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Un espejo negro y cristalino. Por: Salvador Perches Galván.




En su larga vida (74 años), conoció el exceso, sobre todo para un hombre que fue opiómano, como él mismo manifestó en Opio. Diario de una desintoxicación (1930). Tuvo tiempo de cultivar el cine, la música y la pintura. Maestro por igual en todas estas artes, no obstante, habría de ser la literatura la que le llevara a la Academia Francesa en 1963. Pero, no haya dudas, Cocteau no fue en modo alguno un autor bendito, al gusto de la cultura oficial.

Jean Cocteau es una de las figuras clave de la vanguardia en las primeras décadas del siglo XX. Ejerció su multifacética actividad en la poesía, la novela, el teatro y el cine. También ensayó el dibujo y algunos de sus libros están ilustrados por él. En su abundante producción encontramos huellas de todos los movimientos de vanguardia, sin que nunca se adhiriese plenamente a ninguno de ellos.

Nacido el 5 de julio de 1889 en Maisons-Laffitte en una familia de la gran burguesía, perdió a su padre a los diez años y vivió con su madre y hermanos en casa de su abuelo, quien le descubrió a Beethoven, Berlioz y Wagner.

Cocteau comenzó a escribir poemas a muy temprana edad y en 1908, Édouard de Max, fanático de su obra, lo presentó como un joven prodigio en una matinée poética en el Théâtre Fémina. Al año siguiente, publicó su primera compilación, La lampe d'Aladin.

En 1909, gracias a su amistad con Serguéi Diáguilev y a la revelación de su compañía de danza, Jean Cocteau ingresó al círculo del ballet y el teatro.

En 1916 conoció a Picasso y frecuentó a pintores y escritores de vanguardia. En 1917, los Ballets Rusos ofrecieron la primera representación de Parade, ballet realizado por Cocteau, Satie y Picasso que provocó escándalo. En 1919 conoció a Raymond Radiguet, encuentro que lo llevó a escribir Le secret professionnel (1922), tratado de arte poética y de estilo de gran profundidad.

Frecuentó los salones y conoció, entre otros, a Diaghilev y Stravinski, quienes le señalaron que su camino era equivocado y decidió alejarse del éxito fácil de París retirándose al campo, donde compuso Potomak (1919), una toma de conciencia de las fuentes profundas y secretas de la poesía, expresada a través de una colección de textos y dibujos.

A partir de 1921, comenzó un período muy fecundo: Los novios de la torre Eiffel (1923), Antígona y Edipo Rey (1928) en teatro; Plain-Chant (1923), Thomas el impostor (1923) y Le Grand Écart (1923) en poesía y novela.

La muerte de Radiguet, su gran amor, el 12 de diciembre de 1923, lo afectó terriblemente y lo sumió en la depresión, llegó a declarar: «Ya no escribiré» y le hizo refugiarse en el opio y el catolicismo.

En 1924, reunió y publicó Poesías (1916-1923), y al año siguiente escribió Orfeo y algunos poemas de Opéra.

En 1930 realizó su primera película La sangre de un poeta, más tarde fue hospitalizado durante 40 días debido a un ataque de fiebre tifoidea.

Cineasta desde que La sangre de un poeta (1930) se convirtió en un clásico del cine experimental tras la guerra. Otro gran cineasta galo, François Truffaut, diría de él: "Cocteau era de un cinismo muy especial, a base de magnanimidad (...). Era amable con todos y esperaba que lo fueran con él".

En 1943 falleció su madre; dos años más tarde filma La Bella y la Bestia, especialmente escrita para Jean Marais, su pareja más duradera, a quien conoció en 1937. Su relación con el joven actor levantó fuertes críticas, que contrarrestó en sus ensayos contra la homofobia. Cocteau le había dado a Marais un papel mudo en su Edipo Rey. En 1938, creó para él la pieza Los padres terribles, Marais actuó también en 1946 en su obra de teatro El águila de dos cabezas y en su famosa película Orfeo, estrenada en 1950.

Cocteau fue elegido miembro de la Academia francesa el 3 de marzo de 1955 y dos años después se convierte en miembro honorario del Instituto Nacional de Artes y de Letras de Nueva York.

Jean Cocteau murió en Milly-la-Forêt, cerca de Fontainbleau, el 11 de octubre de 1963, víctima de un infarto al miocardio, horas después de enterarse del fallecimiento de su amiga Édith Piaf.

Cocteau ha sido puesto en escena en varias ocasiones en nuestro país: La primera vez, Orfeo, estrenada en marzo de 1928. En junio de 1932 Celestino Gorostiza funda el grupo Teatro Orientación, una de las primeras agrupaciones de teatro experimental con subsidio estatal, la compañía estrena la versión de Cocteau de Antígona. El 9 de noviembre de 1942 la Compañía de María Teresa Montoya estrena Los padres terribles en el Teatro Virginia Fábregas. En 1948 la propia Montoya presenta El águila de dos cabezas con Alicia Montoya a la cabeza del reparto; muchos años después, en 2002, Ofelia Medina estrenará la misma obra dirigida por José Luis Moreno. En 1956 la primera actriz María Teresa Montoya recibe las Palmas Académicas del gobierno francés, motivo por el cual decide celebrar con una nueva puesta de Los padres terribles. En 1962 inicia el patronato para la operación de los teatros del IMSS, en cuya temporada se estrena Los caballeros de la mesa redonda (1962), dirigida por Ignacio Retes. Los novios de la Torre Eiffel, bajo la dirección de Adam Guevara, con Ana Ofelia Murguía, Marta Aura, Lilia Aragón y Patricio Castillo se estrena en 1968.

En 2012, José Acosta hizo una excelente puesta de Los padres terribles, en el Teatro Galeón. La voz humana, monólogo desesperado, se presentó en 2013, con la actuación extraordinaria de Karina Gidi en el Teatro Orientación bajo la acertadísima dirección de Antonio Castro.

Uno de los grandes temas de nuestra época es la comunicación. Dispositivos de todo tipo y tamaño hacen que podamos establecer enlaces con parientes, amigos, conocidos y anónimos de casi cualquier lugar del mundo. Pero ¿estamos comunicados? En ese sentido esta obra tiene absoluta vigencia.

La voz humana es un monodrama escrito en 1930 para Édith Piaf, la cantante jamás se atrevió a interpretarlo, fue estrenado, el mismo año, en la Comedie Francaise por Berthe Bovy. En él, una mujer mantiene una última conversación telefónica con su amante, que acaba de dejarla.

En 1958, Francis Poulenc la transformó en ópera. Entre dichas versiones, se encuentra la fílmica de Roberto Rossellini, interpretada por Anna Magnani, denominada El amor (1948). La película cuenta dos historias diferentes, ambas protagonizadas por la actriz. La primera es la que está basada en la obra de Cocteau, con una duración de 35 minutos. La segunda desarrolla una historia de Federico Fellini denominada El milagro. No existe conexión alguna entre las dos partes salvo la interpretación de Anna Magnani.

Dieciocho años después, Rosellini la vuelve a dirigir, esta vez para la televisión, con Ingrid Bergman como protagonista: The human voice (1966).

El texto de Cocteau había tenido influencia e inspirado diversos episodios en la filmografía de Pedro Almodóvar. En una intervención de Carmen Maura como Tina con hacha en mano, en La ley del deseo, tras recitar un fragmento del monólogo por teléfono. La impactante actuación de Maura en La ley del deseo impulsó a Almodóvar a adaptar La voz humana para el cine con ella. El resultado, Mujeres al borde de un ataque de nervios. Una contemplación de la ausencia como “un espejo negro y cristalino que solo refleja la angustia del que mira”, en palabras del propio realizador.

El trabajo más reciente de Almodóvar, el mediometraje La voz humana, es una nueva lectura de la obra de Jean Cocteau, con Tilda Swinton (2020).

En La voz humana, ella, espera una llamada de quien ha sido su amante, sin tener la menor señal de su parte.

Suena el teléfono. La mujer se precipita hacia el auricular.

Desde ese mismo instante va a hablar sin interrupción: de frente, de espaldas, de perfil, de pie, de rodillas, sentada, acostada o paseando. Ella le habla de su noche anterior, su dolor de cabeza, su comida, sus compras. Soy yo que soy tonta, lo llena de elogios, y se defiende de tomar parte en la comedia, de dejarse atrapar por ella. Todo es culpa mía.

Cambiará de actitud con cada bloque expresivo: el del perro, el de la mentira o el del abandono. Su desconsuelo no se refleja en la elocución del texto sino en su gestualidad.

Predominio del color gris, como su estado de ánimo, con algunos negros y rojos, muy significativos también.

La actriz abandona la ironía, la amargura y la expresión directa del subtexto de mujer destrozada. Se trata de una mujer muy enamorada, que lucha hasta el final para arrancar al hombre una confesión sincera y para que, al menos, se salve así la memoria limpia del amor anterior.

La imagen continua que transmite, es la de un animal herido que se desangra y que, al final, inunda de sangre todo el espacio escénico.

Al final caerá derribada abandonando el auricular.

Miguel Septién nos lleva a este viaje a la profundidad del ser, de la mano de la espléndida Irasema Terrazas, a través de la traducción que Antonio Castro realizó para la versión de 2013.

Volver a La voz humana como una alegoría del encierro físico, la ansiedad del confinamiento y la distancia alienante de teléfonos, pantallas y mensajes de audio le da una inesperada y tonificante vida nueva al monólogo.

La interpretación de Irasema Terrazas va trascendiendo etapas: desde el desgarro, pasando por la ira y creciéndose en su verdadero valor como mujer independiente. Una actuación que sabe contenerse en un melodrama en el que van sacudiéndose capas hasta alcanzar conciencia de la valía de una misma.

Una habitación. Una conversación telefónica. Una mujer que habla por última vez con su amante que la ha abandonado por otra, y ahora, casi cien años después de que viera la luz por primera vez, nos sigue confirmando lo atemporal que es y será el amor y un corazón roto, esos que laten aún de frente a lo inevitable.



El teatro es de todos. ¡Asista!


Absolutamente recomendable.



La voz humana: De: Jean Cocteau.

Dirección: Miguel Septién

Traducción Antonio Castro.

Actuación: Irasema Terrazas.

Foro Lucerna, Teatro Milán.

Lunes 20:30 horas. Hasta el 30 de mayo de 2022

Duración aproximada: 60 minutos.

Adolescentes y adultos.

Entrada general $350. De venta en taquilla y ticketmaster.


Fotografías cortesía de la producción.




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