalo? ¿Se deberían cerrar las grandes salas? ¿Cómo sobrevivir haciendo lo que más amas? En última instancia, ¿el teatro es una hermosa bestia en extinción?

Este espectáculo es un acto de amor hacia todo lo que implica la escena, pero sobre todo busca seducir al público con la belleza del oficio, a partir del trabajo riguroso de dos encantadores de serpientes: Laura Almela y Mauricio Pimentel, quienes construyen dos personajes entrañables, dulces y ávidos de público. Los actores se reencuentran después de mucho tiempo y, entre la nostalgia de salas llenas, amor, serenidad y seguridad económica, invocan el humor del Decamerón, fragmentos de relatos, travestimos cómicos, raptos trágicos, todo esto mientras esperan al público que nunca llega.

En un acto de amorosa contemplación, con actuaciones geniales sin ojos que las miren, celebran una oda a la amistad y a las candilejas, para decirle a la escena: “llegaste a mí cuando ya me voy”. 



 

El teatro es de todos. ¡Asista!

 

Absolutamente recomendable. Imprescindible.


La nostalgia. De: David Olguín.

Dirección: David Olguín.

Actuación: Laura Almela y Mauricio Pimentel.

Escenografía e iluminación: Gabriel Pascal

Vestuario: Mauricio Pimentel

Diseño de maquillaje y peluquería: Maricela Estrada

Teatro El Milagro, Milán 24, Col. Juárez.

Lunes 20 horas, hasta el 30 de septiembre. A partir de octubre, viernes 20:30 horas, sábado 19 horas, domingo 18 horas.

Entrada general $150/ maestros, estudiantes, INAPAM, vecinos Alcaldía Cuauhtémoc $100/ estudiantes de teatro $100.

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