Dominado por una fuerza oscura. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.

"Y ese monstruo tenía mi rostro. Era yo"

Sin Nombre.

El término distopía fue acuñado por John Stuart Mill en 1868 y se trata de una proyección de tendencias de hoy en día, hacia un futuro catastrófico y apocalíptico.

En narrativa y cine abundan relatos distópicos, pero en dramaturgia son mucho menos frecuentes, probablemente porque el subgénero tiene ecos de ciencia ficción y la fuerza del teatro descansa más en la fidelidad al aquí y el ahora que en visiones futuristas.

Un crítico británico hizo una distinción entre dos distopías: a) Un lugar negativo, pero construido. Y b) Un lugar destruido en el que no hay, o hay muy poca, estructura formal.

No abundan textos teatrales recreando distopías, algunos ejemplos notorios, vistos en México son:

Ah Los días felices (1960) de Samuel Beckett, que estaría en el segundo grupo. La imagen de la progresivamente sepultada Winnie y su desvalido marido, Willie, sugieren que se ha producido algún tipo de cataclismo.

Bajo la magistral dirección de Manuel Montoro, la obra se presentó en el Teatro Independencia en 1977, con la espléndida actuación de Beatriz Sheridan, acompañada de Héctor Gómez, con escenografía de Guillermo Barclay. Beckett recurre a la presencia en escena de una mujer hundida en la arena hasta medio cuerpo, no obstante, busca la felicidad y acepta cualquier brizna de alegría para renovar sus esperanzas. Esta mujer hundida en la tierra no está paralizada del cuerpo sino del alma, no la mantiene sin movimientos la enfermedad sino el destino, la vida que a todos nos hunde en cierta inmovilidad, en cierta incapacidad de luchar hasta que la muerte nos hunde en la tierra para siempre.

Lejos (Far Away) (2000) de Caryl Churchill, también ejemplifica los problemas del drama distópico. Con un comienzo escalofriante en un entorno rural, una joven interroga a su tía sobre ciertas escenas que ha presenciado por la noche: hombres que llegan en camiones y son apaleados por su tío para luego ser confinados en cobertizos. La tía le dice a la niña: “Tú eres parte ahora de un gran movimiento comprometido en hacer que las cosas sean mejores”.

En la obra, la transición, desde la brutalidad política al desorden natural, el desafiante mensaje del texto perdura. Lejos (Far away), traducida y dirigida por Otto Minera, se presentó en el Teatro El Granero en 2009, con la actuación de Emoe de la Parra

También sobresalen las adaptaciones para la escena de:

1984 de George Orwel, autoría de Rober Icke y Duncan Macmillan, que se presentó en el Teatro Helénico en 2019. Bajo la dirección de José Manuel López Velarde, con Antón Araiza y Constantino Morán, entre otros.

1984, es la obra cumbre de George Orwell, quien crea una ficción política que retrata a la sociedad del futuro como una dictadura totalitaria, permanentemente vigilada por El gran hermano. La tecnología, las cámaras de vigilancia, la manipulación, asfixian cualquier resquicio de libertad. El pensamiento, el amor, el sexo y cualquier recuerdo son actividades que han de ser controladas, aun a costa de las más atroces torturas.

Una bota aplastando una cara humana…eternamente. Eso es el futuro. Eso es 1984.

La sociedad conservadora de la época reprobó la versión cinematográfica de Stanley Kubrick de Naranja Mecánica (1971), de Anthony Burgues, publicada en 1962, por considerarla una apología de la violencia. En respuesta, el autor de la novela realizó una versión teatral 3 lustros después, en donde redime a Alex, haciéndolo lamentarse de sus acciones, dándole un final moralista a la delirante historia que se volvió un éxito gracias a Kubrick. A partir de esa versión teatral, el director Morris Savariego realizó su propia adaptación en México en el 2000. Aquella Naranja no fue la exacerbada violencia de Kubrick, ni la moralista respuesta de Burguess, fue una versión de Savariego sobre la violencia y deshumanización imperante en las grandes urbes. La obra tuvo temporada en el Foro Shakespeare. Casi 20 años después el productor Sergio Gabriel importó una nueva adaptación teatral, adaptada y dirigida por Manuel González Gil, procedente de Argentina, a escenarios locales.

Actualmente tenemos oportunidad de “disfrutar” Rebelión, propuesta orgullosamente mexicana, que aborda las profundidades de la naturaleza humana a través de un unipersonal que presenta, por medio de la ficción, el teatro y la danza, futuros distópicos que coinciden con una dolorosa realidad.

La obra presenta a dos personajes: Badi, el viejo y sabio guía de una revolución social que busca librarse de El Régimen, pero en su lucha, es asesinado. Ante este hecho, el caos domina a su grupo de disidentes, entre quienes se encuentra Sin Nombre: un ex sicario mutante que decide develar a sus compañeros la verdadera historia de su líder y cómo sus vidas se cruzaron en un trágico destino.

Desde tiempos inmemoriales, el mundo ha estado marcados por una cantidad histórica de protestas sociales. Millones de personas toman espacios públicos para exigir cambios radicales y estructuras sociales más justas. Muchos de estos, se hicieron directamente sobre la violencia perpetuada por los modelos dominantes de masculinidad.

La dramaturgia se realizó a partir de la compilación de relatorías escritas por el dramaturgo, que documenta cada una de las sesiones del Café Conversatorio: Entre Hombres (2019 – 2020), espacio de diálogo y reflexión en busca de masculinidades constructivas, fundado en León, Guanajuato por el mismo autor y algunos compañeros, así como del estudio de otras fuentes bibliográficas y documentales.

Roberto Mosqueda y un grupo de creativos, utilizan sus mejores armas para estudiar, analizar y presentar un trabajo escénico en donde la reflexión inicial en torno a las masculinidades llegó más allá de lo imaginado; trascendió lo político y descendió hasta profundidades que tienen que ver más con la naturaleza humana, sin importar el género.

Esto es el origen de Rebelión, unipersonal escrito, dirigido e interpretado por Roberto Mosqueda, tocando temas tan profundos como la desaparición de mujeres, la masculinidad y el ego humano, percibido como un mecanismo de supervivencia humano; y a la vez, la raíz de la destrucción.

La civilización a la que pertenecen Badi y Sin Nombre, es gobernada por El Régimen, que a su vez es dominado por una fuerza oscura, El Nodo. Esta sociedad es azotada cíclicamente por las crisis de desaparición de mujeres y el descontrol del virus de la "sombra marrón". Las enseñanzas del revolucionario serán, tal vez, el rayo de luz que se necesite para poder escapar de su infausta situación.

El Nodo habita en todas las personas porque resulta de sumar las partes más despiadadas de su interior. Crece y se alimenta del miedo y la crueldad de quienes vulneran, de quienes usan el fuego para destruir el hogar, en lugar de calentarlo. Cualquier indicio de amor, cuidado y compasión son la luz que lo aterroriza y éste busca desaparecer. Afirma el dramaturgo y director.

El proceso de creación estuvo marcado por un profundo, intenso y doloroso camino de meditación, del cual surgió un guion, metáfora de aquello que antecede a los problemas de género y que está presente en cualquier persona: el ego humano.

El proyecto es resultado del Programa Creadores Escénicos del Sistema de Apoyos a la Creación y Proyectos Culturales y se estrenó en noviembre de 2021. Desde entonces ha realizado presentaciones independientes en foros de León, Irapuato, Chilpancingo y la Ciudad de México.

El equipo de la puesta está conformado por expertos guanajuatenses: Mosqueda, en la dramaturgia, dirección e interpretación, Paola Arenas, una creadora de universos lumínicos que transita por el mundo escénico desde 2004. Se ha desarrollado como diseñadora escénica, productora y docente durante su carrera profesional, trabajando en recintos como el Teatro del Bicentenario como jefe de foro.

El objetivo de Paola de seguir creando, es compartir historias; dejar cuestionamientos en el aire, que como sociedad, podemos seguir discutiendo, tal como lo demuestra al estar al frente de la producción e iluminación en Rebelión.

Sin duda alguna, una de las partes más destacada de la puesta en escena, lo es la sonora; el meticuloso trabajo de música original fue realizado por Eduardo Esquivel y el diseño sonoro por Joel Falcón.

Originario de León, Guanajuato, Eduardo Esquivel estudió licenciatura en piano en la Escuela Superior de Música del INBA en la Ciudad de México, titulándose con mención honorifica en el 2018. Ha tocado en diversos teatros del interior de la república. Fue ganador del primer Concurso Nacional de Piano María Teresa Rodríguez en el 2007, el IV Concurso Nacional de Música de Cámara de México en el 2008 y la beca del Fomento Cultural Banamex para trabajar con el Ensamble Decoda afiliado al Carnegie Hall de Nueva York para una serie de conciertos celebrados en Yucatán en 2015.

Actualmente se desempeña como Coordinador del área de piano de la Escuela de Música de León y dirige el Ensamble Vocal del Tecnológico de Monterrey, campus León.

Por su parte Joel Falcón, responsable del diseño sonoro, es un realizador audiovisual originario de León, Guanajuato. Su trabajo abarca contenidos audiovisuales de carácter documental y de reportaje para medios televisivos, nacionales e internacionales, así como estrategias de publicidad digital.

Es egresado de la Licenciatura en Medios Audiovisuales, formándose con maestros como Roberto Canales y Guillermo Arriaga.

Desde 2013 trabaja para la Unidad de Televisión de Guanajuato Tv4, destacando su trabajo en las series documentales Así me fue y El sabor de mi tierra. Actualmente se desarrolla como Jefe de Producción de la institución y director de campañas especiales.

Roberto Mosqueda es un artista escénico originario de León, Guanajuato. Actor y bailarín en producciones de teatro, danza, ópera, cine y televisión.

Su experiencia abarca también la dramaturgia, gestión y producción. Realizó una residencia con la Kibbutz Contemporary Dance Company. Ha trabajado con directores y coreógrafos nacionales e internacionales.

Como creador ha construido un lenguaje artístico interdisciplinario, desarrollando montajes como Flores para los muertos, Ánimas, Esto NO es sobre discriminación, Los pies del faro y Post Data, presentándose en espacios como el Festival Internacional Cervantino, la Muestra Nacional de Teatro, el Festival de Monólogos Teatro a Una Sola Voz y el Encuentro Latinoamericano Danza á Deriva. Sus propuestas han llegado a países como Israel. Brasil, Canadá y Colombia.

Actualmente trabaja en conjunto con la coreógrafa Paulina del Carmen, con quien ha creado piezas como Lulú y Ciudades Invisibles, obra finalista del Premio Nacional Guillermo Arriaga y seleccionada oficial del festival PRISMA en Panamá.

Rebelión es teatro-danza, Rebelión, es una narrativa cinematográfica, el guion y el que un solo actor le da vida a todo el universo con sus capacidades histriónicas y corporales validan el montaje.

“Desde su estreno, las personas asistentes se han referido a la obra ‘como una película’, sintiéndose identificadas y vinculadas. Asimismo, los planteamientos abordados generan cuestionamientos interesantes en torno a temas varios como: la crisis ambiental, el machismo, la desigualdad social, etcétera. Esta obra de teatro físico y danza contemporánea es la suma de sus propias experiencias y los saberes generosamente compartidos por todas y cada una de las personas que han formado parte de su camino; y ésta sigue en constante transformación y crecimiento”, concluye Mosqueda.

El teatro es de todos. ¡Asista!

Muy recomendable.

Rebelión. De: Roberto Mosqueda.

Dirección y actuación: Roberto Mosqueda.

Miércoles 20 horas. Hasta el 28 de septiembre

Teatro La Capilla. Calle Madrid 13, Colonia del Carmen, Coyoacán.

Los boletos tienen un costo de $300 pesos, entrada general y se pueden conseguir en https://boletopolis.com/es/evento/23455 o en la taquilla del recinto, una hora antes de las funciones.