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¡Yo tengo una mejor idea! Por: Salvador Perches Galván y Roberto Sosa

Actualizado: 28 dic 2020



Todo comienza con un grupo de infantes cantando una bella canción en náhuatl, que nos introducen a episodios en la vida de Emiliano Zapata, gracias a los cuales, tenemos un acercamiento al ser humano y no al héroe de estampitas biográficas o bustos de bronce, se trata de Estampas zapatistas, escrita por Jaime Chabaud y dirigida por Marisol Castillo con la compañía de teatro comunitario Mulato Teatro.

En días pasados, pudimos conocer el relevante trabajo que han llevado a cabo Chabaud y Castillo en su lugar de residencia, Ticumán, en el estado zapatista de Morelos. Ahí tuvimos oportunidad de platicar, tanto con los directivos de la compañía, cuya labor realizó el colega y amigo Roberto Sosa; y quien esto escribe, Salvador Perches, con algunos de los integrantes de la misma, y con la actriz venezolana asentada en México, Simona Chirinos, protagonista de otro montaje memorable de Mulato Teatro, Domingo Angola.



ANTECEDENTES.

Mulato Teatro es un proyecto que nace en la ciudad de México, sus fundadores son la pedagoga, actriz y directora Marisol Castillo de origen colombiano y el dramaturgo y editor mexicano con raíces suizo-mexicano Jaime Chabaud. La compañía se traslada y establece en Ticumán, Morelos en 2017 sin dejar de tener un pie en CDMX.


Es un proyecto profesional de teatro, son palabras de Chabaud, nace en ciudad de México, chilango, pues. Comenzamos a trabajar cosas juntos porque Marisol Castillo parecía no tener un gran futuro en el teatro mexicano, porque hay un prejuicio muy grande, muy extendido –eso lo pueden contar actrices como Muriel Ricard, Cristina Giles, etc.-, de los directores de escena respecto a las actrices afromestizas o afrodescendientes. Incluso cuando montan una obra gringa, no pasa por su cabeza traer a una actriz de origen, con ancestros que vinieran de África. Prefieren poner a una mujer con rasgos indígenas haciendo un papel de negra que traer una negra (que ahora el termino negra está mal visto, el término concensado como correcto es “afrodescendiente”). Así que nos tocó comenzar a hacer proyectos para ella, a la medida, incluso con obras que no tenían que ver con la afrodescendencia, como Pi pi, Fede Fede Federico, etc. Y poco a poco directores como Jesús Jiménez, Luis de Tavira, Enrique Singer -quien la llamó para compartir escena con Ricardo Blume en Natan el sabio-, o Richard Viqueira, quienes comenzaron a llamarla e interesarse por tener una actriz con sus características en el escenario; se fue rompiendo el prejuicio. El nacimiento de nuestros hijos, mulatos hermosos, nos fue llevando a la necesidad de generar un discurso propio. Un montaje fundacional fue en 2008, Marisol junto con Jesús Jiménez, dirigen el espectáculo Cuentos eróticos africanos del Decamerón negro, que es la historia del mundo vista desde el sexo y cosmogonía africana. Resultó un espectáculo muy divertido, muy exitoso, que ha tenido muchas temporadas y sigue vivo desde su estreno. El fenómeno de Cuentos eróticos… también nos llevó a cambiar los paradigmas: las obras no son desechables, las obras deben hacer repertorio, si mañana nos llaman para dar una función de Cuentos eróticos…, se puede armar el elenco para hacerla, invitar a las actrices, y si están desocupadas, se logra.

La piedra de toque, ahí donde yo creo que para nosotros el asunto afrodescendiente cobró forma y tomamos conciencia de que esa era nuestra vía fue cuando propuse a Marisol hacer la obra Cocinando con Elisa, un texto de Lucía Laragione, que es sobre las viejas estancias argentinas de finales del siglo XIX, lo que nosotros llamaríamos haciendas o casas señoriales de campo. Desde aquellas cocinas enormes donde siempre había una criada jefe de cocina, asistentes y demás, se teje la historia. Cuando leí la obra dije: esto puede ser perfectamente traducido a la época del porfiriato, entre una jefa de cocina indígena con aspiraciones de cocinera afrancesada (el porfiriato, estaba de lujo) y una asistente negra, una “pinche” de cocina negra. Porque desde la época colonial los africanos traídos forzadamente sufrieron una doble estigmatización, por los españoles, pero también por los indígenas americanos: les despreciaban. Esa obra fue la piedra de toque, actuando Marisol y la estupenda María del Carmen Farías y dirigida por Enrique Singer, tuvo funciones en la Sala Villaurrutia. Eso nos marcó. De Cocinando con Elisa pasamos a varias cosas, Marisol a actuar con Richard Viqueira en Dramafest y con la Compañía Nacional de Teatro y yo escribí varias cosas intermedias para la Compañía Nacional, etc.


Después de eso surgió la necesidad-obligación, en 2014-2015, de investigar sobre Yanga, el negro cimarrón que, en la zona de Córdoba, Veracruz y sus inmediaciones generó toda una revolución en el siglo XVII. Fue quien puso al gobierno colonial de cabeza; él tenía su palenque en la sierra de Zongólica, y como no le podían dar casa le conceden territorio libre en 1612. Esa historia de un negro que logra, mediante la lucha, que el gobierno virreinal y la corona española le concedan territorio libre y se funde el pueblo de San Lorenzo de los Negros, es un hito histórico que nos parecía digno de contar. Ya lo había contado en el año 1970 Otón Arroniz en la Universidad Veracruzana y por allí hubo alguna novelita en los años 40 o 50 del siglo XX. Pero en realidad no se ha hecho “la biografía” de Yanga. Sólo son girones de la historia. Está ligeramente mencionado por aquí, por allá, pero nada sustancial; en el propio Yanga no encuentras una historia monumental sobre Yanga porque no existe y para que eso suceda ha contribuido el que se hayan quemado los archivos históricos en Córdoba y Xalapa. Por tanto, resulta difícil la reconstrucción de la vida de Yanga.

A partir de esto se da una fusión de dos pensamientos; Marisol Castillo con orígenes afrodescendientes, Jaime Chabaud euromexicano, y así crean la compañía Mulato Teatro. Marisol Castillo es el motor vital del discurso, del rescate y la visualización de la afrodescendencia.


LAS SIMIENTES.

En 2010 la familia Chabaud - Castillo adquiere unos terrenos con una casa en el pueblo de Ticumán, municipio de Tlaltizapán, Estado de Morelos; al principio solo se concretaban los proyectos profesionales de la compañía, escritura, dirección, diseños, algunos ensayos, etc. para ser estrenados en la Ciudad de México, pero…


Hace como tres años se acercó a nosotros la comunidad, continua Chabaud, comenzamos a hacer teatro comunitario. El teatro comunitario nos encontró a nosotros. El teatro comunitario es lo que llaman en Argentina el teatro de vecinos. En México no estamos inventando el agua tibia, tiene larga data, el teatro que se hace en comunidad, para religar la comunidad. Es decir, en el teatro comunitario volvemos a los orígenes religiosos del teatro y al origen primigenio de la palabra religión: religar. Ahora se dice la “reconstrucción del tejido social” aunque es una moneda que han manoseado tanto los políticos sin accionar casi en absoluto y se ha gastado.


Se llega enero de 2019, nos dicen mordiéndose el rebozo: “oigan será posible, que quizá -para entonces Marisol y yo ya estábamos enamorados de ellos-, sería posible… ¿les gustaría trabajar con nosotros?” Marisol y yo nos volteamos a ver y dijimos: ¡Sí...!! Allí arrancó esto que ya se volvió una enorme pasión.


La directora y actriz, con vasta experiencia en la materia, Marisol Castillo, toma la palabra. Trabajar con las personas que hoy conforman nuestro grupo de teatro comunitario es muy gratificante. No sólo por los bellos seres humanos que son, sino también porque me permiten regresar a mis raíces: El Teatro Comunitario. A mis 11 años, gracias al Teatro Esquina Latina de Cali, Colombia, encontré un espacio seguro donde podía convivir con otros chicos de mi edad o mayores que yo, todos trabajando a la par, en iguales condiciones y, a través del juego, disfrutábamos del resultado de nuestros personajes en escena.

En ese entonces no sabía que el teatro me cambiaría la vida, porque llegó para nunca irse. El Teatro Esquina Latina y su proyecto comunitario me brindaron la oportunidad de salir, de ver la luz, de ampliar mis horizontes. Esas mismas oportunidades son las que queremos brindarles a nuestras niñas, niños, adolescentes y adultos participantes en nuestro proyecto comunitario Mulato Teatro. Queremos brindarles todas las herramientas para que su mirada sea reflexiva, empática, constructiva. Que les ayude a generar pensamiento analítico, que rechace los estereotipos que reproducen ciclos violentos, discriminación o cualquier acto que ponga a otro ser vivo en estado vulnerable. Esa es nuestra meta con este grupo que se acercó a nosotros diciéndonos: “Hacemos estas actividades culturales y estamos interesados en mejorar ¿Nos ayudarían?”. Ese fue un momento muy emotivo y muy significante para mí, ya que me daban la oportunidad de seguir multiplicando lo aprehendido en Cali, Colombia.


Toman la palabra algunos de los integrantes de la compañía, desde los mas pequeños a la mayor:


Onney Labra Brito. Yo pertenecía a un grupo de teatro que se dedicaba a representar La pasión de Cristo en el pueblo y hacíamos también pastorelas. En una pastorela, hace como dos años, nos vio la maestra Marisol, y le pedimos ayuda, algunas clases algo de entrenamiento, y nos dio unas clases de calentamiento y esas cosas.

Cuando se acercan los maestros y empezamos a ver la forma como ellos hacen el teatro, y nos plantean el proyecto comunitario, nos damos cuenta que el teatro es transformador, que podemos aplicar valores de nosotros y transmitirlos por medio del teatro. La disciplina que se maneja con los maestros es totalmente diferente a la que teníamos, o, más bien, no teníamos en el otro grupo. Aquí empezamos a tener una disciplina y a ver cómo todo va encaminado, no solo a hacernos mejores artistas, no, sino mejores personas y que podemos ser espejos en la comunidad y que por medio del teatro podemos empezar con el cambio social que tanto necesitamos, porque desafortunadamente el municipio ha sufrido mucho la violencia en estos tiempos, entonces ya lo vemos desde otro punto de vista, ya vemos como el trabajo que estamos haciendo aquí nos ayuda a nosotros mismos, nos transforma desde adentro, y cómo podemos llevarlo a nuestras familias y a la comunidad.

A través del teatro comunitario, estamos haciendo comunidad, no solo entre nosotros sino tratando de mejorar, y replicarlo en la sociedad aquí en el pueblo. Igual hubo un proyecto para ser multiplicadores y salimos a otras colonias, entonces la verdad es que es totalmente diferente, le hemos agarrado muchísimo cariño, y sobre todo, sabemos que vamos haciendo lo que nos toca a cada quién por transformar.


El niño Andrey Cabrera Labra, afirma. A mí me gusta mucho cantar y cuando me subía a un escenario me daba pena y me vine aquí para quitar la pena y porque le quise entrar al teatro. Me llamó la atención y sí me gusta mucho. Ahora me gustan mucho las dos, porque en unas obras actúo y en otras canto. Estamos preparando una obra que se llama a Fede Fede Federico, y casi en todas las escenas canto.

El teatro cambio mi forma de expresarme y mi vida social, socializar con más personas y a perder la pena también.


Por su parte, la pequeña Galilea Sayan Sánches Ortiz nos comenta. Yo entré por mi compañero Onney, le comentó de este grupo a mi mamá, y decidimos venir aquí, también mis hermanos están aquí en el grupo. Y la primera obra que montamos fue Estampas zapatistas.

De hecho, el teatro ahorita ya me mantiene más despierta en la escuela. Por lo que hablamos aquí de Zapata, cuando toca en la escuela clase de historia, yo rápido me pongo a contestar las preguntas, ya se más. Me gusta mucho el teatro.


En Estampas Zapatistas, participa gente de la comunidad, son palabras de su autor, de entre 5 y 68 años que se reúnen por el placer de hacer arte para el disfrute del tiempo libre, por el gozo y la salud mental. Realizar un ejercicio artístico, estético, de divertimento, en su tiempo libre los re-liga. Ellos ya tuvieron jornadas de ocho o diez horas laborales, pagadas pésimamente y se reúnen por la tarde para hacer teatro. Aquí la gente gana un salario mínimo o dos a lo máximo: hay gente que vive con hambre. Nuestra suerte es que ellos ya hacían teatro sin herramientas, por el simple gusto de reunirse. El bicho del teatro ya estaba en ellos. Es teatro desde la comunidad, con la comunidad, para la comunidad. Llevan 20 años haciendo La Pasión de Cristo. Dieron una función de su pastorela en un pueblo cercano que se llama Temilpa Viejo, y allá los fuimos a seguir; ya había mensajitos que nos mandaban con un tendero, para ver si nos acercábamos. Y cuando al fin se acercaron (porque fuimos a verlos como público), rompieron la barrera. Comenzamos a darles clases, sin otra pretensión.



A lo que la directora añade: ¿Cómo es trabajar con actores comunitarios?. A diferencia de los estudiantes de una carrera profesional, que pagan para hacerse estrellas de tv, cine, teatro musical, etc. Los actores comunitarios invierten su tiempo y cansancio con el objetivo de hacer comunidad, de trabajar en equipo, de gestar una cultura de paz en su zona a través del arte. Sí, les llena el alma el aplauso al terminar cada función, pero los llena más el saberse parte de un grupo de persona con los que pueden contar en cualquier momento.

Como pedagoga he podido aterrizar estrategias que les facilite su proceso de aprendizaje al encarar la escena; encaminarlos a un desarrollo más integral, educando no sólo su expresión corporal y musical, sino también la lectura en voz alta, el debate analítico, la investigación de campo, las entrevistas, etc.


Nuestro objetivo es contribuir a su formación integral, abonar a la gesta de mejores seres humanos. Y sabemos que vamos por buen camino, porque los cambios, de cuando iniciaron (3 años atrás) a la fecha, son notables. Por ejemplo, al inicio era muy conflictiva la forma como se relacionaban entre sí; también no era nada grato escucharlos hablar de alguien con preferencias distintas a la de ellos; o tanto hombres como mujeres no podían sostener la mirada al hablar; también la mayoría de infantes y adultos mostraban secuelas de una mala educación formal, al leer en voz alta o al tratar de estructurar el análisis de lo que leían. Ahora su lectura, como la comprensión de la misma, ha mejorado mucho, al igual que su autoestima; las mujeres del grupo son proactivas y empoderadas; cuando hay algún mal entendido entre ellos lo hablan de inmediato, con la consigna de decir las cosas como me gustaría que me las dijeran a mí; y además todos son conocedores de sus raíces y están orgullosos de ellas.


La integrante mas grande del grupo, Eleuteria Guadarrama Hernández, nos comparte su experiencia en el teatro: De hecho, me invitaron, me rogaron, pero a este grupo no, al anterior. Y casi todos nos venimos para acá.

Yo entré al otro grupo en el 2008, ya tengo rato, y desde que empezamos Estampas zapatistas me he sentido muy bien aquí.

Yo trabajaba en una farmacia, trabajé 19 años, este marzo pasado fue cuando renuncié a mi trabajo, y ahorita estoy en la casa, mi hermana tiene un negocito de vender agua potable en garrafón y ahí le ayudó un rato.

La actuación ha modificado mi vida porque yo era muy, muy tímida, muy seria, casi no hablaba y ahorita sí he cambiado un poco.


Interviene Simona Chirinos, actriz profesional venezolana, quien tiene, como siempre, un excelente desempeño como Domingo Angola en la obra homónima, producción de Mulato Teatro. Son obreros, son albañiles, amas de casa, estudiantes, en el caso de Barbarita Barberi, (quien participa en Domingo Angola) ella trabaja con títeres, es titiritera, como Domingo Angola, y tiene toda una historia, pero no había actuado. Lo hermoso de este encuentro entre Isidro Cuevas Romero, el señor Armando Zamora Mora y Barbarita, este encuentro hermoso que nos permitió Marisol fue: Simona vamos a trabajar con esta gente y lo hermoso es la nivelación, si, somos profesionales, pero ellos también. Jalamos para que convirtieran, con nosotros, esta historia a nivel profesional. Y es un honor para mí, siempre lo digo, se los dije a los compañeros: ¡Que hermoso trabajar con ustedes, que hermoso, que nivel de preocupación y de compromiso!.

El señor Armando, por ejemplo, no solamente actúa, hace toda la utilería, con una disciplina, con una dedicación. Tengo que hacer un arma, un arcabuz, lo voy a hacer lo mejor posible, con detalles, con cosas, dándole la “vida” que el arma tiene, que la gente ve y dice es un arcabuz, no ve un elemento de utilería, no, la gente ve un arma de verdad.


Armando Zamora Mora, a quien podríamos llamar Jefe de utilería, nos comparte como se involucra en esta área de la producción teatral. Todo lo que sé, se lo debo a mi padre, mi padre fue mi gran maestro en todos los aspectos. Mi padre era un todólogo, aparte de su profesión, que él es clown, payaso, él era dibujante. Toda mi familia se inclinó por el dibujo, la rotulación, todos eran rotulistas, entonces yo aprendo eso, y fuera de los escenarios, fuera de las pistas de circo, mi trabajo era la rotulación, el dibujo, que es de lo que yo vivo hasta la fecha. Ahorita lo he dejado un poco por el teatro y todos sus compromisos, pero de ahí empieza todo eso. Mi padre hacía utilería, escenografía, la mayor parte de equipo que usamos nosotros de payasos, porque yo forme pareja con mi padre, durante 43 años fuimos Zamorin y Pellizquito, la mayor parte de utilería la fabricaba mi padre, y ahí aprendo desde niño, simplemente viendo.

Por lo regular todos nuestros vestuarios de payaso son elaborados por mí, son bordados por mí, aplicaciones hechas por mí y por mi esposa. Entonces toda mi utilería, pelucas, todo, yo me lo fabricó, de repente, necesitamos unas botas de duende, ¿qué hacemos?, pues las hacemos. Necesito una funda para pistola, la hacemos. Necesito el revolver, pues lo tallamos en madera, como las 30 30, los mausers. Todo lo que se usa en las obras, lo elaboro yo… …una linterna mágica, una letrina… …todo lo llevó yo a cabo, pero todo es enseñanza de mi padre.



Pero, detrás de esa enseñanza y de ese aprendizaje hay una enorme capacidad de improvisación, de creatividad, de resolver y de hacer con elementos mínimos.

Es eso, crear, imaginar, a mi algo que me gusta demasiado es reciclar, reciclar por qué, porque esta caja que para muchos es basura, para mí no, me sirve para hacer algo, una simple ficha; o una botella, yo le puedo sacar mucho jugo, y la gente ve en escena un artefacto: ¡mira que bonito esta eso!, y no se dan cuenta que puede ser una simple botella, una simple tapa de algo. La mayor parte de utilería que yo creo, lleva mucho reciclado. Yo junto tornillos, veo tiradas rondanas, tuercas, clavos, todo lo que veo lo alzó y lo guardo porque en un momento dado, algo de ahí voy a crear. Al teatro le sirve muchísima basura, que se puede convertir en algo muy padre.


Como dice Simona Chirinos, la esencia del teatro comunitario es un teatro creado en comunidad y parte fundamental de ello es la música, y es Andrés Gilberto Cabrera López, músico y compositor, quien lleva la responsabilidad de la parte sonora de la compañía, quien nos comparte: Trabajamos en Estampas zapatistas algunas partes, pero ahorita ya estamos más metidos en la obra Fede Fede Federico, que ahí tengo una participación fundamental porque ya se convirtió casi en un musical. Iniciamos con una idea, Andrey, que es mi hijo, canta, entonces le dije a la maestra: estaría bien padre hacer una canción propia y la maestra dijo: bueno vamos a hacer una canción de esto. La hicimos, pusimos otra escena. Oye ¿qué te parece si ponemos otra canción aquí?, entonces se hicieron canciones en toda la obra, ahora es una canción por escena y quedó bien padre.

También estamos trabajando en las partes dialogadas. En las partes graciosas metemos unos acordes para que la escena tenga esa chispa musical, en las partes de suspenso también.

Fede Fede Federico lleva esos toques musicales en todas las escenas, en toda la obra y si es fundamental.


No hemos dejado ni dejaremos CDMX, retoma el dramaturgo y director de la editorial Paso de gato, ahí también hay trabajo qué hacer. Ticumán es un pueblo de brujos y es un pueblo afrodescendiente ¡y no lo sabíamos viviendo acá…!! Encontramos una referencia que nos dio Antonio González de León, antropólogo. En la hacienda de Xochimancas a 4 kilómetros de esta casa, hubo un censo a mediados del siglo XVII, que asentaba la posesión de 300 esclavos negros. Esta hacienda la manejaban Jesuitas. Y esos negros qué ¿se evaporaron…? Es lo que ha hecho la historia de México, evaporar la raíz africana; una de las tres raíces de la mexicanidad, la evaporaron, blanquearon la historia.


Refuerza la también pedagoga. Aquí cabe mencionar que nuestro grupo actual, nuestros chicos Cuatecomates, en su mayoría comparten la herencia indígena o afrodescendiente. Su forma de relacionarse con el mundo es distinta a los chicos de las grandes ciudades, aunque están expuestos a la violencia común de la zona y al narcomenudeo que azota cada vez más a la población, el grupo conserva esa esencia ancestral del respeto a la vida en comunidad; por eso las estrategias que uso con ellos son diferentes a las usadas en su momento en Cali, Colombia. Siempre a través del respeto y el amor, principios primordiales en el trabajo comunitario.

Algo recurrente en este proceso, es tener invitados que han llegado a observar una clase o a acompañar a uno de los integrantes y, al participar en las actividades deciden quedarse en el grupo. También la mayoría de las personas que entran a los grupos de teatro comunitario, llegan porque quieren estar, porque quieren tener un cambio real, les interesa estar activos en la comunidad, les interesa convivir con iguales. Es a partir de su entrega y compromiso, que podemos consolidar un trabajo artístico con ellos. E implementar las estrategias necesarias para contribuir al desarrollo de todas sus capacidades. Brindarles la oportunidad de no caer en pensamientos como: “si no robo, no como”, “si no aborto, no puedo seguir viviendo”. Aquí les abrimos las puertas para ocupar su tiempo libre en una actividad creativa, fomentando la prevención y la gesta de recursos que ayuden a su economía.


Al respecto, abonan los integrantes de Mulato Teatro…


Myrian Amanda Ortiz Venancio afirma: Empecé a ver el trabajo de los maestros cuando ya corrían los ensayos de Estampas zapatistas. Me gusta, creo que es una forma de expresar todo lo que traemos, lo que sentimos, nuestras raíces, lo que somos como mexicanos, como morelenses, y esta padrísimo.

Somos provincia y aquí en lo que es el estado, hay mucha violencia. Los chicos que no están drogándose ya forman parte de alguna forma, o se drogan o lo circulan, aquí, en Tlaltizapán, cuatro de cada diez chicos ya están metidos en esa situación. El teatro modifica conductas, la forma de pensar, la forma de vida, la forma de expresarse, si, el arte modifica muchas cosas. Integra muchos conocimientos, estilos de vida, edades. Nosotros, todos somos diferentes, algunos tenemos profesión, algunos no tenemos, pero nos integra a todos como grupo, desde pequeñitos hasta la persona más adulta. Llegamos aquí todos con nuestros problemas, tal vez, pero llegando aquí, es una unión y a lo que vienes y se olvida y saltas ese bache que tal vez tienes en casa, o en el trabajo, porque siempre hay problemas, pero llegas aquí, saltas ese bache, y continúas y vas modificando y vas saliendo de todo. Las diferencias aquí se pierden, todos somos iguales, todos nos tratamos igual y vamos escalando hacia arriba siempre.


Por su parte Johana Arizai Castillo Valdivia nos comparte, me ha cambiado, era una persona muy reservada, no era muy expresiva, me costaba mirar a la gente a los ojos y siento que eso me ha ayudado mucho, tanto en mi personalidad, como en forma de pensar también.

Además, aquí en este pueblo se presenta la violencia y muchos jóvenes de mi edad y más chicos empiezan a incurrir en las drogas y todo eso. Yo siento que sí es algo para decirles eso, mostrarles que hay otro camino, que no pueden irse por ese y que aquí también pueden expresarse, pueden hablar lo que no pueden decir por fuera, en una obra. Siento que el teatro es eso, es como un portavoz de las personas que no pueden decir. Somos como su portavoz de ellos.


Ethan Santiago Sánches Ortiz. Entré aquí porque mi mamá me dijo que viniera, no me dijo para que, en ese tiempo no me gustaba estudiar teatro, se me hacía como raro, pero entré y ya estando aquí vi las cosas de otra forma, piensas de otra forma, tu forma de hablar, de ser, cambia. No fue una decisión que saliera de mí, pero la verdad le agradezco mucho a mi mamá por haberme invitado a venir porque es algo maravilloso el teatro. Hay mucha gente que tampoco le gustaba el teatro, como a mí, y que ha entrado a este a este mundo y ha cambiado totalmente, han mejorado como personas por el teatro.


Gael Quintero Cabrera. Vi Estampas zapatistas hace un poco más de un año, y me gustó mucho, yo los veía y decía: yo quiero hacer eso, y así me empezó a llamar un poco más la atención porque ya lo quería hacer desde antes. Yo he visto muy pocas obras de teatro, pero prefiero estar aquí, que a cómo están hoy en día muchos de mi edad en este pueblo. La verdad sí me ha gustado muchísimo, me hubiera gustado entrar desde el principio, es mucho mejor de lo que creí la actuación y estar con cada uno de los que están aquí.


ESTAMPAS ZAPATISTAS.

Mulato Teatro inició con clases aisladas de fin de semana hasta que los participantes apelaron por un proceso artístico que derivara en una puesta en escena.


Así lo confirma Johana Arizai Castillo Valdivia. Fue por una idea de que queríamos hacer algo por el centenario del asesinato de Emiliano Zapata que fue el 10 de abril de 1919. Mi compañero Isidro le pidió al maestro Jaime algo, que le adapta un corrido, no sé muy bien, y de ahí nos damos a la tarea de investigar sobre la revolución y nacen las Estampas zapatistas.


Isidro Cuevas Romero, quien da vida al mismísimo Zapata, toma la palabra. La idea ésta de las Estampas zapatistas, se me ocurrió a mí porque se acercaba el aniversario luctuoso del general, entonces no podíamos dejar pasar eso siendo nativos, oriundos de estas tierras, entonces dijimos, hay que hacer algo, no sé, desfilar tal vez caracterizados, decir algunas líneas que dijo ese hombre en su lucha, queríamos hacer algo, no sabíamos de dónde agarrarnos y dijo el maestro: Aguántenme, ¡yo tengo una mejor idea!.

Y nos empezó a mandar los guiones por vía WhatsApp, y nosotros sufriendo porque eran muchas letras, jamás nos habíamos aprendido tanto texto, nosotros trabajábamos con YouToube, sacábamos textos cortitos, adaptados y lo que él hizo, yo veía letras, letras, textos, líneas y líneas, entonces estaba yo como arrepentido de haber abierto la boca, todos me miraban feo, cada que sonaba el tono de whats todos decían NO, pero mire qué maravilla hemos logrado.


Chabaud nos comparte como fue el proceso de creación del texto. Dicen algunas anécdotas que aquí perdió aquel dedo por el que se creó el mito de que Zapata no había muerto. El cadáver que expusieron en Cuautla tenía las manos completas, no les faltaba el dedo que se supone que, en la charreada de Ticumán, le voló un toro cuando con la cuerda lo lazó y ¡zas…! Voló un dedo de Emiliano. Luego nos fuimos corriendo a conseguir en librerías de viejo el libro de Sotelo Inclán y al Fondo de Cultura Económica a comprar el John Womack. Comenzamos a buscar muchas otras pequeñas biografías que se repiten hasta la náusea, que dicen lo ya obvio. Nos leímos el guion estupendo de John Steinbeck que hiciera película Elia Kazan. Y comenzamos a entrevistar, a escuchar la voz de aquellos que quedan, hijos y nietos de los zapatistas… Llegaban los actores con entrevistas, videos; “entreviste un viejito que su papá estuvo con Zapata”.



Allí nos planteamos ir hacia las fuentes orales; fuimos con varios cronistas locales, con ancianos que sus familiares pelearon con Zapata, etc. De allí salieron un montón de otras historias maravillosas que no han sido contadas. A partir de las biografías y los relatos orales escribo la dramaturgia. Escribí para la escena; así “salían los tamales y se iban a poner en escena”, salían de la impresora, hacíamos copias, engrapábamos, se leían y ensayaban de inmediato. Sin saber cuál habría de ser la forma final. Ellos tenían un rompecabezas de escenas. Marisol le dio el orden definitivo que me parece maravilloso, yo le hubiera dado un orden equivocado, allí la intuición de la directora fue total.


Continúan los integrantes de la compañía. En esta obra todo lo que presentamos es verídico, afirma Myrian Amanda Ortiz Venancio, el maestro y los compañeros se dieron a la tarea de ir a diferentes localidades del municipio con personas que conocieron al general Emiliano Zapata o con familiares, que cuentan las anécdotas reales, entonces todo esto es real, y todos nosotros, como decía el maestro, quien no tenga sangre zapatista, no es de aquí, entonces esta obra es totalmente real y así la llevamos a escena. Y es bien emocionante, la verdad es que se eriza la piel, a mí misma, me gusta ver a los compañeros cuando estamos trabajando, porque no es lo mismo que ensayemos, a que ya estemos caracterizados, a que ya estamos dentro de personaje, es totalmente distinto. Es padrísimo.


Aparte, como dice el maestro Jaime, concluye Johana Arizai Castillo Valdivia, habemos gente aquí, que hemos tenido abuelos, bisabuelos, que pertenecieron a esto y crecimos con las historias de la Revolución, entonces es más creíble el hacer esto.


Complementa Chabaud. La idea es del grupo comunitario. Mis antecedentes en el trabajo del teatro histórico son amplios desde Que viva Cristo rey, Divino pastor Góngora, Perder la cabeza… En fin, de inmediato dije que sí. Yo creía conocer a Zapata y no, no conocía a Zapata. Su pasión era la que me movía. Aquí todos tienen origen zapatista, todos, los abuelos, las abuelas, los bisabuelos o bisabuelas que fueron amantes del general Pío Quinto Galis o de Amador Salazar. Quizá hubo amores de Zapata aquí. Para nosotros fue un hallazgo que termine Estampas Zapatistas con la foto histórica tomada en Cuautla de Zapata muerto, en el ataúd y exhibido por los federales y que de pronto Zapata resucité, escupa los algodones que trae el cadáver y diga: no señor presidente no estoy muerto –Zapata sigue vivo- y que terminemos con el himno nacional cantado en náhuatl.


TEATRO COMUNITARIO

Con décadas de experiencia en la dramaturgia, la gestión, la academia y la publicación de libros y revistas, a Jaime Chabaud no le es ajeno el teatro comunitario, tuvo la fortuna de trabajar con la entrañable María Alicia Martínez Medrano, creadora del Laboratorio de Teatro Campesino e Indígena, que tanto prestigio dio a nuestro país, particularmente el de Oxolotán, Tabasco, con la memorable Bodas de sangre, adaptada al pueblo y que triunfó apoteósicamente en Fuentevaqueros, pueblo natal de su autor Federico García Lorca, y en el mismísimo parque central de Nueva York.

En los mismos terrenos, es autor de El teatro rural en México, producto de una profunda investigación publicada en la monumental enciclopedia Escenarios de dos mundos. Inventario teatral de Iberoamérica, publicada por el Centro de Documentación Teatral de España y que da cuenta de la historia y actividad teatral trascendente de 23 países que conforman Iberoamérica.



El trabajo con la comunidad, es la palabra de Chabaud, el trabajo con jóvenes, niñas y niños, adultos mayores, etc., a la vida activa con una opción cultural. En la concepción que se tuvo de la salud en los años 50s y 60s desde el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS), se entendían que la salud mental de los mexicanos dependía no solo de los servicios médicos, sino del deporte y la cultura. Por ello se creó la red más importante de teatros de toda Latinoamérica; fue la visión de Benito Coquet y por lo que el IMSS recibió un premio de la UNESCO.


La diferencia más grande en hacer teatro comunitario en una gran metrópolis y hacerlo en zonas rurales es el andamiaje, nos comparte Marisol Castillo, ese conjunto de ayudas, orientaciones e información que los participantes han recibido a lo largo de su desarrollo intelectual. Por ejemplo, la conducta y pensamiento de los chicos de las pandillas del Distrito de Agua Blanca, en Cali (jóvenes presuntos culpables de homicidio, adolescentes orgullosos de portar armas de fuego, chicas de quince años que se habían practicado ya cinco abortos), es totalmente diferente a la mentalidad y conducta de los participantes en zonas rurales, campesinas, personas con raíces indígenas que tienen una relación especial con la naturaleza y su entorno.

Somos conscientes del gran trabajo que tenemos por delante, que para alcanzar uno de nuestros objetivos, el de contribuir a la formación integral de cada uno de los participantes de nuestro proyecto, tendremos que contar con una red de profesionales. Afortunadamente sí tenemos amigos en el gremio cultural que amorosamente donan su tiempo y conocimientos para estrechar esta brecha. Tal es el caso de las maestras Hebe Rosell, Indira Pensado, del maestro Benjamín Martínez, entre otros.


Cuando me dicen: ¿Qué sientes al hacer teatro comunitario? Contesto Pasión. Al hacerlo me siento viva. Todos mis sentidos están alertas, en pro a lo que se necesite. Porque una característica muy linda del teatro comunitario es que te vuelve todólogo, así como te toca actuar, te tocará en algún momento ser responsable de las luces, la escenografía, el vestuario, la música, el texto, las clases, etc. Por eso la grandeza y valía del proyecto. Y nuestros chicos lo saben, tanto que a veces no tienen para comer y aun así vienen, buscan la forma de estar presentes. Cuando sus crisis económicas son muy severas y en gratitud a la entrega al proyecto y al esfuerzo realizado constantemente por mejorar, les decimos: “Éste es su espacio seguro, su grupo de apoyo”, o sea, no están solos; ésta es una pequeña familia que cuando lo necesita recurre a su caja chica para aliviar un poco las carencias básicas de los más necesitadas dentro del proyecto. Por eso siempre hacemos circular la caja del donativo al finalizar nuestras actividades; siempre recurrimos a la generosidad del público asistente para continuar con esta ardua tarea. Y con lo recaudado se hace un fondo común para materiales y para ayudar a las familias. Fondo que maneja el mismo grupo, no las cabezas de Mulato Teatro.


DOMINGO ANGOLA.

El 5 de diciembre Mulato Teatro estrenó un nuevo espectáculo, por supuesto, cuyo texto es del maestro Chabud, quien nos platica.



Este año con la pandemia nos preguntábamos ¿qué hacemos? Afortunadamente obtuvimos la Beca Espacios Escénicos en Resiliencia del Centro Cultural Helénico, vimos la convocatoria y yo recordé unos documentos que me había mandado la investigadora del teatro colonial, Maya Ramos Smith. Le había pedido papeles sobre procesos a gente de origen africano en la Nueva España. Los comienzo a hojear y de pronto me sorprende un titiritero negro a quien, en 1621, se le denuncia en Cuernavaca, se le abre proceso en el Santo Oficio en Tepoztlán y se le apresa en Temimilcingo. ¿En qué lugar está Ticumán? En el centro, es decir, es un triángulo y Ticumán está en el centro. Seguramente ese titiritero africano pasó por aquí entre 1610 y 1621, haciendo su arte de los títeres. Ese año se le abre proceso por hereje, porque hablaba con una serpiente y hacía hablar “palitos inanimados”, dice el acta del proceso. Eso nos voló la cabeza, no se trataba de un proyecto más, era un proyecto con arraigo en esta zona y con un personajazo. Además, con el tema afrodescendiente en primer plano, que es una de las líneas principales de trabajo de nuestro grupo.



La espléndida actriz Simona Chirinos, quien presta su cuerpo, voz, energía, alma y sobre todo pasión a Domingo Angola, nos comparte el proceso de creación del personaje y de la puesta en escena .

Nos aprobaron la convocatoria en pleno coronavirus, empezando la pandemia, y me tuve que venir acá con la gente de Mulato Teatro, con Marisol y Jaime a hacer las lecturas, los ejercicios y después toda la puesta en escena.



Es muy interesante porque, además de ser un personaje real, se trata de un personaje de la región, es local. Cuántas historias oscuras no arrojaron aquellos tiempos tan perversos de la santa inquisición. Para mí fue un hallazgo maravilloso, para Jaime primero porque le dieron todos esos documentos de los archivos de la nación y luego, tener nosotros que empezar a experimentar y a descubrir estas historias de cómo fueron los tiempos de inquisición.

Cada que vas armando un personaje haces trabajo de investigación y en el mío, yo veía, qué te digo, a Sor Juan Inés de la Cruz. Investigar un poco a través de lecturas por internet o páginas de cómo fue la época del siglo de oro de la santa inquisición, porque, parece mentira, fue un siglo de oro para ellos, fue muy benéfico para la gente que venía a hacerle tanto daño, tanta maldad a un pueblo que solamente su error fue recibirlos con cariño y con apego, y de repente sentirse perseguidos por esta misma gente en un oscurantismo total.



Entonces surge este personaje, Domingo Angola, que fue verdadero, que fue auténtico, que nació en estas tierras, en este estado de Morelos, que pasó por Ticumán y por tantas partes de acá, trayendo teatro ¡imagínate!, trayendo teatro, trayendo entretenimiento por primera vez a la gente, pero detrás de eso había una historia de un gran libertador de la propia esclavitud negra, de la que el también, por su raza, formaba parte.

Es muy hermoso ver como él rescataba negros, los cuidaba, a la gente que era parte de su actividad le llevaba teatro, como haciendo doble vida, para que no fuera descubierto su espíritu libertario, eso a mí me atrapó de la historia muchísimo.



Titiritero, clarividente y comediante, Domingo es un gran personaje lleno de facetas, y su pecado fue, o por lo que se le acusa, porque hacía hablar a los palitos, es decir, sus títeres de madera y hablaba con su víbora Clementina. Es una especie de merolico que, además, también tenía poderes curativos, también manejaba las hierbas y hacía curaciones, era todo un personaje mexicano que fue criado completamente acá. Tenía todo, manejaba todas esas artes, como quien dice oscuras, para ese momento, y, como dice la obra venía del África, del Congo puro.

Lo importante de este reto, como mujer, fue como prestar cuerpo a este caballero, Marisol en algunos momentos me permitía la feminidad, que tengo mucha, para mí el reto era esa cosa dual del hombre, ¿cómo se interpreta al hombre?, ¿cómo se agrava la voz?, y toda esta investigación corporal para mí fue un gran reto, es un gran reto y todavía sigo trabajando en ello, cada vez que tomo a Domingo, lo vuelvo a leer, vuelvo a investigarlo, vuelvo a tratar de representarlo dignamente, como él se lo merece.



La linterna mágica, según la investigación de Jaime, fue una de las primeras que se presentó aquí, era como él presentaba por primera vez el cine, mucho antes de que naciera el cine, en los pueblos, y él lo trajo. Yo me imagino el impacto que crearía sobre la sociedad de ese momento, viendo esas cosas de asombro, por eso él siempre hablaba de sus máquinas de asombro.

Además, es muy gracioso, hasta los momentos de mucho drama, dónde va a ocurrir ya la tragedia, hay risa, entonces el público se conmueve porque no sabe qué hacer, si reír, llorar o qué, solamente la pluma de un maestro como Jaime Chabaud lo logra.




Hay una situación muy particular de la puesta en escena, que Marisol se apropia de lo natural. Yo le digo que es mi verduga favorita, esto es un reto muy importante para ella porque, primero, es nivelar a todo el campesinado, vamos a decirle campesinado de manera, no despectiva, sino con mucho respeto y con mucho orgullo para mí y mucho beneplácito. Yo las nombro con orgullo y lo mismo le ocurre a Marisol, trabajar con ellos que sabe que no tienen experiencia de teatro, que están comenzando, llevarlos a nivel, decir: ¡Vamos, vamos! y no sólo eso, las ocurrencias de Marisol de como ella ve la escena, entonces se apropia de un árbol, se apropia de unas varas de bambú y tenemos que lograr que el público se imaginé que hay una gran pared arriba, aunque la estructura de bambú sea la mitad. Tres leños en el piso son los muebles de una casa, es ingenioso.

¡Como trabajamos para la puesta en escena!, todos agarrábamos bambú, lo cortábamos. Ha sido un trabajo con las uñas, teatro comunitario con las uñas, eso hacen Marisol y Jaime aquí, y lo logran. Logran que la gente vea algo de calidad, que es lo hermoso de este trabajo de ellos, hacer teatro de calidad y con contenido, que es lo más importante en estos tiempos, y con la imaginación de la gente, dejarle ese mensaje, esa historia, para que la gente quede inquieta y empiece a indagar un poco, que creo que es el trabajo de nosotros los actores, dejar esa semillita allí para el público. Orgullosa de trabajar con ellos.

Marisol es muy permeable, ella permite, vamos a meter canciones, vamos a poner música, vamos a hacer esto, vamos a hacer aquello. Ella es proactiva, dinámica y yo orgullosa de estar de la mano de esta mujer.



Estoy súper agradecida con el universo, con Dios de haber caído acá, de que me diera esta oportunidad de poder seguir haciendo profesionalmente lo que hago, de que México me arropé, y de qué el mexicano quiera trabajar a mi lado, Marisol es colombiana, pero tiene muchos años aquí siendo parte de la familia mexicana, su familia es mexicana y yo sé que ella siente lo mismo que yo. Somos gente que ya no estamos en nuestro país, pero queremos dar el todo por el todo.



CENTRO CULTURAL MULATO TEATRO.

Mulato Teatro recibió en 2019 la presea Emiliano Zapata por su labor cultural y aportación al municipio de Tlaltizapán y al Estado de Morelos. El espacio funciona como escuela informal donde los actores comunitarios reciben clases, pero también dan funciones con público. No obstante, el carácter propio del Teatro Comunitario-Campesino implica la trashumancia, esa es su naturaleza. Así́ que, en ocasiones, el tablado del espacio al aire libre de Mulato Teatro viaja; en otras hay condiciones en el atrio de la iglesia, la ayudantía municipal o la estación del tren del poblado, que permite solo transportar torres de iluminación, equipo de sonido y escenografía, vestuario y actores a cada población.



Recuerda el principal promotor del proyecto. Aún antes de nuestro encuentro con la comunidad, hace cinco años, Marisol y yo estábamos buscando una propiedad para construir un espacio escénico. Se nos había negado sistemáticamente durante 5 años. Primero buscamos un comodato, estuvimos viviendo años de promesas. “Les vamos a dar un terreno; no gasten su dinero, nosotros les vamos a dar un terreno”, en el gobierno municipal. Estábamos en tratos con Secretaría de Turismo y Cultura con la Lic. González Saravia y la llamó en septiembre pasado Andrés Manuel López Obrador a dirigir la Lotería Nacional. Allí se nos acabaron todas las esperanzas porque Margarita es una cómplice estupenda. En la coyuntura -ella tenía toda la intención de ayudarnos, ella creía en el proyecto- salió una oportunidad de un terreno milagrosamente en un precio que podíamos pagar. Así, adquirimos el 20 de octubre 3,274 metros en las afueras de Ticumán para construir el Centro Cultural Mulato Teatro. Habrá un teatro al aire libre, un Teatro Caja Negra, Biblioteca, Ludoteca, Salones, Residencias… Bueno, lo primero es bardear, pero todo eso es dinero, dinero…, y dinero. Vamos a buscar con la iniciativa privada, fondos concursables del gobierno, apoyos extranjeros para levantar este lugar que será un polo de desarrollo para el pueblo de Ticumán, para el municipio de Tlaltizapán y para el estado. Estamos en el corazón de Morelos. Estar aquí significa muchas cosas, si no nos aceptan en un pacto de alianza con las instituciones culturales, estarán locos. Es un corredor porque estamos geográficamente a la mitad de las ciudades desarrolladas del Estado. Al oriente está Cuautla, al poniente Cuernavaca, al norte Tepoztlán y al sur Jojutla. Estamos en el corazón de Morelos, para crear un corredor cultural fantástico.


El estado tiene tres teatros institucionales, dos en Cuernavaca y uno en Cuautla, y se acabó; Estampas zapatistas fue concebido para espacios al aire libre, de noche y que tengan mínimo unos arbolitos. Comenzamos a ofrecerla a Municipios muy ligados a la Secretaría de Turismo y Cultura de Morelos, comandada en esos momentos por Margarita González Saravia, que de inmediato la acogió. Estuvimos en el jardín Borda, fue un éxito; fuimos con la gente de la alta cultura de Cuernavaca. Tuvo buen resultado; la gente estaba incrédula, decían: “a poco la hicieron con no profesionales, ahí la gente tiene problemas de dicción”. Yo, inmodestamente, he visto más actores profesionales salidos de las escuelas con problemas de dicción que mis actores comunitarios, lo cual no excusa de ninguna manera nada. Si hay en la mayoría algunas virtudes con la voz se deben más a la labor de Indira Pensado y Hebe Rosell que vinieron de maestras voluntarias en marzo y junio de 2019, el trabajo permanente de Marisol Castillo que es la directora artística de todo el proyecto. También Guillermina Pérez Suárez de Alas y Raíces se entusiasmó con el proyecto; vino al jardín Borda, y dimos conferencia de prensa. Hicimos una gira con 12 funciones; tomando en cuenta que movilizar a 24 personas y escenografía, es una bronca, ir de municipio en municipio. Nos presentamos en la estación del tren de Cuautla, que es una belleza, nos presentamos en atrios de iglesia, en jardines, lugares muy bonitos y complicados. Siempre las experiencias fueron distintas y dispares, ya que el proceso pedagógico no se ha terminado, es un constante aprendizaje de los actores comunitarios. Diría también que para nosotros esta experiencia que ya se volvió camino de vida, un camino con corazón, implica un inmenso aprendizaje, nuestros alumnos comunitarios son nuestros maestros. Te enseñan todos los días, la sabiduría popular, la herbolaría, las plantas etc. De pronto vas descubriendo mundos de la fauna… Te vuelan la cabeza con los dichos, historias populares, los chismes, articulaciones lingüísticas que recuerdan a Rulfo, a Garro, a Revueltas.



Agrega la pedagoga, actriz, directora y directora artística de la compañía. La forma de abordar a los personajes les ha ayudado a ampliar sus horizontes. Interpretar diferentes roles, les brinda la oportunidad de reflexionar. “Si yo personaje, tengo una lectura diferente de la vida (política, sexual, religiosa) ¿Cómo me gustaría que me trataran…?” Ser empáticos, eso les ha dejado a ellos este proceso y a nosotros también.

Para ellos estar aquí es una opción, un respiro, un hobby, que les permite “descansar” de los trabajos que hacen para cubrir sus necesidades básicas. Tenemos jardineros, un albañil, amas de casa, estudiantes; que le roban tiempo al tiempo y sacan fuerzas a pesar de su cansancio para cumplir con el plan de trabajo. Y aun así siguen, continúan asistiendo a la “clase-ensayo”, entregan el corazón, eso lo agradezco mucho. Nos ayudan, a los facilitadores del aprendizaje, a crecer junto a ellos, a ser todos mejores personas. Algo que les repito mucho es: “En el momento en que sientas que estoy tratando mal a tu ser, por favor dímelo y paramos, también tienes la opción de retirarte”. Porque nunca nuestro objetivo es maltratar o dañar su esencia, al contrario, lo que buscan todas nuestras estrategias es fomentar seres humanos que se sientan orgullosos de sí mismos, líderes que sean valiosos para su comunidad. Por eso cuidamos mucho cómo nos relacionamos con ellos, de no imponer una disciplina autoritaria inflexible (toda regla se puede romper con los fundamentos adecuados), de practicar una disciplina amorosa, dejando fuera las técnicas dolorosas de la escuela formal, que han vulnerado a muchos de los actores que admiramos hoy en día.



Concluye el principal cómplice local de la compañía, Isidro Cuevas Romero, albañil de oficio, actor de vocación.

En el grupo anterior donde estábamos, lo hacíamos, pero no había disciplina, no había compromiso, quién quería llegar, llegaba. En los últimos días, tres días, cuatro días antes de las presentaciones ponían todo el corazón pero eso no alcanzaba, entonces era el gran error, era insuficiente totalmente, entonces nos topamos en el camino con este par de personas maravillosas, el maestro Jaime y la maestra Marisol que les llamamos la atención, se interesaron en nosotros y a nosotros nos movió, nos movió mucho el que nos hayan ofrecido, de entrada, apoyo, enseñanzas, técnicas y todo eso, entonces aceptamos con mucho gusto.

No todo el grupo nos quedamos, gran parte se regresó a dónde estaba, creo que los que estamos, somos los que aceptamos las reglas, el compromiso, la disciplina, y ya nos dimos cuenta que si funciona muy bien todo, y, además yo siempre lo he dicho, que los maestros son muy cariñosos, muy humanos, y eso ayuda más. Nos hicieron entender que cuando hay una llamada de atención es netamente dentro del trabajo, terminando el ensayo no hay nada más, no hay rencores, no hay sentimientos opuestos, ni nada, entonces eso lo tomamos y seguimos con ellos y muy agradecidos, porque nos han traído infinidad de cosas maravillosas, incluso han venido maestros de Argentina, imagínense, a darnos clases, técnicas para mejorar nuestro desenvolvimiento. Y aquí estamos.



Estampas zapatistas, instantes ficcionalizados de la vida del General Emiliano Zapata Salazar, algunos mitos o anécdotas del movimiento armado y memorias que aún persisten en los pueblos morelenses. Sin afán historiográfico pero sí la intención de honrar a mujeres y hombres que hicieron posible la Revolución del Sur. Estos relatos que siembran en el espectador el amor por la tierra y su historia, se ha convertido en piedra angular de la compañía de teatro comunitario, que cuenta con la actuación de una veintena de histriones natos, en escenarios giratorios naturales e itinerantes, si, ¡leyó bien!, cual coso circular, a la orden de un militar malencarado, prepotente y un tanto grosero, el público gira sus sillas a donde se desarrollará la siguiente de las 11 Estampas zapatistas, que culminan como empezaron, en Náhuatl, solo que ahora la compañía integra interpreta el himno nacional, en la lengua natural de la región, que, lamentablemente su uso cotidiano está muriendo. En muchos pueblos, incluido Ticumán, ya murieron los últimos nahuahablantes hace un par de décadas, en Temimilcingo hace dos años. Ahora en buena parte de Morelos ya no es la transmisión de lengua madre, sino el aprendizaje de una nueva lengua, el náhuatl.





El teatro es de todos. ¡Asista!

Dramaturgia: Jaime Chabaud.

Dirección: Marisol Castillo.

Asistente dirección y producción: Bárbara Gwen Barberi.

Asistentes iluminación y audio: Marco Emiliano Ramírez Hernández y Ana

Karen López García.

Realización de escenografía y utilería: Armando Zamora Mora.

Asesoría de voz: Indira Pensado y Andrés Gilberto Cabrera López.

Apoyo técnico: Perla Briyite Chávez Palacios.

Elenco Grupo Cuatecomate de Mulato Teatro: Isidro Cuevas Romero (Pikas). Eleuteria Guadarrama Hernández. Onney Labra Brito. Armando Zamora Mora (Pellizquito). Alejandra Guadarrama Hernández. Johana Arizai Castillo Valdivia. Marisol Zamora Guadarrama. Andrés Gilberto Cabrera López. Andrey Cabrera Labra. Andelyn Cabrera Labra. Agustin Ocampo Gutierrez. Ismael Cuevas Jiménez. Galilea Sayan Sánches Ortiz. Osman Anuhar Sánches Ortiz. Ethan Santiago Sánches Ortiz. Myrian Amanda Ortiz Venancio. Julio César González Flores. Gael Quintero Cabrera. Dulce Daniela González García.


Texto, fotografías y entrevistas a la compañía: Salvador Perches Galván.

Entrevistas a los directivos Jaime Chabaud y Marisol Castillo: Roberto Sosa.

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