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Reímos en momentos inadecuados. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.



Personaje icónico en la historia del arte, Antonin Artaud (1896-1948) volvió al escenario para hablar de la identidad y la existencia, criticar a la civilización en la que vivimos, mostrar su obsesión por la cultura tarahumara y sus visiones y reflexiones sobre el teatro, el arte, la enfermedad, la salud, la muerte y la peste. Todo ello, gracias a las incansables Clarissa Malheiros y Juliana Faesler, y, por supuesto la Máquina del Teatro, a través de la serie Encarnaciones Filosóficas, Artaud se sumo a Kafka y a Pessoa y, “gracias” a la pandemia, el francés apareció solo en un espectáculo, sino en dos: El Teatro y la peste tomo cuerpo virtual en plena pandemia, que siguió a Artaud ¿Cuánto pesa una nube?, estrenada el año pasado, retornó este, y el covid volvió a hacer de las suyas y suspendió su excelente temporada en el Foro de las Artes del CENART, donde, este fin de semana concluiría sus presentaciones.



El teatro y la peste no es un espectáculo presencial, es un producto transmedia en vivo y con material grabado, sobre el ensayo homónimo, que es del segundo capítulo de El teatro y su doble, y resultó super oportuno por ser algo que resuena en nuestros nervios ahora, y se percibe y entiende desde la vivencia. La idea de la peste, ahora que nos tocó la peste pandémica, la entendemos palabra por palabra.

Antonin Artaud, poeta, actor, dramaturgo francés, hombre-teatro, ha inspirado buena parte del pensamiento teatral desde la segunda mitad del siglo XX. Gente de teatro como Jerzy Grotowski, Peter Brook, Ariane Mnouchkine o compañías como The Living Theatre, Open Theatre y Odin Teatret, por mencionar algunos nombres, han encontrado en sus palabras, lanzadas desde un furor poético, impulso, conexión y justificada inspiración.


Artaud, un autor que cimbró las artes visuales y escénicas universales, fue un hombre muy solitario. Murió abrazado a su zapato. Un nombre que, recurrentemente, está en boca de todos los teatreros, con beneficio para el público, un público que, probablemente, no lo conoce, pero si lo conoce. El teatro que vemos, no podría ser lo que es, sin su presencia.

Por supuesto que hay una parte muy oscura en él. Difícilmente alguien hubiera querido ser su psiquiatra, porque era una mente muy, muy audaz. Frecuentemente se duda si era un visionario o un loco, eso ocurre cuando se le lee, pero, a profundidad, se devela una inteligencia con una intensidad y una comprensión que va más allá de la norma.

Antonin Artaud visitó México en 1936, allí escribió crítica de plástica, y también Para acabar con el juicio de Dios, uno de sus últimos poemas.

Su biografía es muy importante para poder comprender a este gran creador que cambió al siglo XX, cambió el teatro y el arte del siglo XX. El teatro y su doble, es el gran texto que cambió al arte escénico. Estamos en deuda con Artaud, quien hizo cuatro espectáculos que fueron un fracaso, luego escribió La conquista de México, que nunca llegó a presentar.


Lo maravilloso de Antonin Artaud, como los grandes genios, es que, en su tiempo no pudo ser comprendido, era un pensamiento muy adelantado. Decían que sus padres lo llegaron a meter al psiquiátrico porque tenía una mente muy poderosa, era un gran desafío Antonin Artaud.

Artaud recibió 58 electroshocks, no obstante, siguió escribiendo, siguió dibujando, y es un hombre que como todos los grandes genios que cambiaron el mundo, también sufrió una soledad brutal. Después de su paso por México, experiencia fundamental y decisiva en su creación, siempre estuvo regresando a él en su escritura. Durante su estancia con los tarahumaras, un mes aproximadamente, nadie sabe qué ocurrió, pero lo marcó definitivamente.


Leer una sola página de Artaud puede tomar horas comprenderla, hay que decantar, tomar decisiones, ¿qué vamos a hacer de esto?.

Intentó entrar al seminario, no se lo permitieron. Siempre buscó el origen, y por eso vino buscarlo a México. Una idea un tanto naif al pensar que México era totalmente indigenista. Cuando llega se da cuenta que es un país cosmopolita, se siente muy defraudado de el, lo crítica y se va con los tarahumaras.


Esta visión de Místico Rebelde, también tiene que ver con la crueldad, pero no en el sentido del terror, sino de la autoinmolación. Él es un autoinmolado. Si fuera un artista contemporáneo, ahora existe el concepto de que el artista es la misma pieza de arte, él fue una gran pieza de arte. De hecho, en sus últimas grabaciones, el uso de la voz casi no tiene nada que ver con lo humano y no le importa, evidentemente no hay ego en él, no hay un estorbo de ese tipo, no tenía nada que perder.



Artaud murió a los 52 años, pareciendo un hombre de 80 y tantos por tanto maltrato en los hospitales. Una vez que regresa de México, nunca vuelve a salir del psiquiátrico, entra y sale de manera constante.

Momo es el último de los seudónimos que uso Artaud, porque uso muchos, tenía desdoblamientos de personalidad desde muy niño y su doctora reporta su vida por cápsulas, entendiendo como su obra tiene que ver con su vida y como se funden una con la otra.


Nombrado por el mismísimo André Breton, Antonin Artaud fue director de la oficina de investigaciones surrealistas después de su poema Track Track, y luego fue corrido, porque era demasiado surrealista.

Cada capítulo de su vida es un latigazo, un golpe emocional. Pensemos en un niño que a los 4 años se le descubre meningitis, o posiblemente neurosífilis. Desde esa edad comienza su relación con el dolor, con las jaquecas, muy joven lo hacen adicto porque le dan opio para controlarlo. En México, cuando sube con los tarahumaras, deja su equipaje, en el cual tenía la heroína, y dicen que padece un sufrimiento espantoso porque tiene que estar abstenido de esta droga.


La vida del autor del Teatro de la crueldad es muy conmovedora, muy dolorosa, de principio a fin. Tuvo 8 hermanos, sobreviven tres, pero su hermana querida muere a los 15 años, queda él y otro más, y toda su vida está marcada por momentos muy graves.


Un autor que cimbró las artes visuales y escénicas universales.

La obra Artaud ¿Cuánto pesa una nube? forma parte de la serie Encarnaciones Filosóficas que La Máquina de Teatro ha presentado los últimos cinco años. El proyecto pone en acción textos de autores importantes de la cultura del siglo XX como son Artaud, Kafka y Pessoa polinizados por reflexiones políticas, científicas y filosóficas. Los textos y las vidas de estos personajes hablan de ética, de imaginación, de humor y de la forma en la que construimos nuestra propia visión del mundo.



El cuerpo de la gran actriz Clarissa Malheiros ha sido habitado por estos enormes creadores: Kafka, Pessoa y ahora, y en dos ocasiones, por Artaud. Para meterse a dialogar con estos seres tan sabios, tan llenos de una energía especial, hace procesos muy largos, lee toda su obra, entraña en la biografía de los personajes. Para el último, pasó la cuarentena con Artaud, como vive sola, necesitaba una compañía y el títere de Artaud y ella estaban sentados lado al lado, a la mesa.


La actriz afirma tener una especie de hermandad, un conocimiento profundo, y empata con aquella palabra que tanto usaba Grotowski sobre la cuestión del vehículo, ella cree que puede prestarse de vehículo para, sobre todo, comunicar esas esencias energéticas, que son parte de lo que es el elan poético, en el caso de Artaud; la constante incomodidad que tenía Kafka frente a la vida; y todas las cuestiones metafísicas que han habitado a Fernando Pessoa, y que tanto nos iluminan en una especie de simpleza burlona, pero de gran transcendencia en su discurso.



Y una gran noticia es que Seguirán las Encarnaciones filosóficas. De naturaleza curiosa, a Malheiros le gusta mucho leer, investigar. Evidentemente tiene un caminito por delante y varios seres que quiere conocer un poco más.

Inspirada en la vida y obra del actor, poeta y autor de El Teatro y su doble, Artaud ¿cuánto pesa una nube?, fue escrito por la propia Clarissa Malheiros, sobre textos de Antonin Artaud, Florence de Mèredieu, Gonçalo M. Tavares y Ludwig Wittgenstein, con la dirección de Clarissa Malheiros y Juliana Faesler.


Esto es entretenimiento que permite divertirse, pero sobre todo reflexionar, plantearse muchas preguntas, dialogar acerca de ellas y divertirse. El teatro siempre es un lugar de entretenimiento, por más que se aborden temáticas que tengan una resonancia, tal vez más asombrosa, si no reímos juntos en algún momento, no se da un contacto real, porque así somos, reímos en momentos inadecuados, lloramos porque nos emociona y eso es parte de estar juntos.


El legado escrito del poeta, dramaturgo y actor francés es un vértigo y una caída infinita. Sus libros, películas, grabaciones radiofónicas, poesías, cartas, muchas cartas, obras de teatro y manifiestos son, en su conjunto, un admirable proyecto artístico, un hacer de sí mismo el vórtice del choque eléctrico entre los límites del cuerpo y las posibilidades del lenguaje.

¿Cuáles son las tensiones entre el cuerpo y el espíritu? ¿Qué es esa crueldad de existir, de tener un cuerpo que nos reclama el pensamiento?

Antonin Artaud eligió el arte como patria.

¡En el Cenart te cuidas tú y nos cuidamos todos! Consulta la cartelera de actividades en www.cenart.gob.mx #RegresoAlCenart

El teatro es de todos. ¡Asista!

Absolutamente recomendable.


Artaud ¿Cuánto pesa una nube?. De Clarissa Malheiros.

Dirección: Clarissa Malheiros y Juliana Faesler.

Actuación: Clarissa Malheiros.

Realización de títere: Viridiana Tamayo Espíndola

Producción general: Teatro UNAM y La Máquina de Teatro

Foro de las Artes, en el Centro Nacional de las Artes, que, por medidas sanitarias, tuvo que cerrar esta semana, cuando la temporada concluiría el próximo domingo 15.

Proyecto apoyado en la 8a emisión de apoyos a grupos artísticos MÉXICO EN ESCENA

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