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¿Error o castigo? Texto y fotos: Salvador Perches Galván.



Está asentado en la mitología griega que a Filoctetes, heredero del poderoso arco y flechas mágicas, objetos que le habían sido entregados por Hércules cuando aceptó encender su pira funeraria para poder lograr la inmortalidad, le esperaba la gloria militar en Troya.

Fue un general griego, miembro de la expedición militar a Troya. Aunque partió con los buques griegos para participar en la guerra de Troya, comandando un contingente de siete naves, la mordedura de una serpiente provocó que fuera abandonado por los aqueos en la isla de Lemnos debido al hedor provocado por la herida y por los gritos de dolor que perturbaba a las huestes. Esta serpiente había sido enviada por Hera como castigo por haber ayudado a Hércules.

Según un oráculo, en el décimo año de la guerra, Troya solo podría ser tomada con el arco y las flechas de Hércules que estaban en posesión de Filoctetes. Ulises y Neoptólemo viajan a la isla para convencer a quien había sido segregado, de reincorporarse a la guerra, pues solo así podrían obtener la victoria.

Filoctetes fue el tema de cuatro obras de teatro de la antigua Grecia, tres de ellas escritas por los tres principales trágicos griegos: Sófocles, Esquilo y Eurípides. De las cuatro, la de Sófocles es la única que ha sobrevivido. Filoctetes también se menciona en La Ilíada, de Homero, Libro 2, que describe su exilio en la isla de Lemnos, al ser herido por mordedura de serpiente, y su abandono por los griegos.

Filoctetes, tragedia griega de Sófocles, se representó por primera vez en el festival de las Dionisias del 409 a. C., donde obtuvo el primer lugar. La historia tiene lugar durante la guerra de Troya (después de los acontecimientos de la Ilíada, y antes del saqueo de Troya). En ella se describe el intento de Odiseo y Neoptólemo de llevar a Filoctetes a Troya desde la isla de Lemnos.

Más de 2 mil 400 años después de que el poeta trágico griego estrenara su obra, el dramaturgo estadounidense John Jesurun (1951) revisitó el personaje en 1993, a solicitud de Ron Vawter, que representó el último trabajo del actor, considerado su testamento artístico, ya que se representó mientras el actor se estaba muriendo de SIDA. Por este motivo, la obra también se ha convertido en una metáfora del SIDA, con Philoktetes como un paria contagiado.

Jesurun creó una pieza de diálogos duros y descarnados, planteando una reflexión sobre cuestiones muy presentes en la actualidad, como el rechazo, la discriminación el dolor, la exclusión, la mentira o la influencia de la educación y la naturaleza.

Jesurun teje la trágica historia de Filóctetes sin convencionalismos, con diálogos duros y punzantes. La relación del protagonista con los personajes secundarios es cruel y descarnada, por ese motivo, las escenas se registran sin concesiones para el espectador.

En esta propuesta, se muestra al héroe mordido por una serpiente, cuando su pierna comienza a gangrenarse, las personas, temerosas lo confinan a una isla solitaria. Diez años después, Ulises y Neoptolemo regresan por las armas mágicas que el desventurado posee.

La compañía mexicana Teatro de Arena vuelve a uno de sus montajes más exitosos: Filoctetes, bajo la dirección de Martín Acosta, a dos décadas de su estreno, con el propósito de reflexionar acerca de pandemias y abandonos, del terror que puede traer una enfermedad ante la posibilidad de un contagio y que obliga a la separación de los propios seres humanos.

“Veinte años después de su estreno –dice Acosta– retomamos este texto de John Jesurun sobre la enfermedad, la diferencia y la disidencia, que difiere de Sófocles al plantear un Filoctetes en guerra con sus antiguos compañeros pero también consigo mismo. Hemos hecho una revisión exhaustiva de la traducción y un diseño de dirección y producción que parte del concepto inicial, pero lo vuelve más esencial y radical. Se trata de una mirada renovada de un montaje angular de una compañía que ha rebasado las tres décadas explorando vanguardias y estableciendo referentes del teatro en México”.

Con Filoctetes, los integrantes del proyecto buscan abrir un espacio de reflexión, ya que hoy las personas sanas tienden a rechazar y estigmatizar a quienes sufren de enfermedades con riesgo de contagio, o a aquellos que con una ideología o forma de vida fuera de los cánones presuntamente establecidos para el bien común, son aislados por el resto de la sociedad.

La Sala Xavier Villaurrutia, del Centro Cultural del Bosque, un espacio emblemático del teatro en México, para recibir al siglo XXI, se sometió a remozamiento y reabrió sus puertas el 26 de noviembre del 2000 con Filoctetes, de Jesurun, dirigida por Acosta protagonizada por Marco Pérez, Arturo Reyes y Roberto Soto. A 20 años, su tema central retoma vigencia y Reyes interpreta nuevamente a Filoctetes, ahora acompañado de Pablo Mendoza como Ulises y Antonio Becerril como Neoptólemo, además del equipo básico de creativos de entonces, más la nueva generación de Teatro de Arena que le proporcionan una nueva mirada y sustento.

Para el director, el montaje permite a la compañía “un diálogo entre generaciones y entre pandemias, donde cada una aporta algo, positivo o negativo, pero a final de cuentas asumen la oportunidad de reflexionar sobre hacia dónde hemos caminado en estos años, sobre todo cuando vemos que, con la pandemia, la desconfianza y la incredulidad producen sus seres marginales”.

En la tragedia griega, Filoctetes perdió su condición humana, tuvo una regresión a una forma más básica y primitiva, y dejó a un lado la seguridad del individuo, rigiéndose por el principio de la obsesión del placer o, simplemente, en el mero instinto de sobrevivir, perdió la empatía.

Sobre estos personajes de la Grecia clásica penden los dioses como un misterio. Los mortales saben la importancia de obedecerlos y honrarlos, a la par que se preguntan acerca del alcance de los designios divinos en el trazo de sus destinos. ¿Fue fortuita la mordida de la víbora en el pie de Filoctetes?, ¿pisó, sin percatarse, un sitio sagrado?. ¿Error o castigo?

Casi 2 mil 500 años después, Jesurun y Acosta convocan a Filoctetes, Ulises y Neoptolemo para colocarlos en una dimensión que conjuga todos los tiempos.

Por supuesto que esta obra no solo ha llamado la atención del talentoso Acosta. Recientemente, Israel Araujo respaldado por el Programa de Apoyo a Creadores del Instituto de Cultura de León, montó la obra, dentro del estilo del director leonés: piezas de pocos personajes y entornos cerrados, donde casi siempre aflora una pugna dialéctica. Por su parte, Cultura UDG también auspició Filóctetes, dirigida por Luis Manuel Aguilar en el sótano del Teatro Experimental de Jalisco, con aforo para cuarenta personas.

Este personaje que enriquece la mitología griega, ha inspirado a famosos creadores:

André Gide utilizó la leyenda de Philoctetes en su obra Philoctète.

George Maxim Ross adaptó la leyenda en su obra Philoktetes, que fue escrita en la década de 1950 y actuó off Broadway en One Sheridan Square.

En la Alemania del Este posmoderna, el dramaturgo Heiner Müller produjo una exitosa adaptación de Sófocles en 1968 en Munich, que se convirtió en una de sus obras más representadas.

“En Teatro de Arena nos interesa una mirada al presente desde la perspectiva de los grandes mitos; buscando con el humor y la belleza conjurar, a través del teatro, la devastación a la que parecemos condenarnos cada día”, dice Acosta.

La puesta en escena cuenta con un destacado grupo de creativos: traducción del propio John Jesurun y Martín Acosta; iluminación de Matías Gorlero, sonorización de Joaquín López “Chas”, y escenografía y vestuario de Eva Aguiñaga, producción de Paulina Montiel y asistente de dirección y producción de Pablo Villegas.




El teatro es de todos. ¡Asista!


Absolutamente recomendable.



Filoctetes.

De: John Jesurun.

Dirección: Martín Acosta.

Actuación: Arturo Reyes, Antonio Becerril y Pablo Mendoza.

Teatro Benito Juárez. (Villalongín 15, colonia Cuauhtémoc, cerca del Metrobús Reforma).

En la moda micro, esperemos no llegue a nano, Filoctetes tendrá una muy breve temporada de dos fines de semana que concluye el de febrero, jueves y viernes, 20 horas, sábado 19 y domingo a las 18:00 horas

Asistencia con las disposiciones del semáforo epidemiológico vigente: uso permanente de cubre-bocas, gel anti-bacterial y registro de código QR por parte tanto del personal del teatro como de los espectadores.

Localidades: entrada general, $168. Aforo al 75% de la capacidad de público del Teatro. Los boletos se pueden adquirir en la taquilla del teatro y en las plataformas digitales de Ticketmaster.



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