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No pretende acariciar al espectador, sino abofetearle. Por: Salvador Perches Galván.



Un profesor en crisis, ha sido agredido en la escuela, y decide no volver a la enseñanza. Accede a dar clases particulares a un peculiar alumno, mientras inicia una curiosa relación con la madre de éste: una mujer que vive inmersa en el universo que ella misma ha creado como refugio de una realidad insoportable. Un viejo maestro servirá de vínculo en esta relación, subyugada siempre por un terrible acontecimiento.

En mis dos obras anteriores, ha afirmado el dramaturgo David Desola, intentaba escribir comedia, pero me salieron dramas. Con El charco inútil he intentado escribir un drama, a ver si por casualidad me salía una comedia. Pero no: es un drama al cuadrado. Un drama sobre la locura, no como patología, sino como vía de escape, como refugio a una existencia insoportable.

Meses antes de su escritura, aparecieron en todos los noticiarios televisivos, de todas las cadenas de España, unas imágenes escalofriantes, grabadas a muy baja resolución con la diminuta cámara de un teléfono celular: en ellas se veía a un profesor agredido, empujado y pataleado por un alumno en los pasillos de la escuela, ante la mirada del resto de la clase. Esas imágenes se las compró una cadena a la novia del agresor, quien fue la que grabó el hecho, y luego fue comerciando con ellas, manipulándolas, haciendo todo un espectáculo circense. Las otras cadenas se sumaron al carnaval, pirateándose las unas a los otras, elevando el incidente a la categoría de Apocalipsis escolar.

Recuerdo que entonces pensé: ¿Estamos todos locos? ¿Cómo puede saber uno si está loco cuando los que le rodean están tan locos como él? ¿Es posible que los únicos cuerdos sean aquellos que consideramos locos?

El charco inútil plantea esta cuestión utilizando personajes atormentados, víctimas de un entorno opresivo, de una sociedad que escudriña en el dolor ajeno. Personajes que se refugian en la locura para mantenerse cuerdos. Habla también del miedo y de la muerte. La peor de las muertes; la muerte de un niño. La muerte al despuntar la vida, y el dolor de una madre. Es un intento de hacer un teatro inmediato, social, que refleje el aquí y el ahora: lo que está pasando y lo que nos está pasando. Con unos personajes que dan la espalda a la realidad porque la realidad les ha dado la espalda a ellos. Es un teatro de texto donde, las acciones tienen mucha más importancia que los diálogos y lo que se intuye es mucho más relevante que lo que se percibe. Y también es una historia de soledad, de amor y misterio, que no pretende acariciar al espectador, sino abofetearle. Somos una sociedad enferma y perversa dice el protagonista. Y dice la verdad. Son palabras del autor del texto, David Desola

David Desola, guionista de cine y televisión, irrumpió en el panorama teatral con textos de plena actualidad, lo que lo ha convertido en uno de los más interesantes dramaturgos. Sus textos han merecido diversos reconocimientos, como el Premio Lope de Vega 2007, el Premio Antonio Machado o el Premio Marqués de Bradomín (1999).

La madre de Desola era maestra, y él un alumno inexistente como el de El charco inútil, ganadora del premio Lope de Vega 2007, una obra que escribió cuando supo de aquella apocalipsis escolar, al ver las imágenes de la agresión a aquel maestro, grabadas con un móvil por la novia del agresor y vendidas por 60 euros a una televisora.

El protagonista: un profesor hundido, derrotado por hechos de violencia y humillación similares, con aquel docente, víctima, de un auténtico circo mediático. Tras haber elegido al maestro le faltaba el alumno inexistente y se le ocurrió que sería una mujer que ha pasado por lo peor que le puede pasar a una persona: perder a un hijo, tan alejada de la realidad que no acepta lo que le ha ocurrido y crea un universo ficticio.

El profesor acepta entrar en el juego y dar clases a su hijo y se siente feliz porque el chico es el escolar ideal: el que no existe.

Ambos personajes se refugian desesperadamente del pesar que habita en su insoportable realidad y, por azares del destino, sus caminos se cruzan cuando un antiguo maestro de Oscar logra convencerlo de que a manera de terapia le de clases particulares al hijo muerto de Irene. Renuente al principio, Oscar finalmente accede y a la par comienza a desarrollarse un romance entre él e Irene. De esta ominosa relación surge la pregunta: ¿Podrá su amor superar el obstáculo que les impone su cortante batalla entre la locura y la realidad?

La obra de Desola, autor de Baldosas o Almacenados, esta última ampliamente conocida en nuestro país, gracias a los Bonilla, es una historia de soledad en un mundo hiper comunicado, también es una historia de amor imposible y de locura, no como patología sino como vía de escape de la realidad.

A estos personajes se suma un tercero, un veterano pedagogo. El pedagogo y el profesor se reúnen en un parque, donde uno ve un lago y el otro un charco inútil, sus conversaciones dan el toque de humor negro al drama.

Con certeza, la maestra Ruby Tagle dirige a un pequeño, pero muy sólido elenco, Mariana Garza (quien, acotación al margen, da cátedra de actuación en la telenovela Alborada, que actualmente se retransmite) Alberto Estrella y David Hevia, ambos con amplia experiencia y comprobado talento histriónico, los tres, bordan sus etéreos personajes, instalados como en el éter, entre la ficción y la realidad, haciéndolos totalmente verosímiles.

Hay que recordar que la obra ya se había presentado, en 2013, en nuestro país, con el título ligeramente modificado: Un charco inútil, interpretada por Úrsula Pruneda, Tomás Rojas y Miguel Flores, dirigidos por el también actor Carlos Corona, en la sala Xavier Villaurrutia del Centro Cultural del Bosque.

Desola, que comenzó haciendo guiones de cine y televisión, asegura que lo que le "enamoró" del teatro es "el respeto que se le tiene al escritor, lo que no ocurre en los otros medios, donde mete mano todo el mundo".




El teatro es de todos. ¡Asista!


Muy recomendable.


El charco inútil. De: David Desola

Dirección: Ruby Tagle.

Actuación: Mariana Garza, Alberto Estrella y David Hevia

Asistencia de dirección: Rodrigo Caravantes.

Escenografía: Jesús Hernández

Diseño de vestuario: Jerildy Bosch

Diseño sonoro: Leonardo Soqui

Producción: Gang Studios. Jean Bernard Tenaille y Daniel Blanco

Teatro Helénico, Av. Revolución 1500, Guadalupe Inn. Hasta el 20 de marzo, jueves y viernes 20 horas; sábados 19 horas y domingos 18 horas.

Los boletos se pueden adquirir en las taquillas del Centro Cultural Helénico, ubicado en avenida Revolución 1500, o a través de la página: helenico.gob.mx.

Las funciones del Centro Cultural Helénico están supeditadas al semáforo epidemiológico de la Ciudad de México. Acudir con responsabilidad y quedarse en casa si presentan algún síntoma (dolor de cabeza, garganta o temperatura superior a 37.5 grados).

* Fotografías, de Luis Quiroz, cortesía de la producción




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