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Las canciones y los chistes, esconden muy bien las verdades. Texto y fotos: Salvador Perches Galván




Estamos en 1959, el presidente Adolfo López Mateos crea, por decreto, la Comisión Nacional de Libros de Texto Gratuitos, nombrando a Martín Luis Guzmán como primer comisionado de esta institución. Es publicado en el diario oficial de la federación la creación del ISSSTE, Instituto de Seguridad y Servicios Sociales de los Trabajadores del Estado, también por iniciativa del presidente López Mateos

El papa Juan XXIII crea las diócesis de San Andrés Tuxtla y Tlaxcala.

Triunfan en la gran pantalla El esqueleto de la señora Morales de Rogelio A. González y Nazarín de Luis Buñuel y en las letras Carlos Fuentes con Las buenas conciencias.

Nacen varias figuras que darán mucho de que hablar en el futuro, en sus respectivas actividades: Andrés Bustamante, Daniela Romo, Marcelo Ebrard, Luis Felipe Tovar y Marco Antonio Solís, entre otros.

Abandonan este mundo terrenal José Vasconcelos y Alfonso Reyes.

Vivimos el Milagro Mexicano, y en este último año de la década, gracias a Edith Piaf, arriba a nuestro país Angélique, quien esta noche dará un concierto con canciones que evocan a la diva francesa y a otros grandes nombres de la época.

Además de cantar el repertorio popular de la época, Angélique se permite ejercer su agudeza e ironía para comentar sus experiencias en un México pleno de prejuicios y contradicciones hacia los extranjeros, hacia los diferentes.

Angélique es una mulata, (aún no ponen de moda la palabra afrodescendiente), francesa que viene a México, es cantante, encuentra trabajo en bares, y poco a poco, en su presentación, se va develando su historia.

La cantante de origen galo, debutó en un pequeño cabaret de las calles de Cuba, el Apoco no, posteriormente hizo unas cuantas presentaciones en el gran centro nocturno, regenteado por un escultor con obra de gran formato. Volvió a la intimidad, en la acogedora Gruta; por supuesto que no podía faltar en el magno recinto de la ciudad de México, propiedad de doña Esperanza Iris, y ahora vuelve a deleitar al público noctámbulo quien acude en forma numerosa a El Granero.

Estamos en 1959 y México es tierra de oportunidades, con una economía y una industria que promete abundancia y bienestar.

Angélique hace un relato sobre su experiencia en nuestro país: narra cómo llegó a América (siendo parte del equipo de trabajo de Édith Piaf), habla de sus raíces americanas, africanas y europeas, es nieta de una espía y una esclava, cuenta innumerables chistes y confronta los más profundos y absurdos prejuicios de nuestra cultura.

Un año falta para la entrada de la década de los sesenta, la cual marcó un antes y un después en la historia sociopolítica de nuestro país. Era del crecimiento industrial y económico, de un México que prometía convertirse en una potencia, sin embargo, la pobreza y la discriminación eran la contraparte de aquella imagen cosmopolita y vanguardista. El milagro mexicano que ocultaba diferentes rostros.

Angélique es un maravilloso show de cabaret, es música, es jazz, es bolero, pero también es una obra de teatro.

Es realmente todo un tejido que se va fusionando poco a poco durante la presentación para volverse un mismo discurso y una misma línea dramática. Todo está ordenado y planeado, pero si hay mucha de esta espontaneidad del cabaret y del concierto y de tener al público ahí, al espectador, y de entrar en contacto con él.

¿Angélique es real?, ¿es ficción?, ¿es producto de la imaginación, es una recreación, o resultado de una investigación?

Es ficticia, en realidad el personaje como tal no existió, me base, me inspire, son palabras de Eduardo Castañeda, creador y director del espectáculo, en una posibilidad, pensar en alguien que acompañaba a Edith Piaff en su gira cuando vino a América, la primera gira que hace desde Europa para Estados Unidos, y entonces imaginar un personaje que era un poco su asistente, pero que también cantaba, pero que la aguantaba y la soportaba y que se sabía sus canciones y este personaje que llega en esta peripecia, en esta aventura, se queda en América, baja hacia México buscando a Cantinflas, porque está enamorada de Cantinflas. Es el año 1959 ella está en la ciudad de México cantando en un cabaret.

Es un proyecto que llevamos trabajando mucho, mucho tiempo, es un proyecto del alma, es un proyecto del corazón, afirma quien le da vida a Angélique, la actriz y cantante Muriel Ricard.

Hay mucho, mucho de Muriel en Angélique, continúa la también docente, de entrada, lo lúdica, es muy juguetona, Angélique es muy juguetona, que es algo con lo cual yo me identifico mucho, me identifico mucho con lo multicultural, lo multirracial obviamente, entonces tiene mucho, mucho de mí.

El concierto inicia con La vie en rose, no podía ser de otra manera, canción emblemática de Francia y de Édith Piaf, con quien Angélique llegó a América, habla de sus raíces, además de contar innumerables chistes, aprovecha la ocasión para mostrar las grandes contradicciones de nuestra sociedad, que ha escondido por siglos a la comunidad afromexicana bajo el velo del mestizaje y el racismo.

En esta propuesta escénica, el monólogo de Angélique está aderezado con canciones como Summertime, La Llorona, Fever, Bésame mucho y La Sandunga, interpretadas magistralmente por la cantante, a ritmo de jazz y blues. Así es, continúa Ricard, y también le damos todo un contexto y todo un fondo a estos estándares tan escuchados y tan bellos. Es verdaderamente mágico para mí y para el público. Es maravilloso poder recrear este tipo de espectáculos que, en 1959, era la época de oro de la vida nocturna en México. Y también para hablar de muchas cosas, muchas veces tenemos que ir al pasado para entender lo que nos está sucediendo ahora.

Angélique es un personaje que representa aquello que es diferente, lo exótico y por supuesto, lo moderno. Ella nos mira con los ojos del europeo fascinado por nuestro folclor y señala las grandes contradicciones de una sociedad que ha escondido por siglos a la comunidad afromexicana bajo el velo del mestizaje y el racismo. Un espectáculo de cabaret que nos hace reflexionar sobre nuestros miedos a vivir la vida y apelar por un mundo en que la poética tenga cabida dentro de lo cotidiano.

Esta mujer empieza a abrirse camino, acota Castañeda, ella tiene un poco la actitud de Edith Piaff, le aprende los desplantes, entonces ella dice: yo quiero tocar en un bar, voy a cantar lo que quiera, cuando quiera y usted me paga igual y yo me voy si quiero, y me tiene que dar una botella de vino. Y todo el mundo se lo compra, todo el mundo en realidad está feliz de tenerla porque se compran esta idea exótica de esta mujer, esta diva que empieza a nacer. Obviamente todo esto tiene una serie de juegos, lo que sucede en la obra es que en realidad va pasando la obra entre las canciones, es ese momento en que el músico dice dos tres cosas, el cantante platica un poco con la gente, dice un chiste y sigue la siguiente canción, pero en ese inter, en realidad, es cuando empezamos a descubrir al personaje, es cuando conocemos al personaje, y es cuando vemos el conflicto real que está detrás. Para mi creo que la frase, el detonante de la obra, o lo que mejor podría ilustrar la obra es una frase de Angelique, dice: Las canciones y los chistes esconden muy bien las verdades. Y de eso se trata esta obra, es una gran mentira todo el tiempo, es un gran chiste, es reírnos de verdades incomodas que de pronto sentimos y después vienen otra canción que también tiene un poco que ver y hay un discurso que se está entrelazando entre la dramaturgia y la música.

Con la dramaturgia y dirección de Eduardo Castañeda, convierte al teatro El Granero, como lo ha hecho con los recintos que le antecedieron, en un cabaret, ambientado en el ya lejano año 1959, la época de oro del cabaret francés y alemán, y también la del cabaret mexicano con sus propias características.

Nuestra propuesta escénica tiene más que ver con el cabaret alemán, apunta el autor de la obra, con un café concert, no está apegado a la carpa, tiene más este otro tinte del cabaret clásico, todo el chiste y todo el tiempo y el humor como se va manejando, es desde otro lado, si hay ciertas referencia políticas pero desde la ideología de un extranjero que llega en 1959, en el auge, en el milagro mexicano a extrañarse de cómo nos comportamos, como somos, como es nuestra idiosincrasia, no desde una referencia directa hacia la sociedad o hacia la política del momento, en realidad son como estas reflexiones que hace alguien que lo está viendo desde lejos, con extrañeza.

Muriel y yo queríamos hacer, continúa Eduardo Castañeda, queríamos decir, y encontramos la manera a partir de un repertorio, que lo primero que encontramos fue el repertorio, nos basamos en las canciones y a partir de estos clásicos, de estos estándares de la música, trabaje la música y le hice adaptaciones a estas rolas de Edith Piaf, de Louis Amstromng, toda la parte musical fue lo primero que trabajamos y sobre de eso ya base la dramaturgia y entonces ya encontré los contextos y los detonantes. Cuando yo empecé el texto lo empecé pensando en Muriel, es un traje a la medida para ella, la obra fue hecha desde el principio para ella.

Angélique finaliza Castañeda, va a tener una larga vida, es un espectáculo que es muy bien recibido por el público, es muy querido, y por nosotros también, es un espectáculo hecho con mucho cariño, con mucha pasión, con mucho humor, con muchas ganas, con mucho talento.

El trabajo que hacen en escena es brutal, es maravilloso, Muriel está divina. Es un espectáculo que tiene buena estrella y yo creo que se trata de una obra pertinente en estos días, ya que cuenta con una poética que habla desde el dolor del racismo.



El teatro es de todos. ¡Asista!


Absolutamente recomendable. Imprescindible.



Angélique. Escrita y dirigida por: Eduardo Castañeda.

Actuación: Muriel Ricard. Participación especial de Eduardo Castañeda.

Músicos en vivo: Geo Enríquez, David Iracheta, César Solís, Rubén Chong y Carlos Bañales

Teatro Granero. Centro Cultural del Bosque, a espaldas del Auditorio Nacional.

Metro y metrobus Auditorio.

Jueves y viernes, 20, sábado 19, domingo 18 horas. Hasta el 17 de julio.


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