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¡No nos vamos! Texto y fotos: Salvador Perches Galván.




Un teatro suspendido entre la vida y la muerte es habitado por fantasmas de antiguas glorias teatrales. Envueltos en sábanas blancas y atrapados por 120 años, estos espectros exploran el amor perdido, la inevitabilidad de la pérdida y la esperanza de perdurar en la memoria colectiva del teatro. Entre ensayos fallidos y recuerdos borrosos, buscan desesperadamente conectar con un mundo que los ha olvidado. Es la base argumental de, De como a nadie le importa el teatro, creación colectiva de Vaca 35 con textos de Ángel Hernández, Diego Cristian Saldaña y Damián Cervantes, con quien tuvimos una interesante conversación de la puesta en escena y de como a nade le importa el teatro.

Hace cuánto que no estrenaba Vaca, porque hará un par de años que tuvo una residencia en El Granero pero no sé si hubo estrenos.

La última obra que yo estrené fue en el 2022, fue una obra que hice en Sonora, un proyecto más pequeño donde trabajé con una chica y une chique de allá de Sonora, que fueron a las vaquitas y luego yo me fui a trabajar con ese grupo. Esa fue la última obra que yo estrené.

Sin duda alguna De como a nadie le importa el teatro tiene todo el estilo, todo el sello de Vaca, y realmente es muy triste ver como a nadie le importa el teatro, es bien real.

Es un poco la sensación. Cuando estábamos haciendo el proceso fueron varias ideas, fueron mutando muchas ideas de por dónde hacer teatro, hicimos laboratorios, se fue gente, perdimos gente, muchas cosas, y yo les decía: Es que a mí lo que me pasa es esto, que a mi edad con todos los años que llevamos haciendo, llega un punto en que no hace sentido, porque la cosa fundamental es que nunca hay espectadores. Mi experiencia me he mostrado que no hay espectadores, no digo que no haya unos cuantos, pero no va más, al contrario, parece que siempre va menos. Y esa sensación, les dije, si voy a hacer una obra de teatro, quiero hablar de eso, tal cual, de esa sensación un poco, y eso fue llevando a una reflexión mucho más amplia, que es como la condición de los que estamos ahí, en escena, o de los que estamos en el aparato teatral, de cómo básicamente esa metáfora con los fantasmas de tener una especie de eterna espera, de cualquier cosa, del espectador, pero también del éxito, y básicamente somos los que estamos, los que sostenemos, los que aguantamos, y entonces esa reflexión se empezó a volver como el germen.

Aquí intervienen muchos factores y acabamos siendo cómplices para lo bueno o lo malo, muchos, como bien dices: los creadores; los funcionarios quienes toman las decisiones, los que asignan, o no, espacios, lugares: el público, por supuesto, la prensa. Ya si no va uno al estreno, para que vas, ya no te da tiempo ni de escribir, la difusión se vuelve pésima, si de por sí nunca ha sido realmente buena. Las secciones de cultura ya son especie en extinción en los diarios, en los espacios televisivos poco existen. El público no se entera.


En el Sistema de Teatro son de ocho funciones las temporadas regulares… Es ridículo…  Nunca he entendido, dicen: es que hay que democratizar, hay que abrir los espacios. Y va uno y los teatros están vacíos, porque nadie se entera. ¿Cómo es posible que ensayen más que lo que representan? y este espectáculo, justamente invita a toda esta reflexión.

Sí, a la reflexión, de cómo en realidad dentro de términos de política pública, lo que ha pasado es que perdimos la batalla, y dentro del tema social / emocional, también. Por lo mismo en realidad estamos olvidados y hacinados y se sostiene porque nos parece que es valioso sostenerlo. No porque realmente represente un valor a nivel emocional, ni a nivel político, y sin embargo por lo mismo también es importante sostenerlo, pero esa contradicción, en realidad lo que estamos planteando es una contradicción, es como cerramos todo y vámonos de aquí, y sin embargo ¡no nos vamos!, esa es como la contradicción planteada y es un lugar - no lugar, en el que estamos la gente que estamos haciendo esto, y en el mejor de los casos, eso, invitamos a la reflexión. Pero al final ¿quién está viendo la obra? pues la gente que siempre ve teatro, y así funciona. Un poco lo mismo, ustedes que están escribiendo, ¿quién los lee?, pues la gente que hacemos teatro, al final es una especie de círculo de retroalimentación, que, no digo que no tiene su valor la resistencia y la persistencia, digo que ya llegamos a un punto en el que el sistema nos invisibilizó y nos metió en la isla del olvido, sí vivimos, estamos en una isla, una isla aislada a kilómetros de mar, donde nadie se entera que existe, y es un poco hablar de esa condición, qué implica ser parte de esa isla.

¿Cuánto tiempo les llevó a montar la obra, y ¿cuánto tiempo tiene de temporada?.

Se estuvo gestando durante más de un año la idea, pero más que la idea específica, todos estos pequeños accidentes de que quería hacer otra cosa, y se fue gente. Digamos como todas estas pérdidas son las que fueron gestando el sentimiento de decir: yo quiero hablar de esto al final, y ya bien, bien pues sí nos tomó unos seis meses o algo así.

Que sería una gloria que tuvieran seis meses de temporada.

Sabemos que estamos en la gloria con un mes. Me acabo de enterar que la UNAM da no menos de 30 funciones, entre 30 y 40 funciones por temporada, lo cual es bastante digno.

Creo que es la institución que da más funciones.

Es bastante digno, es como el doble de funciones de lo que nosotros tuvimos en el Orientación, y luego luego nos mudamos al teatro El Milagro tres fines de semanas, igual, jueves, viernes, sábado y domingo. Básicamente tenemos siete semanas que es medianamente digno como para que la obra se desarrolle y toda la gente que somos. Y luego sabes qué es lo otro, que lamentablemente el sistema, como uno está dentro del sistema, se vuelve sistema, y por más que nosotros nos sentimos que la institución vive, no lo sentimos, ¡la institución vive!, porque los creadores aguantamos. Es que no hay más, financiamos todo, si no, no habría temporadas. Somos un elenco de 10 personas y está Gabriel Pascal en la escenografía, y está Ángel Hernández, que escribió, y al final les pagamos 3 pesos a cada quien y nos volvemos la misma institución donde todo mundo se sostiene para que esa obra suceda, y es un replicar, es un replicar la precariedad tremenda, no hay otra forma más que la buena voluntad.

Y aquí es absolutamente plausible, como dijiste hace rato, la resistencia.

Si, la resistencia, pero hasta que el cuerpo aguante y el cuerpo ya se está cansando.

Totalmente de acuerdo. Esta entrevista es para mi portal, ojalá que tuviera dinero para pagarme mis colaboraciones… …yo lo sé… yo le meto y no me importa. Somos cómplices en el buen y en el mal sentido.

Yo lo sé. Todos los que están escribiendo desde hace muchos años, que como bien dices los medios grandes ya desaparecieron, las columnas grandes en revistas o en periódicos, que, para empezar, ya nadie le, ya nadie le periódicos, ya nadie lee revistas, pero aparte ya desaparecieron. Y yo sé que todos se sostienen de lo mismo, acá está Carmen Zavaleta. Carmen escribe y es parte de lo mismo, se sostienen de la buena voluntad de hacerlo. El premio es básicamente ver teatro, y yo lo entiendo, no es que esté mal. Estamos en el mismo lugar, no es que esté mal, lo que pasa es que tiene un límite, y ya tú decides si sigues conviviendo con eso que ya llegó a su límite, o no. Es un poco lo mismo.

Volviendo a la obra. Desde el título es impactante, y lo peor de todo es que es absolutamente real, no están hablando de una utopía lejana, no, es una realidad que, además, ya tiene tiempo que sucede y se agrava cada vez peor.

Y se atora cada vez más.

Y muy en el estilo de Vaca, aquí no fue releer alguna obra, pero hay citas a grandes autores, el primero es Becket, y su Esperando a Godot. Y acaban haciendo, lo voy a decirlo de manera coloquial, no peyorativa, hicieron una pieza hermosa de puros retazos. ¿Cómo se van generando esos retazos, y cómo los unen para darle un sentido y una unidad?

Fue complicadísimo. Yo creo que es de las obras que más me ha costado, bueno, no lo sé. Eso lo digo porque es la que tal vez traigo en el cuerpo más fresca, creo que en realidad siempre que entras en los laboratorios es muy complicado, es mi preferencia pero siempre es una preferencia muy complicada. Porque es a través de las exploraciones que yo les voy pidiendo, del material, de las personas que son, de los recursos que tiene cada quien, que yo voy curando de que va el monstruo con un tema central que generalmente lo pongo yo, lo plasmo yo, pero el tema es que llega un punto en el que estás perdido. Obviamente yo como director tengo una noción de decir: esto puede ser la peor payasada del planeta, la verdad, lo sé, y al mismo tiempo tiene un valor para mí, pero ya no tengo certeza, hasta que yo vea a un público que lo lee, es que no hay más.

Y en cuanto un público lo lee, pum, todo se reconfigura y empiezas a entender bien, bien, cuál es el camino. La pieza solita te empieza a decir, pero tarda, es muy complicada esa ansiedad, es muy complicada. Cuando tienes textos cerrados, textos que ya literariamente son hermosos, no digo que la tengas toda ganada, porque no, pero ligeramente tienes ya un camino más apuntado, porque si suena lo bonito que suena cuando lo lees, pues ya vas bien.

Aquí el tema es que todo se creó desde cero, y entonces yo hablé con Ángel Hernández, le dije carnal, Esta vez sí necesito que alguien le meta a la escritura. Ángel empezó a escribir sobre lo que platicábamos, sobre dos o tres ensayos que vio, sobre el material que le mandaban los actores, pero se volvió un reto también bastante interesante, porque Ángel tiene un estilo muy específico, yo tengo un estilo muy específico, y luego este otro chavo que aportó también sobre las cuestiones musicales, también tiene un estilo muy específico, y entonces de repente hacer cuadrar los estilos, eso fue el verdadero reto, y más bien fue como apostarle a la retacería, a decir, estos retazos están inmersos en un espacio en donde, en el teatro uno nunca debe hablar de la locura, porque si hay locura entonces cualquier cosa puede ser, pero si el delirio. Estamos en un delirio tal, que un poco cualquier cosa puede suceder, vamos pasando por diferentes estados sobre el delirio, sobre la espera perpetua, sobre el abandono. Entonces ahí un poco empezó a tener sentido.

Me acordé, seguramente a ti te tocó de las colchas aquellas que hacían las abuelitas con pedacitos de tela.

Ándale, exacto, esa es una buena analogía, y sin embargo son muy hermosas, y tienen como un espíritu único, pero que al principio es como que nadie la podría concebir, más que la abuela haciéndolo.

Y a quién se le podría ocurrir pegar un pedacito de seda con un pedazo de paliacate.

Exactamente esa es una buena analogía, es linda sí. Me gusta.

Y así es de bonita la obra como la colcha de las abuelitas.

Y también es casero, también acoge y empieza a volverse a eso.

Además los que de una u otra manera estamos en el teatro, por supuesto que nos es mucho más entrañable, aunque que el público en general, por lo menos se va a divertir mucho, sin que tenga mucha idea de los teje manejes de la cultura, porque es divertida la obra.

Fíjate que mi novia, que ya llevamos unos años, ella es abogada y aunque es abogada de Derechos Humanos, está más en la cuestión humanista, pues es abogada, y es espectadora de a piso aunque se ha sensibilizado como a mi causa, no la compra del todo, es decir, ¡Estoy sensible Ah, pero no es como que ya sea la fan número uno del teatro, ni me entrego!. Y me sirve bastante este tipo de comentarios, que me dice: ¡Me conecta!, que me ha tocado de obras mías que me dice, No la vuelvo a ver. Así de duro. Pero es interesante, me dijo: A mí me conecta, me prende lo que está pasando ahí. No necesariamente lo entiendo todo, pero al final sí. Entonces está bueno eso, siento que mucha gente un poco de a piso que ha ido, nos ha dicho: No entiendo todo, pero me conecta y es interesante.

Además, esta polémica eterna que si va uno al cine, al teatro, o al leer, si tienes que entender, o sentir y conectar.

Exactamente, el entendimiento está dado por la circunstancia, y creo que aparte, en el momento en el que nos ofrecieron la oportunidad de presentarnos en el Orientación, que yo nunca me había presentado y que es un teatro chiquito, pero es un teatro con toda ley, con todas las partes de un teatro como tal, y yo dije: Ah, buena idea. Hay que romperlo. Y creo que cualquier espectador, desde la poética que sea, puede entender que, desde la mirada del actor, las butacas vacías son un desierto de desolación tremendo, y eso creo que cualquiera puede invitar al espectador a que vea cómo se abre un telón y cómo se siente que se vean las butacas vacías después de un telón, a pesar de que yo nunca utilizo telones, ya se me hace como viejo, pero la metáfora es clara, creo que cualquier espectador lo puede entender. Y gente que me ha ido a ver, obviamente gente conocida, primos y cosas así, siempre acaban con el comentario de: ¡A mí sí me importa el teatro! acaban como entendiendo que en realidad nos la pasamos mal, nos la pasamos mal y eso creo que es el punto justamente.

Lamentablemente opera el término de sobrevivir, simplemente.

Totalmente, es sobrevivir entonces ponemos una metáfora de la sobrevivencia, que si estamos ahí hacinados, que si el teatro sirve para que estemos ahí instalados medio viviendo, que si el teatro es poesía, que si el teatro es locura, que si el teatro es delirio. Son mil cosas y creo que la metáfora era perfecta: El teatro es el espacio de los fantasmas, con todos estos fantasmas teatrales que hay, y el espacio de los fantasmas es el de la espera eterna. Siempre vamos a estar ahí esperando, los fantasmas somos nosotros, la gente de teatro ahí esperando eternamente. Así va a ser, y nos van a olvidar, y nos van a olvidar mañana. Yo mañana dejo de hacer teatro porque me duele y nadie se va a acordar de mí.

A lo mejor mucha gente ni siquiera se va a enterar.

Exactamente.

Desde donde yo estaba, ver todo el patio de butacas vacío, teniendo en primerísimo plano el mal llamado Ángel, no sabes lo que es porque es un símbolo de la ciudad, es doloroso. También los teatros están habitados por los fantasmas de la gente que lo hace, pero también de los personajes a los que les dieron vida estos actores. Entonces es un caldero maravilloso, basta con invocarlos y se hace un aquelarre espectacular, cómo el que ustedes hacen.

Exactamente, o, por ejemplo, la escenografía, que son cosas de la bodega del INBA, que tienen ese mismo espíritu de trastes aventados y abandonados como si fuese importante guardar eso, como si realmente ese es el valor de lo teatral, y sin embargo ¡Sí!, y al mismo tiempo ¡No!. Todo es una dualidad, claro que es importante, es nuestra historia teatral, pero al mismo tiempo son cacharros y es basura, y lo que se está olvidando ahí, son las personas, el sistema lo que yo olvido es a las personas, tiene más una bodega del INBA, pero en realidad en la bodega del INBA de escenografía, en la bodega del INBA de vestuario que también la tenemos ahí, está también como el sistema ha olvidado todo el aparato teatral, incluyendo a las personas.

Alguien, yo no sé quién, remodelaron en pandemia la bodega del INBA y, pues por genios, se les ocurrió no sacar el vestuario, no resguardarlo para que se remodele, al vestuario le cayó pintura, se arruinó, y se robaron los vestuarios. Los trabajadores, como no estaban supervisados, se robaron los vestuarios más complejos que estaban ahí,  ¡En qué cabeza cabe!.

Pues así como esos vestuarios, así somos las personas que estamos en esto, es exactamente igual. Desechables, olvidables, no cuidables, da igual y si se los robaron, da igual, y si se pierden, no importa. Entonces justamente por eso la idea de fantasmas es muy amplio, están las cosas, está todo lo olvidado y todo lo despedazado que representa nuestra historia, y nuestra historia es la del despojo, la del retazo, la del olvido, la del empolvamiento, la del hacinamiento, la de la amontonamiento. Esa es la historia verdadera del teatro, y eso somos.

La del valemadrismo, podríamos decir así de forma muy sintética.

Y esos somos, y no es culpa de nadie, y al mismo tiempo responsabilidad de todos, y así es.

Volviendo a las dinámicas, de repente no le queda uno de otra. Con muchos trabajos y te prestan el teatro tres fines de semana, o dos fines de semana…

…Y te lo prestan con 4959 reglas, y varios gastos que tú tienes que subsanar, que si la cinta, que si los pendones para la publicidad, que si no sé qué, que si el jabón para la lavandería. Gastos, gastos, gastos varios, que tú tienes que subsanar. Tienes dos horas de entrada, tienes media hora para irte. Básicamente es no estés, vete. Y sin embargo en un país politizado, y polarizado cuántos otros, porque ese es otro fantasma, cuántos otros miles de creadores más olvidados que incluso nosotros, pues nos dicen, con justa razón, ¡Tú tienes el teatro!, a mí ni siquiera nada. Entonces se vuelve una especie de peleas por los olvidos.

Y eso le sirve a los funcionarios para decir: Es que hay que abrir el teatro para todo el mundo.

Hay que abrir el teatro para todo mundo, pero tú no quieres pagar el pendón, y no quieres pagar la cinta, pero hay quién si quiere, y es un delirio este tipo de discurso.

Y su respuesta: si no quieres los 3 pesos que te voy a dar, hay quien por 2, o por 1:50, ¡Si lo va a hacer!

Es más, hay quien me va a dar los 3 pesos para hacerlo, y eso es ridículo. Empieza a haber un discurso de lo sin sentido y creo que la obra quiere hablar metafórica y poéticamente de eso, o sea al final es una eterna espera por una teatralidad dialogada, que no va a ser, que ya no es de hecho. Yo pienso que ya no es ya, ya no va a ser, por lo menos mi época de teatrero ya no va a ser.

Los equilibristas, aquella obra que hiciste de David Gaitán, tenía un reparto muy numeroso. Creo que esta es la segunda que veo con un elenco tan grande. Tampoco debe ser fácil.

No es nada fácil, cuadrar las agendas es muy complicado, enfilar los esfuerzos cuando todo mundo se está financiando básicamente es muy difícil, porque la gente está programada para auto financiarse en un proyecto que le representa algo, pero eventualmente también hay muchos cansancios físicos, emocionales y no puedes apelar a: Tu tienes un contrato, te estoy pagando, se profesional vamos para adelante, tienes que apelar a una otra magia. También el laboratorio da mucha ansiedad por lo mismo, porque ven al director conflictuado, perdido, da mucha ansiedad el no pensar que tu camino va a buen puerto, yo siempre pienso que va a buen puerto, también yo siempre pienso que si fracaso también es un buen puerto.

Pero claro, eso yo ya lo digo muy cómodamente con 17 años de carrera en donde me ha ido bien, y todo, entonces obviamente la ansiedad de los actores entra en otro rollo, es muy difícil y aparte se me ocurrió, por qué no, verdad, trabajar con gente de diferentes procedencias teatrales, o sea, gente que seguramente no conviviría nunca, o que no estaría en este teatro nunca, que no estarían en un proyecto de esta envergadura nunca.

Se me ocurrió porque yo pensaba, creo que sí pasa, pero que iba a haber una especie como de torre de Babel, que iba a haber un hacinamiento de personas no iguales, que si están en la misma circunstancia, pero que son diferentes, como una especie de pequeño mundo. Y que difícil es eso, porque, obviamente diferentes bagajes teatrales, también implica diferentes formas de soportar la frustración, diferentes formas de comprometerse con el hecho, diferentes formas de todo no. Entonces te tienes que volver, ya sabes, una especie de gran director-psicólogo, gurú, chamán, alquimista, todas las artes, para que ese elenco nunca pierda la fe en lo que está haciendo, y durante 6 - 7 meses.

Y para dar cohesión. ¿Cómo conformaste el elenco, tú los invitaste?

La realidad es que las dos chicas que están ahí como más jóvenes, una que canta y otra de pelo negro que está por ahí, la que se  compromete a llenar la sala es una de ellas. Ellas dos, que son muy jóvenes, muy bonitas, ellas dos me buscaron hace ya como dos años, y me dijeron: Queremos que nos montes algo de teatro, nos gusta tu teatro, le hemos visto y queremos. Ellas vienen de Casa Azul, yo no sabía bien cómo, porque yo tampoco soy un director de a pedido, soy un director de proceso, como que me tiene que interesar mucho el proceso en el que estoy, me tiene que atravesar algo de vida, y de ahí parto. No tanto como que me pidan, entonces traté de hacer laboratorio con ellas, pero tenían un montón de otras perspectivas. Hasta cierto punto están en otro mundo, empecé a meter a los Vaca, un poco como que ellas son el germen de este esfuerzo. Después como que se me vino este rollo de yo quiero hablar de esto, yo quiero que sea una torre de Babel. Yo quiero que sean actores en una telaraña que los capto el olvido, iban pasando por ahí y de repente se quedaron pegados en el olvido con diferentes procedencias, bagajes, edades, ese es un poco el rollo como el germen de ellas y yo pensando: Estas chicas que nunca me las toparía en una teatralidad que yo hago, cómo las combino con la teatralidad de las personas con las que si hago, cómo hacemos que eso emerja en una sola voz. Es por ahí.

A Carmen no la había visto en ninguna producción de Vaca.

Sí, Carmen sí estuvo en Proyecto mujeres.

Extrañé a Diana Magallón, por ejemplo.

Diana dejó ya Vaca 35. Al final del año pasado decidió dejar Vaca, dijo: Tengo mis propios proyectos, mis propias inquietudes, y quiero volar por mi lado. Lo único que nos une ahora es una gira de Efiteatro que se estrenó el año pasado con la obra Lo único que necesita una gran actriz es un gran texto y las ganas de triunfar, que fue una gira nacional, pero Diana decidió salir del grupo, y ni modo es parte de los fantasmas de los que hablamos, esas pérdidas.

Estrenaron en el Orientación y ahora están en El Milagro que es tu casa.

Sí la verdad que sí, y ahora estoy trabajando por primera vez con Gabriel Pascal, que también fue una aventura muy emocionante para mí. Como generalmente lo hago todo yo, le platiqué el proyecto y Gabriel es un tipo fantástico, y me dijo venga, yo entró, aparte te agradezco porque como que todo el mundo piensa que yo tengo mucho trabajo, y en realidad soy desempleado de alguna forma, quiero colaborar. Y fue muy bonito como alguien que tiene tantos años también, dialogar estos olvidos.

Y pues sí, El Milagro es mi casa, pero es su casa, entonces también justamente vamos a hacer esa sinergia una vez más, que estoy muy contento.

Sí, además de talentoso, Gabriel es generoso. Entonces 17 años tiene la compañía, que es el tiempo que tenemos de conocernos.

17 años tiene Vaca 35,este año cumplió 17, y pues el tiempo pasa de volada, de repente voltear y decir: Chale, ya tengo 42 años y justo la reflexión atraviesa de eso, porque el olvidó y la resistencia y el querer demostrar que eres alguien tiene sentido a los 20 y a los 30 todavía una buena parte, pero a los 40 ya empiezas a decir ¿qué sentido tiene esto?, ¿ha valido la pena toda esta defensa, todo este ponerle cara al sistema, todo está independencia, todos estos viajes?, ¿ha valido la pena?. Y la respuesta es dual: sí y no. Claro que ha valido la pena y al mismo tiempo no, hemos perdido muchisisísimas cosas porque es muy brutal dedicarte a esto de tiempo completo. Es muy brutal, no es para todos los espíritus.

Y Vaca 35 es una compañía exitosa, con reconocimiento, que ha viajado por el mundo con la famosa obra de la gorda. Imagínate que será de compañías chiquititas, independientes, que apenas están naciendo, no lo logran, a la primera ola naufragan.

La verdad venimos de una generación que serán, tres generaciones arriba de mí, más o menos. Yo tengo 40, no, como dos generaciones arriba de mí, pues son los maestros que todavía están por ahí Tavira, que ya podría yo llamarlo como actor, y si tengo dinero yo creo que me diría que sí.

Está interesante, hay que decirlo, pero son maestros y maestras que fundaron, que tuvieron instituciones y ahorita les están dando medallas, un montón de cosas importantes, a pesar de que fueron muy políticos y coptaron el poder y lo tuvieron en sus manos mucho tiempo y obviamente despelucaron a quien no estaba con ellos.

Una generación arriba de mí, más o menos, generación y media que es David Olguín, Gabriel Pascal y demás que ya empezaron con la veta independiente, que vienen de ahí pero empezaron con la veta independiente, pues son los fundadores de los grandes espacios independientes como teatro El Milagro, como diferentes foros independientes, La Capilla, etcétera, etcétera.

Luego venimos esta generación, la mía, con Vaca 25, Lagartijas tiradas al sol, que podría ser el representante más poderoso de los grupos individuales diferentes, que nos ha ido bien, hemos tenido muchas cosas, pero no tenemos nada.

Abajo de nosotros yo creo que los grupos ya ni siquiera quieren ser grupos, y los chavos que están regresando ahorita de la escuela ni se lo plantean. Están pensando en Netflix, la beca del FONCA y su supervivencia, ni se plantean volverse grupalidad porque el sistema ha ido despojando a las grupalidades, cada vez tenemos menos. Y entonces ya ni siquiera es una opción.

 



El teatro es de todos. ¡Asista!

 

Absolutamente recomendable.

 


De cómo a nadie le importa el teatro. Creación colectiva de Vaca 35 con textos de Ángel Hernández, Diego Cristian Saldaña y Damián Cervantes.

Dirección: Damián Cervantes.

Escenografía e iluminación: Gabriel Pascal

Actuación: Carmen Zavaleta, Damián Cervantes, Elizabeth Glass, Estefanía Martínez, Gonzalo Herrerías, José Rafael Flores, Mariana Montenegro, Marí Carmen Ruíz, Sandra Rosales y Umberto Morales.

Jueves y viernes 20:30 horas, sábado 19 horas, domingo 18 horas. Hasta el 21 de julio.

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