Siempre en la búsqueda, sensible, talentoso, Diego del Río nos envía unas Coordenadas sutiles, en complicidad con otra teatrera igualmente audaz, sensible y talentosa, la actriz Sophie Alexander Katz. En esta ocasión, del Río incursiona en la dramaturgia con una contundencia que, ni remotamente, se siente el texto de un "principiante".
Es mi primer texto, afirma el multitalento del Río, he versionado muchos textos, he hecho versiones libres de otras obras, por ejemplo, los chejovs, y tuve la posibilidad de co escribir con Paula Zelaya Memoria, que presentamos en la Compañía Nacional de Teatro, sólo 2 funciones justo antes de la pandemia.
Y que ya no podremos ver con Ricardo Blume, de hecho, tampoco pudo dar las dos funciones que llegamos a dar, porque se enfermó, y otro actor de la compañía lo suplió. Tomo el lugar de Ricardo con texto en mano, en realidad todos los actores tenían el texto en la mano porque, por sus edades, ya no podían memorizar, ya no pueden muchos de ellos, Adriana Roel, Ana Ofelia Murguía, etcétera.
Fue una experiencia inolvidable, la verdad, estar con estos actorazazos, incluido Ricardo, poder ensayar, tener el privilegio de haberle dirigido su última obra, tener eso yo creo que es un gran regalo para mí y para todos los que estábamos en el equipo, pero Memoria lo escribí después de Coordenadas sutiles.
Coordenadas sutiles la escribí en marzo del año pasado para aplicar a mi beca del FONCA, que tuve suerte de que me la dieran, la de jóvenes creadores y la semilla del proyecto fue una investigación anterior. Cinco años antes, Sophie Alexander y yo hicimos un proceso que finalmente resultó en una obra, un trabajó en proceso que presentamos en el Juan Ruiz de Alarcón llamado Proyecto sutil, en el que Edgar Chías escribió el texto.
Empezó esa investigación con un año de conversaciones, en las que, al principio teníamos como una semilla que de alguna manera se fue, no perdiendo, se fue moviendo hacia otro lugar con Proyecto sútil, que yo quise recuperar ahora, y a partir de ahí me lancé a la escritura de esta ficción, que mucha gente cree que es la historia de Sophie, pero no, en realidad es una ficción, pero tiene algunos puntos de contacto con ella, porque yo me inspiré en su persona para hacerlo.
Los puntos de contacto, además del nombre, por supuesto, la profesión que tiene el personaje y la profesión de actriz que tiene Sophie, el hecho de que su mamá es francesa y su abuela una refugiada alemana y qué son actrices. Toda esta historia, todo este viaje que ella cuenta como personaje, en realidad es una ficción y nació de varias preguntas que teníamos alrededor del destino, de las cargas de generaciones atrás, de la orfandad, de la identidad. De ciertos conceptos que nos interesaba indagar y que yo quise retomar con esto.
Sophie, una actriz alrededor de los cuarenta años, decide enfrentarse al escenario después de varios años de ausencia, producto de una serie de eventos que le imposibilitaron continuar con su vocación de actriz. En un ejercicio urgente por reconstruirse y pegar sus pedazos, esta actriz hará un viaje introspectivo que la llevará a recorrer sus propias huellas y la de las mujeres de su familia, que la preceden y que forman parte de una importante dinastía femenina de histrionas, que acumula casi tres siglos.
Resulta tan veraz y convincente la interpretación de Alexander, y conociendo sus ascendentes familiares, que, también pensamos que se trataba de una historia biográfica de Sophie, dado que ella viene de una familia de artistas, su tía Susana, su abuela, Brígida Alexander, madre de su padre.
Por estas asociaciones, resultaba fácil asumir que, si no es la historia real de esta dinastía de actrices, si un punto de convergencia entre la ficción y la realidad.
Así es. Y, de hecho, de ahí viene un poco el título Coordenadas sutiles, como esos puntos en donde la ficción y la realidad del actor se tocan, se mezclan, y sobre todo en un ejercicio también de apropiación, en donde yo le propuse a Sophie entrar en un trabajo, casi, casi, de encarnación de estos personajes, permitiendo que tanto sus memorias, como las mías, como nuestros imaginarios, aparecieran en una sensación más interior que exterior, más implosiva que explosiva, como en una construcción muy íntima y, en ese sentido, creo que fue interesante el ejercicio del medio, del lenguaje audiovisual al que finalmente llegamos con la pandemia. Porque originalmente el proyecto se iba a presentar de manera muy íntima, en espacios como la sala de mi casa, o la de su casa, y después se unió al proyecto Samuel Sosa, como productor del Foro Shakespeare. Y después, cayó la pandemia y cuando cayó la pandemia, Samuel me propuso hacerla virtual, y yo me negué porque para mí no se cuenta la historia si no tiene el enfrentamiento con un espectador. Entonces llegamos a esta idea y a este acuerdo de hacer un homenaje al teatro, en dónde si se corriera una función para un solo espectador, se filmara a 6 cámaras en el Teatro de la Ciudad que, además es, yo creo, el lugar más mágico, el teatro más portentoso de nuestra ciudad, y con el teatro vacío que, de alguna manera, también es una metáfora de lo que está viviendo el personaje de Sophie en ese momento.
Sophie, la actriz, decía: “Es que Sophie personaje, es como si tuviera, igual que el Teatro de la Ciudad, todas esas butacas vacías, porque no está lista para ejercer su condición de actriz”, y en el momento en el que filmamos, que fue en agosto, el teatro todavía no regresaba, ahora ya regresó, poco, a poco. Tener las butacas vacías, era una metáfora, y una especie de registro del momento que estamos viviendo todas y todos.
En efecto, resulta muy impactante, este escenario espectacular y emblemático, recinto, con la historia que tiene y contiene, vacío. El espectador podría pensar: ¡yo debería de estar ahí sentado!.
Claro, y eso justamente creo que da más capas de dialogo entre el espectador y su apreciación de la pieza pensando en esto, ¿dónde está el teatro ahora?, ¿dónde va a estar?, ¿cómo va a volver?. ¿de qué manera?. En fin, todo lo que todos y todas traemos en la cabeza en este momento.
La puesta en escena del, plausiblemente sencillo, Diego del Río, ha contribuido a vencer la resistencia de ver teatro vía digital, asumiendo un criterio muy convencional, muy conservador, como decía el célebre Julio Castillo: el teatro es tete a tete, puede ser un solo espectador, pero tiene que haber este diálogo directo, personal, entre el actor y el público. Y esto es, porque la impecable puesta en escena de del Río, también es una puesta en cámara, como lo es otro inminente estreno, del cual hablaremos en una próxima entrega: El paraíso de la invención.
Esto que dices yo lo comparto, yo creo que el teatro es presencia en tiempo y espacio. Tienen que estar, necesariamente, el espectador y el actor, pero pensé: “Como eso no es posible, y no me puedo pelear con esa realidad en este momento, lo que voy a hacer”, es un homenaje al teatro, utilizando el lenguaje del cine para armarlo. Entonces la presencia del espectador se vuelve también un personaje. Tú sabes, como espectador de la pantalla, que estás viendo algo que fue una función de teatro para esa mujer, porque ella sí lo vivió como teatro, me refiero a Fabiola, la espectadora. Y la posibilidad de jugar con el medio audiovisual, que a mí me permitió como director, junto con los colegas con los que pude trabajar, con el cinefotógrafo, José Estempa, con la editora, Ursula Barba, con un grupo de gente de cine, armar una experiencia en donde se tuviera todo el tiempo este recordatorio de lo teatral, pero utilizando las virtudes del sonido y de la imagen.
Ahí radica lo importante de este ejercicio, aquí hay puesta, no solo en escena, también hay puesta en cámara. El trabajo de Sophie es fuera de serie, no interpreta a un personaje, interpreta a varias miembras de esa dinastía de actrices.
Yo creo Sophie logra una construcción perfecta en equilibrio. entre la forma y el fondo, en donde, con pequeños elementos gestuales, corporales, obviamente vocales, pero con un universo entendido, profundísimo de la intimidad de estas mujeres a las que les da les da cuerpo y les da voz.
Creo que Sophie logra alcanzar niveles de profundidad muy altos y niveles de verdad, muy agudos, y creo que también se traspasa en la cámara. Pero en vivo, cuándo ensayábamos, y en la función que dimos, este momento en donde ella se transforma en la abuela, en el personaje de Sara, se sentía como si se cortará el aire de ese teatro, porque realmente como que había bajado una presencia, era como permitir que entrara. Casi, casi, como ser poseída por otras presencias.
Es una cosa muy especial que, claro, lo puede lograr ella como la actriz valiente que es, pero además una actriz muy entrenada, que tiene un gran instrumento actoral, yo creo que es de las mejores actrices que tenemos en este país. Sophie tiene una gama de posibilidades histriónicas muy amplia.
Coordenadas sutiles no solo es un gran monólogo, al mismo tiempo es un compendio teatral. Surgen cual fantasmas El Rey Lear, y otros personajes universales, y una serie de referencias, de citas. El momento en el que Sophie pierde el texto en plena función, y empieza una pausa enorme, como en la que hemos estado todos por esta pandemia. Recordamos actores, actrices que, en función olvidaron el texto y fue el principio del fin.
Es una de las peores pesadillas para actores y actrices. Cuando hice El chofer y la Señora Daisy, tuve la posibilidad de dirigir a María Rojo, que fue su regreso a actuar, después de 20 años de no hacer teatro, y fue justamente porque se fue a blancos, de pronto tuvo un blackout en la escena y ella sintió que fue eterno, no pudo con eso y dijo: No, no esta angustia. Yo ya no puedo. Y decidió dejar de hacer teatro y fueron, no me acuerdo si 15 o 20 años, de una actriz del tamaño de María, de no estar en los escenarios, obviamente ella, como la gran actriz que es, nunca dejó de hacer cine o de hacer televisión, se fue a su lado político, etcétera.
Pero como un elemento, un momento, un instante, puede significar el terror, y ese terror, a veces, bajar para siempre a un actor.
Y aquí creo que la imposibilidad de la que habla Sophie personaje, de ese momento en donde ya no pudo actuar, como esa especie de impasse, en donde todo se detiene. Es un colapso, un momento de vida en donde venía cargando tanto de lo que no se había hecho cargo, la muerte de sus padres, la separación de su esposo, una neurosis latente, entrar en un rush de quererse comer el mundo, y que, a veces, eso te aleja de estar en presente. La evasión de la vida, que pasa factura siempre, y creo que a ella le llegó en un momento donde no lo vio venir y se lo cobró con lo que más le dolía, que era su identidad de actriz, su condición de actriz.
Y el enorme peso de cargar con un apellido de reconocidas actrices, actrices poderosas todas.
Ese peso que, de alguna manera lo dimensionábamos, lo hablábamos con Sophie Alexander. Obviamente ella, como bien dices, viene de una familia de mujeres importantes, como Susana, como Brígida, que fue la primera productora de televisión en nuestro país, una productora que no recibió reconocimiento, paradójicamente no le dieron ese lugar pero fue un lugar medular para la televisión en México.
Para la línea actoral, en la familia de Sophie Alexander, no son 300 años, pero cuando dimensionábamos ese tamaño de presencias, y en el texto, en esta ficción, estas mujeres poderosas y potentes, como bien dices, que tocaron, quizá, el corazón y la inspiración de autores emblemáticos del teatro universal, o de maestros importantísimos, renovadores, como Stanislavski, cuando se habla de esta bisabuela que tenía influencias porque había pasado por el teatro ruso con Stanislavski y otras que habían sido celebres actrices europeas a las que les habían escrito parte del repertorio internacional.
Como ya se mencionó, el jovencísimo Diego del Rio tiene una trayectoria imponente, en el que abundan algunos de los grandes nombres de la dramaturgia universal, y, por vez primera dirige un texto de su propia autoría.
Me descubrí sorprendentemente muy libre, porque además entré en un proceso nuevo para mí, que fue la escritura, y me sentí muy conectado con ese proceso.
Yo le tengo mucho respeto a la escritura, y, de alguna manera, no me había atrevido a sentarme y a empezar a darle rienda a la escritura por ese gran respeto a los autores. Y me descubrí cómodo, me descubrí libre, me descubrí conectado con ese recurso, con esa herramienta. Y después, la posibilidad de entrar en el ejercicio cinematográfico de alguna manera, que no es cine, pero la idea de estar con la cámara, de estar con la edición, con el fotógrafo, son ejercicios que yo desde hace tiempo he estado coqueteando con esto, porque además voy a filmar el próximo año una película, entonces fue como una especie de caminar pasos importantes, previos a estas experiencias que vienen.
Es de suponer que después de esta experiencia, seguiremos contando con Diego del Río autor, y, por supuesto, de Diego del Río director.
Si, quiero seguir indagando en la escritura, la dirección, por supuesto que no la dejo. Estoy escribiendo un guion cinematográfico, no es el que voy a filmar el próximo año. El próximo año voy a filmar un guion de Lucía Carreras, pero estoy escribiendo, trabajando una historia que tengo en la cabeza desde hace tiempo, y no quiero dejar de escribir teatro tampoco.
Me interesa que sea mi camino. Me descubrí en este camino, no lo había pensado del todo, lo tenía siempre como un deseo, pero como de esos deseos que uno no cuenta porque son casi prohibidos.
Y este deseo, de pronto, verlo materializado, me siento muy orgulloso del monólogo, sin duda muy orgulloso del trabajo de Sophie, creo que Sophie hace un trabajo de altos vuelos, y me encanta que la gente lo pueda ver también en la posibilidad de que esté registrado.
Estas Coordenadas sutiles tendrán un poco de más vida en esta parte virtual, del video, de la pieza en audiovisual. Vamos a ser parte de un festival de monólogos que está armando el foro Shakespeare, en conjunto con la Teatreria.
Vía streaming yo creo que vamos a tener otra función más adelante en boletopolis para que la gente que la quiera volver a ver, pueda hacerlo, y la gente que no la haya podido ver, no sé la pierda. Después, la obra, así filmada va a vivir en la plataforma de teatrix que es esta plataforma de teatro filmado que están empezando a lanzar Óscar Carnicero y compañía.
Por otro lado, el próximo año queremos, cuando se pueda, cuando se regrese un poco más a la realidad, de que Coordenadas sutiles tenga una temporada presencial.
También tengo ganas de explorar este monólogo en otros países. Me gustaría, me encantaría ver si puede vivir. Al ser un monólogo tiene varias virtudes, es sencillo en el sentido de que es solamente para una actriz, en el sentido de que el material es inmenso, pero a nivel producción puede ser práctico.
Me gustaría, tengo como un sueño, de montar esta obra con alguna actriz en Argentina, con alguna actriz en España, con alguna actriz en Francia, en distintos lugares, en otros puntos del mundo que se puedan interesar y que sería padrísimo ver. Además, una de las premisas que quiero es que, el nombre del personaje cambiará de acuerdo a la persona que lo intérprete, o sea, va a llevar el nombre de pila de la actriz, en esta indagación entre las fronteras entre la ficción y la vida y la realidad.
Concluyen los talentosos Alexander y del Río. Todavía toca seguir innovando y buscando alternativas, con esto, se refleja lo que está sucediendo a causa de la cuarentena, que la comunidad teatral está intentando que este arte no muera, haciendo ejercicios para mantener vivas las historias.
Esto es algo nuevo que, en medio de la crisis nos permitió conectar con otras audiencias, en otras latitudes.
El teatro es de todos. ¡Asista!, también virtualmente.
Coordenadas sutiles.
Dramaturgia y dirección: Diego del Río.
Actuación: Sophie Alexander Katz.
La obra se grabó en Agosto de 2020, con seis cámaras en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.
Las imágenes que ilustran este comentario son cuadros congelados de la transmisión, por lo que pertenecen a la producción.
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