Ese delicioso y resbaladizo territorio. Texto y fotos: Salvador Perches Galván
- eseperches
- 23 nov 2021
- 8 Min. de lectura

En los años ochenta, la violencia política en Colombia, relacionada con la economía del narcotráfico, dio lugar a la aparición del sicario como sujeto social cuya profesión era asesinar por encargo a policías, políticos, paramilitares, jueces y a otros sicarios. Mario Vargas Llosa define al sicario como “un adolescente, a veces un niño de doce o trece años, nacido y crecido en el submundo darwiniano de las "comunas", barriadas de pobres, desplazados y marginales que han ido escalando las faldas de las montañas que cercan a Medellín.” Trabajar como asesinos a sueldo fue el recurso que hallaron cientos de jóvenes de clase baja en ciudades como Medellín, Cali o Bogotá. Reclutados por las organizaciones criminales del narcotráfico, estos jóvenes pasaron a ser parte del mercado del crimen.
Además de formar parte de la vida social y política de Colombia, los sicarios constituyen también, una mitología fraguada por la literatura, el cine, la música, el periodismo y la fantasía popular, de modo que, cuando se habla de ellos, conviene advertir que se pisa ese delicioso y resbaladizo territorio, el preferido de los novelistas, donde se confunden ficción y realidad.

La considerable producción de textos en torno a la figura del sicario y al fenómeno del narcotráfico llevó a la crítica a anunciar el surgimiento de un nuevo sub-género narrativo: la sicaresca colombiana (Erna von der Walde), la novela sicarial colombiana (Camila Bonnett), la narconovela (Chole Rutter).
Son varias las narraciones de ficción que tratan esta temática, entre ellas Ganzúa (1987) de Luis Fernando Macías, Noticia de un secuestro (1996) de Gabriel García Márquez, Rosario Tijeras (1999) de Jorge Franco, Hijos de la nieve (2000) de José Libardo Porras, Sangre ajena (2000) de Arturo Alape, La ciudad de todos los adioses (2001) de César Alzate y Comandante Paraíso (2002) de Gustavo Álvarez Gardeazábal. Ficciones que ayudaron a forjar la figura literaria del sicario y del sicariato como fenómeno delincuencial en Colombia. Sin embargo, fue la difusión internacional de la novela de Fernando Vallejo La Virgen de los sicarios publicada en 1994 y traducida a más de diez idiomas, y de la película homónima dirigida por Barbet Schroeder y cuyo guion fue escrito por el novelista, lo que popularizó este tipo criminal asociado con la urbe colombiana.
Hasta aquí la cita a Aileen El-Kadi y su espléndido ensayo La Virgen de los sicarios y una gramática del caos. University of Colorado at Boulder.
Y, como bien apunta Kadi, desde hace unas cuatro décadas han proliferado textos sobre el narcotráfico y sus protagonistas, con los fenómenos que orbitan sobre su eje, como es el caso del sicariato.

El término sicariato se emplea en varios países para aludir a la labor delictiva que llevan a cabo los sicarios, asesinos a sueldo.
Desde luego, este “trabajo”, no es una actividad laboral legal, constituye un grave delito castigado por el código penal. Quien contrata a un sicario, también está violando la ley. Cometido el acto, tanto el sicario como su contratante deben ser condenados.
Hay que tener en cuenta que los sujetos que asesinan en el marco del sicariato no lo hacen por motivos políticos, religiosos o personales, ni como complemento de otro tipo de delito (como un robo o un secuestro). El sicario, simplemente liquida a su víctima por retribución monetaria.

Existen diversas razones que pueden favorecer el sicariato: Cuando las fuerzas de seguridad fallan en su tarea de prevención y a la hora de capturar a los asesinos, cuando el Poder Judicial no condena a los criminales, están dadas las condiciones para que el sicariato se desarrolle y se fortalezca en una región. Lo mismo ocurre si la dirigencia política resulta cómplice de los homicidas.
Las mafias suelen apelar a sicarios para eliminar integrantes de bandas rivales, miembros de fuerzas de seguridad o investigadores que amenazan su accionar delictivo. Los sicarios también aparecen en el negocio del narcotráfico, ya sea para el asesinato de quienes disputan la venta de droga en un determinado territorio o para matar a alguien que no paga una deuda (el asesinato, en este caso, puede servir como señal o amenaza para el resto de los deudores).
Aunque actúan por dinero, los sicarios pueden verse involucrados en cuestiones familiares o sociales que no están vinculadas con los negocios. Se han registrado casos de personas que contrataron un sicario para asesinar a una ex pareja por despecho, a un rival, sin que exista una intención económica detrás del crimen para aquel que realiza el encargo.

El sicariato se caracteriza por su violencia al actuar, como lo demuestra el diario acontecer en nuestro país, la violencia desatada en Zacatecas es, no un buen ejemplo, es simplemente una muestra lamentable de la caótica situación por la que pasa cotidianamente en México, en donde ya se ha “normalizado” el que aparezcan cadáveres colgando en puentes o en cualquier otro lado y la gente morbosamente se detiene a fotografiar o grabar estos macabros “espectáculos”.

Aunque mucho menos abundante, en el teatro también se han hecho presentes los sicarios, como la muy reciente Tártaro, que encumbra la carrera del extraordinario histrión Bernardo Gamboa, de cuya actuación y trayectoria ya nos hemos referido en este espacio. A este tártaro se suma Fenómeno, unipersonal escrito y dirigido por Hugo Alfredo Hinojosa, especialista en temas extremos de violencia y descomposición social: Misericordia, Sepulturas, Fariseos, King Kong Cabaret, Deshonra, Iluminaciones y El laberinto de un hombre solo, así lo demuestran.
Fenómeno es un monólogo escrito durante un laboratorio dramático entre Hinojosa y el actor Larick Huerta. Ambos, luego de un largo intercambio de ideas acordaron la escritura y puesta en escena de la obra.

Fenómeno narra la vida y obra de un hombre vuelto sicario, luego de ser secuestrado desde la infancia. Vive sus primeros años como víctima, hasta recibir la preparación como asesino, que lo lleva a perder la inocencia infantil. Como adulto, Fenómeno, forma parte del crimen organizado ante la falta de opciones y por no conocer otra forma de vida. Hace del asesinato su forma de vivir y convivir con el mundo que lo rodea.
Al entrar al pequeño escenario de Carretera 45, un hombre cubierto con tan solo un taparrabos nos recibe de espaldas, algunos cráneos a su alrededor y mandarinas, también en las sillas que habrá de ocupar el espectador, una vez que este toma asiento, el hombre voltea, da la cara y comienza a narrar su historia, triste por donde se le vea, desde una mala infancia en donde reclama a su madre el que no lo haya protegido, como termina reclutado por el crimen organizado y como comienza una “carrera”, cegando vidas.
Hinojosa a través de su obra, reflexiona en torno a todos aquellos que son obligados a convertirse en parte del crimen organizado, violentados, secuestrados, golpeados, sin comer ni beber, bajo amenaza de atentar contra sus familiares y gente cercana. Víctimas convertidas en victimarios y que terminan siendo, sin realmente desearlo, enemigos perpetuos de la sociedad. Terminan formando parte del horror del entorno, en algunas zonas del país, absolutamente exacerbado.

Para Larick Huerta, la obra nos obliga a entender cómo existen mujeres y hombres inocentes que forman parte del crimen organizado sin que se les brinde una oportunidad de reintegrarse a la sociedad, pues son juzgados como asesinos sin saber que muchos también perdieron, en principio, a sus seres amados, y se les negó la oportunidad de llorarlos.
En tanto, Hugo Alfredo Hinojosa afirma que, Fenómeno nos permite explorar el sinsentido de la violencia que vivimos en México. Es una pieza que intenta dar voz a aquellas víctimas vueltas criminales sin posibilidad de redención. Es una obra que probablemente ofenda a quienes se sientan aludidos y es un monólogo que juega con el absurdo como un instrumento para dejar sobre la escena una parte de la problemática que aqueja a nuestro país.
El monólogo es llevado a escena, gracias al apoyo del programa PECDA del estado de Sinaloa del cual es becario Larick Huerta. Hugo Alfredo Hinojosa, forma parte del Sistema Nacional de Creadores de Arte; al igual que la diseñadora del vestuario Brisa Alonso.
La compañía coproductora Calypso Producciones, ha llevado a la escena más de una decena de montajes entre los que se cuentan, Fariseos, Sepulturas o Deshonra, entre otros.

En este proyecto se conjuntan un grupo de talentosos y valientes hacedores de teatro, comandados por Hugo Alfredo Hinojosa, de quien ya nos hemos referido líneas arriba. A él se suman, Graciela Cázares, al frente de la producción.
Cázares es egresada con Mención honorífica de la licenciatura en Literatura Dramática y Teatro de la Facultad de Filosofía y Letras, UNAM. Ha incursionado en la docencia, actuación, gestión y producción escénica. Es Coordinadora y productora general del Encuentro Internacional de Clown de la Ciudad de México en sus todas sus emisiones, un festival que ha convocado a más de 25 mil personas; ha coordinado el área de producción de todas las puestas en escena del Premio Nacional de Dramaturgia Gerardo Mancebo del Castillo. Realizó la producción general del proyecto Felipe Ángeles, una colaboración interinstitucional entre el IMSS, el Centro Cultural Helénico y la Compañía Nacional Teatro.
En 2014 al lado de Hugo Alfredo Hinojosa y Denis Elizalde, funda la compañía Calypso Producciones, casa productora que desarrolla proyectos escénicos, cinematográficos y festivales, que está comprometida con la calidad artística. La compañía ha colaborado y llevado a la escena más de una decena de espectáculos teatrales, con actores y directores de renombre. Han producido varias puestas en escena con el apoyo y coproducción de Teatro UNAM, FONCA y Efiteatro. Es productora general del Largometraje Deshonra.
Actualmente cursa la maestría en Artes Escénicas por la Universidad de la Rioja, España.
Para Fenómeno, se suma Larick Huerta, actor nacido en Culiacán, Sinaloa, donde inició su formación como actor profesional con el TATUAS (Taller de Teatro de la Universidad Autónoma de Sinaloa) en 1999, convirtiéndose en promotor en el área de difusión del Teatro Óscar Liera del IMSS.

Como actor independiente ha logrado colaboraciones en producciones de talla nacional e internacional tales como: Odin Teatret, Grupo 55, Dragón de Jade, OSLA, Delfos, Tatuas e IN Tensión Teatro. Ha recibido guía y dirección de reconocidos maestros en el mundo teatral: Perla Szchumacher, Eugenio Barba, Julia Varley, Augusto Omolú, Edyta Rzewuska, Jorge Ferro, Larry Silberman, Susana Frank, Claudia Lavista, Inga Pauwells, Cutberto López, Gordon Campbell, Héctor Monge, Alberto Bueno, Alberto Solián, Lázaro Fernando Rodríguez, Miguel Alonso Gutiérrez, Martín Acosta, Ángel Norzagaray, Alberto Lomnitz, Rodolfo Guerrero, Antonio Zúñiga, Aída Andrade, Victor Weinstock, entre otros.
Desde 2009 crea y dirige IN Tensión Teatro, en Culiacán, Sinaloa; compañía que realiza producciones escénicas en las que ha participado como actor, director, dramaturgo y gestor. Ha participado en propuestas escénicas en Italia, España, Dinamarca, Polonia y Colombia.
Desde octubre de 2019 radica en Ciudad de México; luego de ser seleccionado para interpretar el personaje del Coronel Bautista, en el elenco de la puesta en escena Felipe Ángeles de Elena Garro; dirección de Rodolfo Guerrero producción CC Helénico, CNT e IMSS, misma que se presentó y reinauguró el Teatro Juan Moisés Calleja, Reforma, del IMSS, en diciembre de 2019. En CDMX ha colaborado en proyectos de TV, Cine y Teatro, destacando su participación en Fariseos de Hugo Alfredo Hinojosa bajo la dirección de Víctor Weinstock en el teatro Raúl Flores Canelo del CENART.

Fenómeno es una obra muy dolorosa, porque es como ver un noticiario dramatizado, pero muy necesaria, porque, al final, de manera poética y estética, nos podemos adentrar en el oscuro mundo del sicariato, lamentablemente tan presente en México. La obra se lleva a cabo en Carretera 45 Teatro, uno de los foros de teatro independiente más relevantes del país.
El teatro es de todos. ¡Asista!

Absolutamente recomendable.
Fenómeno: Dramaturgia y dirección: Hugo Alfredo Hinojosa
Actuación: Larick Huerta
Producción general: IN Tensión Teatro, Calypso Producciones
Producción ejecutiva: Graciela Cázares
Vestuario: Brisa Alonso
Carretera 45 Teatro. Juan Lucas Lassaga 122 Colonia Obrera. Metro San Antonio Abad.
24 de noviembre a las 20:30 horas última función.




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