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Madura uno en el arte, y el arte madura en uno. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.

  • eseperches
  • 20 sept
  • 18 Min. de lectura
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Cuando uno mira una pieza de vidrio delicadamente hecha,

piensa en dos cosas: en su belleza y en su fragilidad.

Tennessee Williams



Tennessee Williams es uno de los clásicos de nuestro siglo, y El zoológico de cristal es una de sus obras más bellas; carece de la violencia sexual de algunas obras posteriores de ese autor imprescindible; se la puede colocar en el terreno de lo chejoviano, por su melancolía, su frustración, la mediocridad a que están condenados sus personajes. Se ha presentado algunas veces en nuestra ciudad capital, no tantas como fuera deseado, y siempre deja ese gusto amargo por las obras tristes, ese sabor a fracaso, de vida vista a través de lentes ahumados.

La historia gira en torno a un hijo que anhela escapar de su asfixiante hogar, donde su madre sólo se preocupa por el futuro de su tímida hermana.

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Cuatro personajes encerrados en un piso miserable y asfixiante van mostrando su fragilidad, temores y frustraciones. Amanda Wingfield, la madre, que añora un pasado esplendoroso, intenta arrancar a sus hijos del letargo en que los sumen sus sueños; los impulsa a conquistar un futuro mejor: su obsesión consiste en que sus hijos, el aventurero Tom haga una brillante carrera, y que la tímida Laura logre un buen matrimonio.

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El zoológico de cristal, una de las obras maestras de Tennessee Williams, es una exploración poética de los contradictorios vínculos familiares, de luz y sombra, de sueños perdidos y nostalgia, de deseos irrenunciables y su precio, y, en definitiva, de la conmovedora búsqueda de un sentido para la vida.

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Es una obra de recuerdos, Tom, alter ego del autor, reconstruye su vida familiar en tiempos de crisis económica. Un padre ausente. Una madre, Amanda, que vive obsesionada por el futuro de sus hijos, en particular de su hija Laura, frágil e incapaz de afrontar las exigencias del mundo. Tom se debate entre el deber de cuidar y sostener a su familia, y la necesidad de escapar y asumir sus deseos personales. El otro personaje es Jim, compañero de trabajo de Tom, optimista y emprendedor, en quien se deposita la esperanza de un futuro para Laura.

Tennessee Williams trata a sus creaturas con gran benevolencia y empatía. Los personajes son ambivalentes: pasionales, tiernos, atormentados. Se aman, se detestan, se comprenden, se detestan, se acompañan, como pueden, con amor y con dolor, en su obstinada lucha contra la incertidumbre y la derrota. La obra no solo es la historia de una familia; es también la de una sociedad que se encamina lenta y ciegamente hacia la destrucción. Además, Williams expone la situación social de la mujer en una sociedad patriarcal. Lo que, como todos los temas de la obra, hace eco en nuestra actualidad.

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El inmejorable equipo comandado por David Olguín, con las espléndidas actuaciones de Laura Almela, Miguel Cooper, Anaïs Umano y David Juan Olguín Almela, presentan una excelente propuesta escénica a El zoológico de cristal.

Como El zoo de cristal es una «comedia de recuerdos», expone su autor, se la puede representar con una insólita liberación de todo convencionalismo.

Dado su material, muy delicado o tenue, las pinceladas de ambiente y las sutilezas de dirección desempeñan un papel particularmente importante. El expresionismo y todas las demás técnicas no convencionales del teatro, tienen un solo objeto válido, y es un mayor acercamiento a la verdad. Cuando una pieza emplea técnicas no convencionales, no trata —o, ciertamente, no debiera tratar— de eludir su responsabilidad de habérselas con la realidad o de interpretar la experiencia; pretende o debe pretender al menos hallar un ángulo de enfoque más próximo, una expresión más penetrante y vívida de las cosas tales como son, o por lo menos intentarlo. La comedia francamente realista, con su heladera auténtica y sus cubos de hielo auténticos, con sus personajes de lenguaje idéntico al de su público, se corresponde con el paisaje académico y tiene las virtudes de una semejanza fotográfica. Todos deben conocer ahora la intranscendencia de lo fotográfico en el arte; y saber que la verdad, la vida o la realidad son algo orgánico que la imaginación poética sólo puede representar o sugerir, en esencia, mediante la transformación, la transmutación en otras formas que las existentes, simplemente en su apariencia.

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Estas observaciones no deben considerarse sólo un prefacio a esta comedia en particular. Se vinculan a una concepción de un teatro nuevo y plástico, que debe sustituir al agotado teatro de los convencionalismos realistas si se quiere que el arte dramático recobre su vitalidad como parte integrante de nuestra cultura. 

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Notas sobre los personajes

Amanda Wingfield (la madre): Una mujer de gran pero azorada vitalidad, que se aferra frenéticamente a otro tiempo y lugar. Su caracterización debe ser creada con sumo cuidado, no copiada del tipo. No es una paranoica, pero su vida es una paranoia. En Amanda hay mucho de admirable, y tantas cosas dignas de amor y piedad como de risa. Ciertamente, tiene capacidad para soportar  sufrimientos y una especie de heroísmo, y aunque su estupidez suele hacerla inconscientemente cruel, en su frágil persona hay ternura.

Laura Wingfield (su hija): Amanda, después de haber fracasado en su intento de entrar en contacto con la realidad, sigue viviendo esencialmente en sus ilusiones, pero la situación de Laura es más grave aún. Una enfermedad de la infancia la ha dejado tullida, ya que una de sus piernas es más corta que la otra y le ayuda un aparato.

Basta con sugerir este defecto en escena. El retraimiento de Laura, nacido de esta circunstancia, se ha acrecentado hasta convertirla en una pieza de su propia colección de vidrio, demasiado exquisitamente frágil para moverla del estante.

Tom Wingfield (su hijo): El narrador de la pieza. Un poeta que trabaja en una zapatería. Su temperamento carece de crueldad, pero para escapar de una trampa debe obrar sin compasión.

Jim O'Connor (el candidato): Un joven convencionalmente guapo.

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¿Qué opinan de esto, principalmente tú David, que eres quien dirige la obra?, muy interesantes estas notas que el propio Tennessee escribió de su obra, que es también un icono de la dramaturgia universal.

Conozco bien esas notas porque, de hecho, como primera tarea nos abocamos a hacer una nueva traducción de la obra, y para empezar fíjate, una «comedia de recuerdos», ese terminó, que es una Memory Play, es más bien una obra de la memoria, porque no es una comedia, de entrada, es una tragicomedia, si acaso, es una obra de la memoria y creo que es la clave para entrar a ese texto. Por eso Tennessee Williams pide que la dirección se permita un trabajo imaginativo y un trabajo sobre la operación de la memoria finalmente, y que lo lleva a afirmar, es una obra no realista, siendo el finalmente un maestro del realismo psicológico.

Pero es una obra donde se está abriendo camino, creo yo, a obras como Camino Real, con un lenguaje diferente. Creo que va de camino a algo que la generación posterior, la de Harold Pinter, finalmente llevaría a un territorio dramatúrgico mucho más radical, pero ya está en Tennessee Williams y él abre esa posibilidad, lo menciona en términos de iluminación, lo menciona en términos de la integración de lo audiovisual, él está todo el tiempo pensando en el cine, pero él sugiere muchas imágenes que debieron aparecer en elementos que para entonces, se decía, eran brechtianos, la aparición de letreros, la aparición de comentarios en la pantalla, el uso de recursos que estaba Tennessee Williams, creo yo, permitiéndole a la dirección una flexibilidad enorme.

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Ustedes mucho han trabajo juntos, y han trabajado muchos textos tuyos David, y textos no tuyos, ¿por qué te daba tanto miedo esta obra mi querida Laura?

¿Por qué?, porque todo mundo que ha hecho a Amanda, todas mis compañeras actrices de rodada cincuenta, todas tienen a Amanda en su repertorio, y eso me empezó a presionar mucho, era como el Cuaderno Gader de sexto de primaria que tuviste que haberlo hecho a fuerza, y yo no, no había hecho a Amanda. De hecho, no tenía mucha simpatía por la obra, y todo mundo, Ay, Amanda. Yo hice a Amanda, yo hice Amanda con Mendoza, yo hice a Amanda.

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Ya que empezamos a trabajar, creo que es un personaje peligrosísimo, pero al mismo tiempo, por esto que acabas de leer de Tennessee Williams, primero que nada, para mi depende si tú piensas que la obra es comedia, o no, o tragicomedia o en fin. Está muy ligado a cómo recuerdas y cómo ves tu propia vida, hay gente solemne, yo creo que, si la vida es como yo la pienso, llena de ironías, llena de verdad y de cosas muy enloquecidas de divertidas, sarcásticas, en fin, la obra es así. Si yo viera la obra, esta obra que estamos haciendo, yo me carcajearía, y a mí me gusta mucho el filo de la carcajada y el llanto, cuando decimos literalmente no sé si reír o llorar.

Y en ese sentido tenía mucho miedo porque Amanda es de los personajes que yo luego hago, tienen una gama clara porque son en sí mismos, y Amanda siento que esta en el pensamiento de alguien más, es el sueño de alguien más, el recuerdo de Tom. Y entonces al ser el recuerdo, es un collage, porque así recordamos, recordamos en extremos tremendos, recordamos en injusticia, en crueldad.

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Yo creo que Amanda es un personaje muy golpeado de la obra pero, porque es parcial, es un recuerdo de Tom, y Tom la recuerda como ese monstruo, pero así es, y entonces al principio eso me asustó mucho, pero luego me di cuenta que estaba frente a algo que me da actoralmente una gran libertad porque puedo extremar muchas cosas a grados del ridículo, como recordamos de pronto, todos tenemos familiares, mi abuela, mi tía tal, que las recordamos, y evidentemente las recordamos en el grotesco, las recordamos de pronto en un exceso, incluso en sus sufrimientos, y eso actoralmente es delicioso.

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Tengo muchos compañeros que han visto la obra y que me han dicho disimuladamente, como que ahora sí ya enloqueciste, fuera de todo buen gusto, y yo pienso, ¡Eso quiero, eso es gol, si, eso quiero.

Siempre los actores nos reservamos un pedacito, pero quiéranme, y a mí me gusta un personaje que de pronto digas, ¡La quiero ahorcar! que sea destemplada, y en fin, porque siento que no soy responsable, que mi Amanda no soy responsable de ella, es Tom, me entiendes, es Tom el que sueña así.

Es el recuerdo, no es historia, y si además no son sus recuerdos, son ajenos. Y creo que es muy riesgoso porque esta obra en ciertas manos podría ser un capítulo de La rosa de Guadalupe o Lo que callamos las mujeres, y ser un melodramón lacrimógeno sensiblero, y no, está lleno de matices.

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Hará medio siglo esta obra se presentó, en 1977 en el Poliforum Cultural Siqueiros con Emma Teresa Armendáriz en Amanda, la maravillosa Marta Navarro era la hija, la reemplazó Leticia Perdigón, Fernando Balzareti era Tom y Enrique Beraza, el amigo. Dirigía Rafael López Miarnau.

Muchas décadas después Diego del Río, la dirigió en 2018 con Blanca Guerra, Pedro de Tavira Egurrola, Adriana Llabrés y David Gaitán y entiendo que estas son las únicas dos temporadas “grandes”, grupos independientes, sin ninguna posibilidad de promoción la ha presentado, como lo hizo recientemente Apeiron.

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Hubo una versión estudiantil en el ya remoto 1998, la dirigió Israel Martínez, profesor del CEDART, Luis Spota Saavedra, por el grupo 4-1 y también docente de la ENAT, quien falleció hace algunos años. Como Tom estaba Mario Eduardo de León, que afortunadamente aun circula en el teatro, Mario Alberto Monroy era el amigo, Amanda fue Jessica García y Laura, Giuliani Aguilar.

Una adaptación de El zoo de cristal se presentó en el Teatro La Capilla, en 2011, se llamó Laura & Jim, una versión del autor argentino Mauricio Kartun. La versión era una reflexión sobre la obra original de Tennessee Williams y las complejidades de la condición humana, explorando los vínculos familiares, los sueños perdidos y el precio de los deseos.

Laura y Jim fue una adaptación de Lourdes Sánchez y Amalia Rangel, quien dirigió la obra, con las actuaciones de Karla Reyes Galván (Laura), Eduardo Tanús (Tom) Patricia Kurczyn (Amanda) y José Ramón Berganza (Jim).

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El zoo de cristal tiene una versión cinematográfica de 1987, dirigida por Paul Newman, basada en la obra homónima de Tennessee Williams, protagonizada por Joanne Woodward, John Malkovich y Karen Allen.

Tennessee Williams sentía afecto por nuestro país, mucho hace referencia a México en sus obras, esta no es la excepción, vino al estreno del Tranvía de Seki Sano. Nunca me enteré de cuando la montó Héctor Mendoza… 

…No, la han resuelto como ejercicios de clase, Emma Dib, por ejemplo, que han trabajado mas de un año tales y cuales escenas, trabajé con Mendoza tal escena durante dos años. No de montajes, de ejercicio académico pero con seriedad.

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Otra vez, no es la primera, vuelven a trabajar en familia, ¿esto influye de alguna manera?, porque es el retrato de una familia un tanto tanto tóxica, que esté David Juan. Es una delicia volver a verlos juntos, seguramente su hija también algo tuvo que ver, siempre las echa la mano, aunque ella se niega a hacer teatro.

David. Nos ayudó un poquito porque estábamos con tan poco presupuesto, que a fin de cuentas, no teníamos quien nos pusiera los audios, y llevar texto en el momento en el que estábamos dejando el libreto y estábamos ya montando. Entonces la hija fue a apoyarnos, o sea que ahí anduvimos los cuatro.

Siempre solidaria.

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Fue algo donde siempre es un riesgo, Laura y yo trabajamos ya desde hace mucho tiempo, nos conocemos bien, pero con David Juan estaba ese riesgo, por una parte, haber qué química se daba, pero por otro era como un gozo, un placer, una posibilidad de estar los tres juntos haciendo algo así, y fue llevada de manera, creo yo, muy tersa, muy suave la relación. En realidad, no tuvimos ningún conflicto mayor, y si, por el contrario, un gusto enorme de regresar a casa sabiendo que íbamos los tres juntos, y que quién sabe cuándo se pueda volver a repetir la oportunidad, la experiencia y el gusto de trabajar con él.

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La habrá seguramente. ¿Y por qué El zoológico de cristal?

David. Mira, nos cayó, te diría, es decir, el grupo, la compañía francesa Comala tenía los derechos, es una obra que a la actriz de esa compañía, Anaïs Umano, ella justamente estaba haciendo su tesis de doctorado en la Sorbona sobre Tennessee Williams, y concretamente esta obra era de lo que más les interesaba y tenían los derechos, entonces nos lo propusieron, era nuestra posibilidad de segunda colaboración, tenían un pequeño monto de dinero como posibilidad para entrar a la coproducción y de alguna manera se ajustaba a una producción muy íntima, familiar, vamos a llamarlo así, casera. Estaba Laura, estaba la posibilidad de trabajar con David Juan, estaba Gabriel Pascal, que también es de casa, y parale de contar, y teníamos la posibilidad de trabajar en El Milagro. Entonces dijimos, se puede hacer con ese poco dinero armando una cooperativa y una fórmula de producción que nos permitía sacarla adelante, entonces esa fue un poco la manera.

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Conforme empezamos a trabajarla, vi esa traducción que había de editorial Losada, busqué otras, no me gustaban en general, y luego fui descubriendo, ya comparado con el original, que cometían muchísimas omisiones, que había muchas cosas no traducidas del texto, se veía que era como la traducción de una adaptación que se hizo en algún momento dado de un montaje en Argentina, esta traducción que es la que más se mueve. Lo explicamos así a la fundación que tiene los derechos, me autorizaron que emprendiéramos una nueva traducción, y una vez teniendo la traducción, me di a la tarea de adaptar, sin hacerle cambios radicales, pero sí pensando en dos Toms, en un Tom joven que coexistiera, como creo que refuerza la idea de la memoria, con el Tom adulto. El Tom adulto coexistiendo con la madre, y trabajar mucho esa idea de la intersubjetividad finalmente. Entonces el trabajo como tal, fue descubrir la maravilla de texto que es, la verdad, impresionante.

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Que es tristemente doloroso porque sabemos que es tristemente autobiográfico.

Laura. Claro. Sí, porque está el desdoblamiento del personaje y la memoria con sus “biombos”, pero también está, antes que nada, el escritor. El escritor que elabora, reelabora, y esa labor sanadora que tiene el arte, y por supuesto la dramaturgia, que son los diferentes puntos de vista: ¿cómo imagino que sería esto?, que no sabes si te lo contaron, lo estás recortando, si lo presenciaste, o si lo estás ya reinventando, en fin, tiene muchos planos, es padrísimo. Es un texto maravilloso.

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David, este desdoblamiento que haces, primero dos actores interpretando al mismo personaje, y luego, un actor interpretando a dos personajes. Es fascinante. Alguien mal pensado dirá, No tenían lana para pagarle a otro actor, pero me parece un juego escénico extraordinario.

Laura. David, esto no te lo he dicho a ti. Cuando ya empecé a escuchar los ensayos, hay un momento en donde Tom, fantasea lo que hubiera deseado para su hermana, cuando ella habla en francés, entonces yo estaba escuchando y de pronto sentí un sobresalto, y pensé que el que Tom primero, haga a Jim, el pretendiente, me pareció como un deseo del mismo hermano queriendo enamorarla, como cuando tenemos una amiga que le rompen el corazón y que dices me gustaría ser un hombre millonario y casarme con ella, consolarla. Pensé que me gustaba leerlo así, más que, No hay presupuesto y este chavo hace dos personajes, no, porque tampoco hay mayor distinción entre uno y otro, no se le ponen bigotes, hay una actitud, entonces parece que es también dentro del escritor un episodio más de amor sobre su hermana.

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A mí me encanta, muy al margen de presupuestos, porque seguro estoy que alguien con un sueldo bajito hubiera, por supuesto, aceptado trabajar con ustedes.

Que personajes femeninos crea Tennessee Williams, La gata sobre el tejado caliente, Blanche Dubois es la primera que sale al abrir la caja de Pandora, pero Amanda, y Laura, su hija, también. Mucha gente seguro pensará que ya la obra está pasada de moda, lamentablemente no es así, el modo de pensar ha cambiado, pero no en lo general, seguramente en muchos lugares todavía habrá gente que siga pensando así, que las ambiciones femeninas son casarse y tener hijos.

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David. Un espectador nos hacía una observación que yo dije, Bueno por qué está pegando tanto. Hemos tenido mucho público joven que con mucha emoción sigue la historia, que se pelean, muy posiblemente con su mamá a través de Amanda, que viven esas minusvalías psicológicas sobre su cuerpo y sobre la posibilidad de elegir sus noviazgos. Y un espectador adulto mayor me decía, ¿Por qué crees que está pegando a muy distintos tipos de espectadores, incluyendo mucha gente joven?. Que eso me sorprendía, y entonces él dijo. Es que ustedes tocan fibras que de una u otra manera todos nos vemos reflejados por un camino u otro.

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Entonces yo creo que esa habilidad tiene este texto. Claro que dices tú, ciertas cosas formales pudieran parecer telenoveleras si no le das su dimensión, pero al ser eso una obra de la memoria, te permite trabajar sobre atmósferas, te permite trabajar sobre ambientes, sobre cómo se deposita el tiempo y el paso de la vida en las cosas, y rehuir por supuesto al realismo en ese sentido, y ahí es donde creo que el texto permite la posibilidad de la adaptación, del juego, de la repetición de ciertos recursos que te hagan pensar, pues esto mismo, que el actor que hace a Tom joven sea Jim, y que, entrada esa lógica de la memoria, se permitan muchas cosas, más allá del reto que a mí me gustaba que lo corriera David Juan, de construir dos naturalezas tan diferentes. 

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El día que fui, alguien me dijo, Salí muy deprimida, a mí me parece una obra dolorosa por lo que plantea, todos estos personajes están en una mediocridad, están frustrados y condenados a no ser felices, no están realizados, y esto no me lo había provocado antes. Me acuerdo que en Canal 13, antes de ser Imevisión tuvo una etapa extraordinaria, estaba Don Luis de Llano Palmer al frente de la producción, estaba Antulio Jiménez Pons, y el teatro estaba muy presente, hicieron dos teleseries maravillosas, Los Miserables y Los bandidos de Río Frío, estaba La novela semanal también en formato de teleserie de cinco, o diez episodios, y estaba Los lunes, teatro. Uno de esos lunes vi esta obra, me acuerdo de José Alonso al final, que era el hijo. Pero esta puesta en escena, no me deprimió, pero me cimbró fuerte, y eso es lo que logran ustedes.

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Laura. Seguramente, pero al mismo tiempo como en pocas obras, y como pocos personajes, lo que lleva Amanda, mi Amanda, es la esperanza. Creo que nunca he hecho un personaje más contento y más esperanzado que Amanda, lo que pasa es que está en el molino de la vida. Ese tipo de naturaleza sabemos que la vida en sí misma, en general te hace polvo. Yo no la trabajé jamás como deprimida, ni como amargada, la trabajé como estas heroínas locochonas que tiene Tennessee Williams que son una cosa tremenda y que tienen raptos de pronto, pero con una enorme libertad sobre la plenitud y la felicidad de vivirte y visualizarte en un mundo, y lo que es tremendo es eso que cae y cae y cae, y cae, el molino sigue girando, por eso es el zoológico de cristal, ellos son de cristal, pero están llenas de luz, de recuerdos, ciertos, o no, pero que sostienen esa esperanza de un mundo mejor. 

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La escenografía, alguien comentó, es como el casco de un barco, sí, es cierto, pero a mí también me parece que están como en el interior de una ballena.

Laura. Es Pinocho. Cuando la vi, dije, “Sin hilos yo me sé mover”, si así es la imagen de Pinocho con Geppetto.

Al final ambas cosas aluden al mar, a donde Tom se quiere.

Laura. Y hay arena y un como malecón, un muelle.

Me gusta mucho. Gabriel Pascal vuelve a elementos que ya conocemos, pero no se repite, incorpora o quita cosas, ahora están en dos niveles. El uso de audiovisuales es excelente y enriquece mucho la puesta en escena. Todas las imágenes que proyectan son maravillosas, ponen en contexto la trama y lo remiten a uno a otros tiempos, y creo que una obra como ésta, difícilmente pudiera jalarse a que suceda en el 2025.

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David. Es un poco difícil, creo yo, porque ciertos elementos de idiosincrasia obedecen a esa época, la mirada de las chicas jóvenes es muy diferente, y, sobre todo, para mí es el tiempo Salvador, porque la materia prima de esta obra, para mí, es el paso del tiempo, como se ajusta el recuerdo en la cabeza de Tom, cómo tiene que huir, desgarrado, de su familia en ese momento; y tú dices, si este hombre emprendió el viaje a la marina mercante, seguramente llevaba su departamento y su escalera de incendios en su maleta, en el propio barco o en el fondo de una ballena, o estando parado en un muelle. Es decir, cómo operan los grandes desgarramientos que tienes en la vida, sea una separación de pareja, un irte de la casa, un emigrar de un país a otro. Arrastras lo que eres, te persigue hasta el último rincón del universo, y creo que eso es maravilloso en este texto, porque Tom es un hombre ya de mediana edad, haciendo el recuento de algo con lo que tuvo que romper siendo joven.

Quemar naves.

David. Quemar naves.

Laura. Y lo que no puedes acabar de superar, por supuesto.

Es el ancla que tiene que cargar todo el tiempo y a todos lados.

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Laura, ¿cómo te sientes trabajando con tu hijo?. Que bonito verlos juntos, hacienda madre e hijo.

Laura. Cada obra para mí es como una oportunidad de vivir otra cosa más, otra. Actoralmente es como si fuera buffet, mira, abrieron otra sección. Dentro de eso, en general, el que esté mi hijo conmigo, es algo que no tengo como agradecer a la vida, porque es como un sueño. Creo que en la práctica no me detengo en eso, lo tengo que tratar como un compañero, creo que es más difícil para él, porque yo creo que él con sus compañeros es más relajiento, supongo, en fin, y como está su mamá, y mira que me trato de separar. Pero antes que nada es un privilegio, es increíble.

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Cuando lo escucho cantar, esto ya es intimidad, porque es un tránsito donde yo entro y me siento, él está cantando y yo estoy sentada, y actoralmente estás como rebobinando para continuar, y ahí siempre hay una pequeña rendija de mamá, y entonces el que esté cantando esta canción, el que esté su voz llenando todo ese teatro, que ese teatro no hay nada en el mundo, ni nadie, que me conozca más que ese teatro. Lo que yo pueda hacer, lo he depositado ahí, sentir eso unos segundos, y ya, empieza la escena.

¿Los otros dos actores?.

Laura. Cooper ha sido como compañero, una experiencia increíble, que compañero tan generoso, tan talentoso, tan divertido, inteligente. Cooper es genial, más porque sabes que vamos a trabajar cosas muy profundas, muy dolorosas, y a mí cuando trabajo eso en escena, me gusta que el camerino sea muy suavecito. Los camerinos tortuosos porque vas a hacer una cosa tortuosa, no, me parecen como de primero de actuación. Cooper es genial, y Anais yo creo que ha puesto todo, todo de su parte, ha sido muy difícil para ella, supongo, porque es otra escuela completamente diferente, pero yo creo que fluimos. David tiene que decir, yo soy la más latosa, lo reconozco.

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David. Tal cual lo dices Laura, Cooper es un actor espléndido. La verdad siento que merecía tener un protagónico hacía tiempo y está en un punto de madurez excelente, y también, como persona, me siento muy identificado con su proceder teatral, con su proceder escénico, la idea de cómo, finalmente aquello que decía Ludwik Margules, madura uno en el arte, y el arte madura en uno… …que buena frase… …lo veo realmente como ama su oficio, eso es maravilloso, compartir el trabajo con alguien así, porque fue, independientemente de que era la primera vez que trabajábamos, y que yo lo he visto en muchos trabajos, el ha seguido nuestra trayectoria también, y de repente te junta la vida y dices, pertenecemos a la misma camada, a la misma familia. Padrísimo.

Laura. Cooper y yo todos los días repasamos memoria de las escenas, sobre todo dos que son muy complicadas, y a mí me encanta que no hay día que no nos carcajemos, y sabemos que al rato vamos a estar trabajando el opuesto, desde un desgarramiento y pleito y lo que sea. Me gusta mucho que entendemos esa cosa actoral donde dices, Bueno, le vamos a entrar con todo, pero esto es de risa loca, me explico, esos extremos emocionales que plantea Tennessee Williams de esta relación.

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David. Con Anaís yo creo que ella hace un trabajo, diría yo, de una batalla brutal por trabajar en otro idioma, es decir, yo lo que quise hacer también es que los trompicones de texto, o los problemas que había de articulación, se volvieran como parte de la naturaleza de la chica, de Laura, que fuera parte de esa minusvalía, y en ese sentido, mis respetos a cómo se sobrepuso. Tiene un español solvente, pero no es su lengua, y construir otra naturaleza con una obra realista, con una obra que demanda todo el tiempo pensamiento, estímulo, reacción, y demás, finalmente creo que hizo un esfuerzo enorme para sacar adelante el proyecto.

Lamentablemente la temporada es cortita.

David. Queremos, no tenemos los recursos, pero vamos a apostar, porque ha habido una muy buena respuesta de público, entonces terminada esta temporada, queremos regresar en febrero, esta termina el domingo 21 de septiembre, y el plan es volver en febrero bajo el esquema con el que hemos producido, que es una cooperativa. 

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Drama íntimo y nostálgico ambientado en el St. Louis de los años 30. Narrada desde los recuerdos de Tom, un joven dividido entre el deber y el deseo de escapar, la obra retrata a una familia marcada por la fragilidad emocional. Con una madre anclada al pasado y una hermana que se refugia en su mundo de figuras de cristal, la memoria se convierte en un espejo poético de lo perdido y lo irrecuperable.


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El teatro es de todos. ¡Asista!

 

Absolutamente recomendable. Imperdible.

 


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El zoológico de cristal, de Tennesse Williams.

Dirección: David Olguín.

Actuación: Laura Almela, Miguel Cooper, Anaïs Umano, David Juan Olguín Almela. 

Escenografía e iluminación: Gabriel Pascal.

Producción ejecutiva: Fernando Valenzuela C.

Viernes, 20 horas, sábado, 19 horas, domingo, 18 horas, hasta el 21 de septiembre.

Teatro El Milagro. Milán 24 Entre Lucerna, Calle Gral. Prim y, Juárez, Cuauhtémoc, 06600 Ciudad de México, CDMX. Entrada general: $300.

 
 
 

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