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Volvemos a la esencia del teatro. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.




En 1839, el naturalista Manuel Ferreira Lagos encontró en el acervo de la Biblioteca Nacional de Brasil, un documento muy antiguo y deteriorado del siglo XVIII titulado Relación histórica de una gran población oculta, antiquísima, sin moradores, que se descubrió en el año 1753, conocido con el nombre Manuscrito 512. El documento fue entregado por Lagos al Instituto Histórico y Geográfico Brasileño, y fue el canónigo Januário da Cunha Barbosa quien, comprendiendo el valor histórico y cultural del documento. Decidió publicar una copia integra del manuscrito en la Revista do Instituto Histórico y Geográfico Brasileiro, anexó un prefacio que relacionaba la historia de la ciudad perdida, con la saga de Robério Dias, quien había sido apresado por negarse a revelar a la Corona la ubicación de unas ricas minas de metales preciosos situadas en el interior del Estado de Bahía, lo que motivaría posteriormente numerosas expediciones de bandeirantes en busca de aquellos tesoros perdidos.

De autor desconocido, los integrantes del Instituto Histórico consideraron el Manuscrito 512, era verídico, albergando la esperanza de que podrían encontrarse ruinas de una civilización muy avanzada en el interior brasileño. El contexto histórico del Brasil de aquella época, tras pocos años de haber obtenido su independencia, era el de la búsqueda de una identidad nacional, exaltando la grandeza imperial y su glorioso pasado. De esa forma, el documento adquirió un enfoque muy importante en los primeros años de su descubrimiento, tanto por parte de los aventureros como de intelectuales, aristócratas y religiosos y hasta del propio emperador Don Pedro II.

La historia del Manuscrito 512 detallando el descubrimiento de las ruinas de una antigua metrópolis romana en el año 1753 reforzó la visión sobre la existencia de una antigua civilización grecorromana en el interior del territorio brasileño en algún período remoto.

El número de referencia 512, con el cual el Manuscrito llegó a ser conocido, aparece por primera vez en 1881 en el Catálogo de la Exposición de la Historia de Brasil, compuesto por el Dr. Ramiz Galvão.

Con respecto a la veracidad del relato, escrito a modo de carta personal dirigida al entonces virrey del Brasil, Luis Pedro Peregrino de Carvalho e Ataíde, incluso demostrando cierta preocupación por la posibilidad de que un indio que había abandonado la bandeira revelara a otras personas sobre la existencia de aquellas ruinas y minas que habían descubierto. Si bien no consta ninguna respuesta oficial a la mencionada carta, también cabe destacar que por aquel entonces el reino de Portugal acababa de firmar con el reino de España el Tratado de Madrid, que redefinía los límites de sus colonias en América del Sur, estableciendo que quien tuviese posesión de la tierra pasaría a ser su legítimo dueño, lo que en los hechos beneficiaba ampliamente a los portugueses, permitiendo ampliar los dominios de la colonia del Brasil hasta prácticamente los límites que posee el país sudamericano en la actualidad. Por lo tanto, un anuncio tan destacado como el descubrimiento de una antigua ciudad romana en el interior del continente podría haber perjudicado los intereses lusitanos de aquel entonces, y resulta probable que Portugal hubiese intentado ocultar este hecho.

El célebre explorador, aventurero y escritor británico sir Richard Francis Burton incluyó una traducción del Manuscrito 512 en su libro Explorations of The Highlands of Brazil (Exploraciones de los altiplanos de Brasil), que relata sus viajes por el país a partir de 1865, cuando Burton fue enviado con una misión consular a Santos.

El más célebre y fiel partidario de la veracidad del Manuscrito 512 fue el famoso investigador británico coronel Percy Harrison Fawcett (1867-1925?). Para él, el documento servía como principal indicio de la existencia en las regiones inexploradas de Brasil de restos de ciudades muy antiguas, pertenecientes a una civilización altamente desarrollada de una misteriosa raza blanca que gobernaba Sudamérica en la época prehistórica (los atlantes).

En 1921 Fawcett emprendió una expedición a Bahía, guiándose tanto por el Manuscrito 512 como por el testimonio de otro viajante británico, el coronel O'Sullivan Beare, excónsul en Río de Janeiro, quien afirmaba haber visitado una ciudad perdida parecida a la del Manuscrito 512, a pocos días de camino de la ciudad de Salvador.

Según menciona Fawcett en su libro, después de recorrer la región del río Gongogi logró reunir nuevos testimonios de la existencia de ciudades perdidas.

En 1925 Fawcett se embarcó en su última expedición, acompañado de su hijo Jack y el amigo de este, Raleigh Rimell, yendo en dirección al río Xingú en busca de su objetivo principal, planeando de regreso realizar investigaciones en la ciudad de Raposo. Se pierde ahí cualquier rastro del coronel y sus acompañantes, cuyo destino jamás se pudo averiguar con certeza.

Fawcett compuso un ensayo literario basándose en el relato del Manuscrito 512, titulado Las minas perdidas de Muribeca, que constituye el primer capítulo del libro de sus memorias, editado por su hijo menor Brian en 1953.

Teatrero de corazón, José Luis Cruz, acostumbrado a los grandes formatos escénicos, creó un espectáculo minimalista en formato teatro de papel. al lado de Ainé Martelli. Manuscrito 512, que parte del documento aludido, y que concluye una, para no variar, muy corta temporada en el Círculo Teatral.

Ainé Martelli, actriz de origen brasileño, creó los escenarios de papel en los que sucede la obra, que captura la atención del espectador con una fascinante historia con momentos de comedia, pero también de profunda reflexión. La música es de Eblen Macari y Olga Martínez. Pablo Cueto diseñó el teatrino. Gracias a todos ellos, nos embarcamos en un extraordinario relato de aventuras, donde pervive el anhelo de descubrir un mundo totalmente expuesto y desencantado.

La historia, son palabras de Cruz, se refiere a un pergamino que data de la cultura ancestral egipcia, el cual pasa de mano en mano, cultura en cultura, civilización en civilización. Su magia y enigmas se insertan en historias y mitos hasta llegar a influir en obras de historiadores, poetas, filósofos, narradores, dramaturgos y trovadores.

El relato describe la incomprensión y el sentido depredador de la modernidad occidental, la destrucción total del hábitat, la destrucción que provoca el hombre occidental.

Ainé Martelli actriz, titiritera y creadora escénica nacida en Brasil y residente en México, desde hace veinte años, presente en casi todos los festivales e instituciones culturales y de salud, básicamente con obras de títeres para niños, realiza un trabajo memorable.

La escribí durante la pandemia, comparte el también director. Remite a los conquistadores aventureros portugueses que encontraron diversas leyendas cuando fueron a Brasil, que hablaban de una ciudad perdida entre la inmensa selva. Pensando en este periplo, comenzamos a crear alrededor del mito sobre este manuscrito, que supuestamente data de tiempos ancestrales. Quise narrar la forma en que llegó a Europa y cómo se difundió entre las lenguas latinas hasta llegar al portugués. A partir de entonces impregna a los grandes autores del Renacimiento, así como las épocas del Siglo de Oro español o la isabelina.

De tal forma, hacen acto de presencia en el maravilloso teatrino, personajes de la talla de Miguel de Cervantes o Shakespeare, por solo citar dos. De manera fluida, Manuscrito 512 envuelve con la gracia y pasión de una niña hechizada por una leyenda, de la mano de Ainé ingresamos a la densidad de la selva amazónica para encontrar la historia de un arqueólogo y un extraño pergamino.

Con esta peculiar puesta en escena, volvemos a la esencia del teatro, el artesanal, ritual escénico en el que Martelli presta su voz y pasión a todos los personajes, apoyada por la música, fundamental en el desarrollo de la trama.





El teatro es de todos. ¡Asista!



Absolutamente recomendable.


Manuscrito 512. De José Luis Cruz.

Dirección: José Luis Cruz.

Actuación: Ainé Martelli.

Sábados y domingos a las 19:00 horas. Hasta el 20 de marzo.

Círculo teatral. Av. Veracruz 107, colonia Condesa.


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