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En el horizonte sólo había muerte. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.

  • eseperches
  • 6 sept 2022
  • 12 Min. de lectura

Actualizado: 6 sept 2022



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Me pone furiosa que me digan héroe, yo no soy un héroe.

Es lo contrario: cada día me reprocho

no haber hecho más por los que lo necesitaban.

Irena Sendler






Irena Sendlerowa nació en Otwock, Polonia, en el seno de una familia católica el 15 de febrero de 1910. Vivió noventa y ocho inspiradores años hasta el 12 de mayo de 2008.

Cuando estalló la Segunda Guerra Mundial, Irena Sendler era una trabajadora social de 29 años, empleada en el Departamento de Bienestar del municipio de Varsovia. Irena aprovechó su puesto para ayudar a judíos, pero esto se volvió prácticamente imposible cuando el gueto fue sellado en noviembre de 1940. Cerca de 400.000 personas habían sido hacinadas dentro de la estrecha área adjudicada al gueto, en el superpoblado barrio, las condiciones de falta de higiene y de alimento, dieron como resultado el estallido de epidemias y un alto índice de mortandad. Sendler, asumiendo un gran riesgo personal, concibió métodos para entrar y prestar ayuda a los moribundos judíos. Se las ingenió para obtener un permiso de la municipalidad que le facilitaba la entrada al gueto para inspeccionar las condiciones sanitarias. Dentro, estableció contacto con activistas de organizaciones de bienestar judías y comenzó a brindarles asistencia. Ayudó a sacar clandestinamente a judíos a la parte aria de la ciudad y a establecer residencia y escondite para ellos.

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Cuando se constituyó el Consejo de Ayuda a los Judíos (Zegota), en el otoño de 1942, Sendler se convirtió en una de sus principales activistas. Cuando comenzó a funcionar, a finales de ese año, la mayoría de los judíos de Varsovia habían sido asesinados. La organización se hizo cargo de miles de judíos que estaban tratando de sobrevivir ocultos, buscándoles lugares de escondite y pagando por su manutención y cuidado médico.

En septiembre de 1943, cuatro meses después de la destrucción completa del gueto de Varsovia, Sendler fue nombrada directora del departamento de Cuidado de Niños Judíos de Zegota. Bajo el nombre clandestino de Jolanta aprovechó sus contactos con orfanatos e instituciones para niños expósitos para enviarles chicos judíos.

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Después de un año de trabajo, Irena fue descubierta cuando uno de sus colaboradores habló de ella a los nazis bajo tortura. Fue detenida, interrogada y torturada durante tres meses en la cárcel de Pawiak, antes, logro ocultar evidencias incriminatorias, como las direcciones en código de los niños a cargo de Zegota y sumas importantes de dinero para pagar a los que ayudaban a judíos. Cuando se dieron cuenta de que no diría nada, fue condenada a muerte, antes de ser ejecutada los miembros de la Zegota, sobornaron a un oficial para que incluyese su nombre en una lista de prisioneros que ya habían sido ejecutados. Irena escapó y luchó durante el resto de la guerra y se convirtió en la cabecilla de la Sección infantil de la Zegota.

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El encuentro cercano con la muerte no la disuadió. Después de ser liberada en febrero de 1944 y a pesar de que sabía que las autoridades seguían vigilándola, continuó con sus actividades clandestinas. Debido al peligro se vio en la necesidad de pasar al anonimato. Por causa de ello no pudo asistir al funeral de su madre.

Con su trabajo repleto de paciencia y valiente, Irena Sendler, había logrado salvar alrededor de 2500 niños de los nazis, logró darles un futuro que no tenían. Cuando le preguntaron por qué había actuado de ese modo, por qué había arriesgado su vida, ella respondió con naturalidad: “Me lo enseñaron en mi casa. Una persona que necesita ayuda debe ser asistida sin detenerse a mirar su religión o su nacionalidad”.

Teniendo en cuenta su oficio de enfermera, elaboró un ardid para poder ingresar al Gueto. En compañía de una amiga, Irena consiguió unos pases, utilizó su encantó y firmeza para convencer a los alemanes que el hacinamiento no sólo iba a matar de tifus y otras enfermedades contagiosas a los judíos que ellos habían amontonado ahí, sino también a quienes debían custodiarlos. Los nazis creían que esas enfermedades eran su peor enemigo, el único que podría hacerles daño. Dejaron entrar a las dos enfermeras que rápidamente consiguieron pases para otros más.

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Se dio cuenta que su ayuda no bastaba. Que la muerte era inexorable, sólo cuestión de tiempo. Se le ocurrió que al menos podía salvar a algunos niños. Debía intentar sacarlos del Gueto para que tuvieran posibilidades de vivir. Sin embargo, su idea no fue bien recibida inicialmente. Ni adentro ni afuera. Sus compañeros le decían que era una locura, que iba a alertar a los nazis; las madres judías no aceptaban de ninguna manera desprenderse de sus hijos e hijas. No podían comprender de qué manera podían estar más seguros, más protegidos que con ellas. Eso le sumó trabajo a Irena. La disuasión de los familiares. Muchas veces debió ser cruda, sincera hasta límites dolorosos para que entendieran que en el horizonte sólo había muerte. Muchas veces, cuando regresaba a buscar a una familia, ya no la encontraba: los nazis habían subido a todos sus integrantes a un tren con destino a Auschwitz.

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En casi dos años Irena creó y dirigió una red que consiguió salvar a 2500 niños y niñas. Darles una nueva vida. Pero ella sabía que, sin importar la edad, ya fuera un bebé de semanas o una adolescente, todos tenían derecho a vivir y el derecho a la identidad. Para proteger ese derecho ideó un sistema para resguardar sus verdaderos nombres, su origen. Que esta nueva vida no significara que se olvidara quiénes eran en realidad. No darle al victimario el derecho de borrar el pasado de las víctimas.

Anotaba en una lista el nombre real del niño rescatado, en los casos en los que se sabía, el de sus padres, y al lado el nuevo nombre, el inventado en los documentos apócrifos y el de sus familias de adopción. Luego hacía una copia y enterraba en el jardín dos frascos con los papeles. Eso garantizaría que los chicos podrían reencontrarse con sus padres.

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Las acciones de Irena empezaron a tener reconocimiento a partir de 1965 cuando la organización Yad Vashem de Jerusalén le otorgó el título de Justa entre las naciones y la nombraron ciudadana honoraria de Israel La denominación proviene de una frase de Maimónides: “Los justos de las naciones del mundo tendrán parte en la vida eterna” (Hiljot Melajim, 8:11).

A diferencia de otros que lograron salvar vidas de judíos durante el nazismo, como Raoul Wallenberg u Oskar Schindler, la historia de Irena Sendler no fue demasiado difundida. La manera en el que el mundo conoció su obra fue peculiar. Un grupo de estudiantes de Kansas escribió en 1999, una pieza teatral contando el caso del que se habían enterado leyendo la noticias en un diario viejo. De esa mínima obra colegial, la historia empezó a expandirse y a conocerse en todo el mundo.

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Michal Glowinski, un profesor de literatura que fue uno de los chicos que ella rescató dijo que Irena era su tercera madre y que era quien le había conseguido a la segunda, luego de que los nazis le arrebataran a la biológica. “¿Qué pienso de ella? Lo que se puede pensar y sentir sobre alguien a quien le debes la vida”.

En noviembre de 2003 el presidente de la República polaca, Aleksander Kwasniewski, le otorgó la más alta distinción civil de Polonia: la Orden del Águila Blanca. Por último, y no menos importante, en 2007 el senado de Polonia presentó la candidatura de Irena Sendler al Premio Nobel de la Paz que finalmente fue concedido al norteamericano Al Gore.

Irena Sendler murió en el 2008. Tenía 98 años.



A partir de esta conmovedora e impactante historia, Fanny Sarfati da vida a Irena Sendler en el monólogo El Ángel de Varsovia.

Fanny Sarfati es una reconocida productora, actriz y directora en más de treinta obras de teatro, eventos culturales y espectáculos.

Entre otras de sus memorables puestas en escena, recordamos El Balcón de Golda, presentada en quince países y Dai-Basta presentada en cuatro países, con un éxito inusitado en centro, sudamérica, España e Israel.

En su trayectoria, ha sido acreedora a múltiples premios y reconocimientos, el más reciente, el Premio María Douglas como mejor actriz de monólogo 2022 por El Ángel de Varsovia, otorgado por la Asociación Mexicana de Críticos de Teatro, que recibió hace unos días.

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Platicamos con la actriz sobre su notable actuación en el texto creado ex profeso para ella por el maestro Tomás Urtusástegui.

Un día me llegó un post de Facebook sobre la conmemoración luctuosa de Irena que murió en 2008, a mí se me hace como que murió antier. Se lo mandé al maestro, que en paz descanse, le dije mire maestro por favor el pedazo de mujer que es Irena, y así de prolífico, rápido, generoso como era el maestro, 10 días después tenía yo un libreto en mi escritorio, dedicado a mí, lo cual agradezco enormemente, e incluso me pidió que yo escogiera el título, imagínate, me dio títulos a escoger.

Y bueno, llegó el momento de Irena y empecé por convocar a Carlos Rangel, que ya nos conocíamos de antes y teníamos muchas ganas de trabajar juntos, y ha sido un dueto maravilloso, porque tanto Carlos como yo, somos bien nerds, le metimos muchísimo al personaje, incluso le pedimos permiso al maestro Urtusástegui de hacer algunas precisiones históricas y nos dio chance de hacerlas, y fue el último texto que vio montado el maestro. Entonces, tenemos una doble responsabilidad como podrás entender, una doble responsabilidad.

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Asombroso que en solo 10 días armó tamaño texto.

No, no, no, tremendo. Claro después lo súper tallereamos con él, fue todo un proceso, también de todos, entender quién era este personaje tan complejo y tan entrañable, que es Irena.

Sin duda una mujer avanzada a su tiempo, en muchos sentidos.

En muchísimos sentidos era una mujer de avanzada. Una heroína sin capa, como yo le llamo. Y fíjate que lo bello de Irena es que nunca quiso ser un héroe. Así empieza la obra: Yo no quiero ser un héroe. Muchos años estuvo en el anonimato.

¿Cuánto tiempo tienes con este monólogo, porque esta no es su primera temporada?

No, esta es la tercera temporada. La estrategia con covid ha sido un poquito diferente, siempre hemos hecho temporadas cortitas, nos vamos de gira, regresamos, temporada cortita, nos vamos de gira y así.

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Estrenamos, de hecho, antes de la pandemia, porque nos pidieron El ángel de Varsovia para al Dia Internacional del Holocausto, que se llevó a cabo el 27 de enero de 2020 en el Museo de Memoria y Tolerancia... ¡Qué lugar para hacerlo!... Imagínate… entonces estrenamos ahí, no teníamos multimedia, las luces, el géiser, todo iba un poco en contra, sin embargo, gracias a esa función nos vio el cuerpo diplomático de la embajada de Polonia, y es una embajada que nos ha estado apoyando muchísimo, porque les conmovió muchísimo que una compañía de mexicanos pusiera en escena la vida de una ilustre polaca.

Fanny, ¿qué tanta responsabilidad, qué compromiso implica el interpretar a un personaje que realmente existió, como Irena, a interpretar uno surgido de la imaginación y de la pluma de alguna o algún dramaturgo?

Que buena pregunta. ¡Toda!, absolutamente toda la diferencia, porque un personaje de ficción, tú sabes que puedes inventarle cualquier cosa, y está bien si coadyuvas al mensaje del concepto general de la obra, al construir ese personaje de ficción, con lo que tú quieras inventarle, pues está muy bien. Pero cuando encarnas un personaje histórico no puedes fallarle, no es lo que a ti se te dé la gana, no se ve como a ti te gustaría verte, no tiene las características que tú quisieras ponerle, tiene las tuyas propias, y más te vale ser muy nerd y muy estudioso para no fallarle al personaje histórico. Porque, imagínate que yo estuviera inventando cosas raras de Irena, probablemente algunas personas que no conocen al personaje se tragarían ese dulcecito, pero no es correcto porque cuando salen personas que si conocen al personaje, estas contando una historia de ficción, y no una historia real. Entonces la diferencia es radical y en la forma de construir al personaje, es total y absolutamente diferente.

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Como actriz o como actor cuando encarnas personajes históricos, tienes, primero, que estudiar muchísimo, tienes que verificar que todos los datos que tiene el texto dramático sean reales, tienes que adaptarlos si no lo son y te encanta el texto, adaptarlo, seguir poniendo datos históricos, tienes que seguir aderezado porque no hay quien más conozca el texto que aquellos que están estudiándolos y haciendo el análisis, porque estás en eso.

Como ya te comentó, le pedimos permiso al maestro para hacer precisiones históricas en el texto, estaba fascinado porque tallereamos con el su texto, y quedó afinado, no solamente la parte de datos duros, que eso, vas a la enciclopedia y los vas a encontrar, o si te metes a Google lo encontrarás.

Pero también de características de este personaje que, como murió en 2008, tuvimos oportunidad de ver videos, de analizar su forma de cojear, porque no es la misma que si tienes flebitis, o reumatismo, esta mujer tenía destrozadas las piernas y los pies por una tortura nazi. Es delicioso tocar un personaje histórico.

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¿Cómo es tu proceso para permitir que Irena te posea, literalmente?

Hago un rito sencillo antes de la tercera llamada, prendo una veladora por Irena, prendo una veladora por el maestro Urtusástegui, que falleció en abril del 2020, a la función de Memoria y Tolerancia ya no pudo llegar, estaba muy enfermo, pero mandó una carta con su hijo, y en esa carta decía que él había perdido la esperanza en la humanidad, y que Irena se la había regresado. Eso fue enero del 2020 y el maestro falleció en abril, así que fue la última obra suya que vio, porque la vio en mi casa, vio un ensayo en mi casa, sin multimedia, sin luces, sin nada y llorábamos todos, lloraba el, lloraba Carlos, lloraba yo, llorábamos todos porque fue muy, muy duro. Desafortunadamente no llegó, aunque si llego en cierta manera, porque vio el fruto de su trabajo, imagínate, para un dramaturgo es maravilloso.

Yo honradísima, honradísima de encarnar su obra.

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Vio corporeizado su texto, no vio la puesta en escena totalmente terminada, pero vio a Irena en cuerpo y alma, a través del tuyo.

El teatro, cuando lo trabajas en serio podría ser en una cámara negra, sin la necesidad de poner absolutamente nada, pones los otros elementos para atraer más fácilmente al público, para hacerlo más amable al ojo del público. Yo tendría que poder convencerte de la historia en la sala de mi casa también.

Hicimos como 4, 5 funciones en mi casa con algunas personas y fue muy delicioso, porque es muy petit comité, sin parafernalia, con la silla de mi casa, jálate está mesita, pon esta cosa, ya sabes. Y después se queda uno charlando, y no sabes cuántas cosas recuperas, porque el público te puede alimentar de una forma extraordinaria. Esta entrevista me fascina porque sé que ya viste a Irena, ya la conociste y hace toda la diferencia en tus preguntas, y las siento, porque ya fuiste parte de la magia de Irena y de la propuesta que nosotros hacemos para representarla.

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Suelo ser muy escéptico no me agradan del todo las proyecciones cuando se abusa de ello, cuando se quiere reemplazar el teatro con algo grabado, muy mal proyectado, cuando no tienen razón de estar en un escenario. En El ángel de Varsovia es tan preciso y tan adecuado y refuerza tanto el relato que es verdaderamente plausible, se puede prescindir de ello, como acabamos de decir, sin embargo, en escena es un detalle determinante.

Acudimos a una empresa que se llama Cohen y Cohen, con Aharon y Ester Cohen, que tienen el acervo fotográfico y de video de la Segunda Guerra Mundial más grande de México, ellos han hecho documentales muy importantes sobre campos de concentración, ahora mismo está uno de sus documentales en exhibición Orgullos del silencio. Ellos nos ayudaron con esas imágenes y decidimos, exacto lo que dices, usar pocas y buenas aportaciones, solamente para que te den piso, para que te des cuenta que fue real, que la gente ahí estaba, así se movía, así los marcaban, así eran los niños que fallecieron, son 2, 3, 5, 10 momentos que aderezan, nada más, y decidimos proyectar sobre negro, porque es un recuerdo de Irena, no necesita ser nítido, no es cine, es un apoyo en una obra de teatro.

Tu actuación es conmovedora, inspiradora, llena de verdad, también devastadora. Hay una parte en la que describes tan puntualmente a las mujeres, las madres de los niños, rapadas, marcadas, torturadas, en que condiciones estaban, que inmediatamente vi a Charlotte Rampling en Portero de noche... ufff... …eso que describes, lo vi en una recreación extraordinaria, muy impactante, y así es el teatro, te provoca imágenes, y, a través del video se pudo haber caído en el morbo y en el amarillismo, no es el caso, ni remotamente.

Decidimos no poner imágenes devastadoras, vimos cientos de imágenes, imaginarás ese trabajo, cientos de imágenes. No quisimos poner ningún cadáver, pero no queríamos eso, queríamos mostrar a la gente viva, que después ya no pudo seguir su vida, y eso es más devastador todavía.

Vamos a estar todos los jueves de septiembre, estamos haciendo temporaditas y nos vamos de gira, otra temporadita y nos vamos, a ver hasta donde llegamos con esta estrategia, creo que es mejor estrategia que abrir las puertas y esperar a que deje de venir la gente.

Pese a ser uno de los episodios más oscuros en la historia de la humanidad, esta historia en particular es muy alentadora, como dijo el maestro Urtusasteuí finalmente lo reconcilia a uno con la humanidad, con la vida, porque Irena, con sus “cómplices”, en el mejor sentido de la palabra, lograron rescatar a más de 2500 niños judíos.

Sí está cañón, imagínate hoy, eso es exponencial entonces 2500 hoy representan a cientos de miles de personas, es conmovedor.

El maestro Tomás Urtusástegui es un dramaturgo con más de quinientas obras escritas y llevadas a escena, dentro y del país. Urtusástegui es quizá el dramaturgo más prolífico, solicitado y multipremiado de México, en los últimos tiempos. Falleció en 2020, la última de sus obras que se montó, y pudo ver, fue El Ángel de Varsovia, obra ganadora del Premio San Gines de Teatro Independiente Mexicano, 2020 al mejor monólogo sobre derechos humanos.


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El teatro es de todos. ¡Asista!


Absolutamente recomendable.



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El ángel de Varsovia. De: Tomás Urtusástegui.

Dirección: Carlos Rangel.

Actuación: Fanny Sarfati.

Todos los jueves de septiembre a las 20:30 horas.

Clasificación: Adolescentes y adultos.

Entrada general $350. De venta en taquilla y boletos.shakespeareycia.com

Foro Shakespeare, Zamora 9 Colonia Condesa. Metro Chapultepec.

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