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Creo que nos ahorramos mucho en terapia. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.



Desde que el mundo es mundo, y desde que la raza humana apareció sobre la faz de la tierra existe la migración, nuestros antepasados prehistóricos migraban asentándose cerca de los ríos, lagos o cualquier proveedor natural del vital líquido, migraban buscando tierras fértiles y huían de tribus predadoras, los móviles se podrían resumir en dos: mejorar su calidad de vida y huyendo de la violencia, que son los móviles que perduran hasta la fecha en materia de migración.

En el prólogo a Migración y cultura, Tonatiuh Guillén López, ex presidente de El colegio de la frontera norte, apunta:

La migración no es un evento circunstancial y perecedero, como demuestra la experiencia humana en todas las latitudes. Por el contrario, forma parte de la esencia humana, a pesar de que en alguna parte de la conciencia social o en las políticas de los estados se le pretenda acotar o reducir a mínimas expresiones. La historia universal demuestra que los procesos migratorios se sobreponen a los obstáculos, no obstante los costos

Igual de sustancial es la cultura, como forma expresiva del pensamiento humano, espacio en donde radican las identidades, las cosmovisiones del mundo y de la vida cotidiana, con todas sus formas y tiempos. Lugar donde los contenidos de vida y las prácticas sociales tejen relaciones específicas y evolucionan en pueblos y sociedades particulares, siempre complejas. La cultura, como contenido de pensamiento que perfila la individualidad de las sociedades y de sus fases históricas, es irrenunciable, estructural a la humanidad

No existen sociedades sin cultura, como tampoco sociedades sin migración. Cultura y migración son procesos sociales profundamente humanos, radicados en su esencia misma, de relación necesaria y continua. A toda movilidad humana la acompaña su cultura, se lleva en el equipaje de mano, y puede encontrarse con otras, interactúa cada paso, avanza progresivamente hacia contenidos derivados de sí o bien que surgen del diálogo y del encuentro con lo nuevo. La migración, sin duda, impacta en la cultura, al igual que la cultura forma parte de los factores de la migración y es su compañera de viaje en todo momento

La relación entre cultura y migración es tan añeja como la historia misma, pero lo cierto es que en la práctica habitualmente se expresa como una relación no fluida, generalmente sujeta a resistencias, algunas simplemente derivadas del desfase que ocurre entre el lugar original y los nuevos terrenos de la vida. Pero también debido a las resistencias de las sociedades receptoras, de sus coyunturas sociales, políticas y económicas, pues en función de estas, abren o cierran su capacidad de inclusión de la migración y, por supuesto, de la cultura que los acompaña. Entre estas tensiones, se abren huecos para la incomprensión del otro, para las desigualdades, para las exclusiones de todo tipo, especialmente cuando se define a la diversidad como una potencial amenaza, lo cual a su vez alimenta mayores inequidades.

No obstante, la incomprensión o las francas tensiones encontradas en la ruta, la migración y la cultura no esconden su naturaleza como potentes fuerzas de evolución en las sociedades. Entre más grande ha sido la escala de migración, más significativa ha sido su fuerza como agente de cambio. En ningún otro momento de la historia humana, la migración en el mundo ha tenido las dimensiones actuales, considerando el número de personas en movimiento, la extensión y diversidad de los territorios involucrados, así como las culturas que transitan en su dinámica.

Si bien con diferentes escalas, prácticamente todos los países se encuentran en una dinámica de transición social derivada del impacto migratorio y de sus componentes culturales. Algunos con mayor intensidad, como países de origen o de destino; en otros con profundidad menor, pero que no dejan de ser parte de esta historia humana, contemporánea. Por supuesto, las implicaciones de cambió se extienden por todos los ámbitos: demográficos, sociales, económicos, políticos, culturales…. en todos

Hasta aquí la cita de Guillén López. Y en el mismo documento, José Manuel Valenzuela Arce, Secretario General Académico de la misma institución académica al momento de la publicación de Migración y cultura, concluye certeramente.

La movilidad es inseparable de la condición humana una precondición a la forma en la que el Homo sapiens pudo desarrollar su capacidad adaptativa y simbólica en todas las geografías del planeta. Cuando se inician a comprender toda esa empresa científicamente en cada continente, anuncian que la humanidad va a generalizar sus desplazamientos con una envergadura y un impacto sin precedentes desde la cultura, social, ecológico y económico. Lo ecológico y lo económico serán explicitados rápidamente por instrumentos estadísticos que den cuenta de su magnitud, y las ciencias más humanas tardarán en acercarse con sus análisis a lo que ya será en el mediano plazo un fenómeno consumado de crecimiento.

Palabras proféticas como lo demuestran las migraciones masivas de centroamericanos y haitianos que se llevan a cabo en este momento, en nuestro continente, en nuestro país.

Y sobre el tema de la migración, asociada directamente a la cultura, el creador escénico José Alberto Gallardo recoge las experiencias de Rosa María Bianchi y Dobrina Cristeva como mujeres, artistas, migrantes, en el emotivo, reflexivo y bellísimo espectáculo Retorno Sofía Rosario, el título alude, ingeniosamente, a las ciudades natales de las actrices, que casualmente, son nombres femeninos.


Bianchi y Cristeva migraron a México hace medio siglo y con esa experiencia de vida protagonizan la entrañable puesta en escena, donde se propicia un rencuentro de lo que habita en el recuerdo, la nostalgia y hasta el olvido.

En el montaje ambas mujeres viajan hacia su pasado a través de la memoria para encontrarse con personas, que formaron parte de su pasado en sus países de origen: Dobrina en Bulgaria y, Rosa María, en Argentina. El boleto para emprender el viaje, aparentemente imposible, es el teatro, donde los espectadores recorren el itinerario acompañando a las actrices.

La obra se compone de fragmentos, inconexos, espontáneos, tal como opera la memoria, hecha de pedazos de lo que recordamos, como canta Ana Torroja, “Los recuerdos son mentiras que nublan la razón” por ello, Retorno Sofía Rosario no es una historia lineal.

En escena se realiza un juego actoral, apoyado con video e imágenes que remontan a determinado momento en la vida de Bianchi y Cristeva. Las actrices se convierten en una, en la otra, o en otros. Esto permite que la experiencia migratoria de ambas se despliegue por medio de una composición hecha de fragmentos de la memoria, capaces de materializar encuentros con personas del pasado, tan imposibles como impostergables.

Durante el proceso Rosa María y Dobrina empezaron a hablar de sus vidas, de cómo fue su llegada a México, qué habían dejado… comenzaron a soltar recuerdos. A partir de eso, Gallardo, pidió cosas, momentos o personas específicas, así como pensamientos y aspectos que estaban en su interior. En realidad, no contaron su historia, solo fragmentos de su memoria.

De pronto, ellas son ellas, pero en otro momento Bianchi es Cristeva y ella Rosa María en escenas donde aparecen otros personajes, esto les permite descubrir a la otra persona. No es realidad, hacen una representación y la magia se hace posible por el arte escénico.

El emigrante busca fundirse con el entorno, porque lo que menos quieren, es ser el diferente, el raro, el señalado; de eso habla Retorno Sofía Rosario, de lo que significa migrar de lo que sucede en el corazón o el alma de alguien que lo dejó todo para empezar de nuevo.

Además, se enfrentan a personas que ya no están, miembros de la familia, amigos, gente que ya no vive. Es un sentimiento que tiene el migrante. Ambas actrices asumen una actoralidad desprovista de artificios; se trata de la representación desnuda de la memoria y del reencuentro con ella; no existe una recreación de realidades, de sus casas o lugares de origen, sino de elementos que ayudan a situarlas en distintos momentos.

La música, creada por Rodrigo Castillo Filomarino, aparece por momentos y en su conjunto compone una forma de viaje que no se dirige a algún destino físico, sino a uno relacionado a la reconfiguración de la memoria, donde personas que ya no están, se hace presentes.

Cruzar la frontera para dejar tu país de origen y con ello recuerdos y personas, incluso, paisajes y comida que podrían definir tu territorio. El proceso y las razones de la migración son distintos, pero fue una experiencia que vivieron en carne propia Rosa María Bianchi y Dobrina Cristeva, quienes, desde jóvenes, tuvieron que dar el paso para emprender una nueva vida.

En el caso de Rosa María, dejar Argentina para llegar a México fue una decisión personal, cambiar toda su vida con la ilusión de convertirse en actriz y forjar una carrera; en el caso de Dobrina, fue su mamá quien tomó la decisión de dejar Bulgaria, por lo que desde muy pequeña se tuvo que adaptar a las costumbres mexicanas y aprender un nuevo idioma.

Para ambas actrices se trató de un proceso complejo, no solamente de volver a trazar sus fronteras físicas, sino familiarizarse con nuevas creencias y lenguaje. Algo que la pandemia evidenció, porque existen las fronteras del miedo, la desinformación y las que se van agregando.

Durante el proceso, a lo largo del tiempo pandémico, lograron que emergieran recuerdos que llevaban enterrados, probablemente 50 años o más, cosas que quizá ya no pensaban. El montaje propone una reflexión acerca de lo que es pararse en frente de una frontera, trenzando el material de los tres, primordialmente el de ellas, se habla de sus vidas, no hay artificio ni ficción, está expuesto tal cual es.

Muy joven, Rosa María Bianchi se trasladó a México donde obtuvo la nacionalidad mexicana. Ahí, estudió actuación en la Escuela Nacional de Arte Teatral INBA, y en el Centro Universitario de Teatro, dirigido por el maestro Héctor Mendoza. En cine realizó su primera actuación en la película Hotel Villa Goerne (1982). En uno de los cursos de la universidad conoció al futuro productor y director Carlos Téllez quien posteriormente la invitó a participar en lo que sería su primera actuación en televisión, en la exitosa telenovela Cuna de lobos, en 1986. Por su actuación fue nominada al premio TVyNovelas a Revelación femenina. Desde entonces actuó en muchas telenovelas, principalmente en papeles de villana.

Con 35 años de carrera artística, Bianchi es una de las actrices más respetadas de la industria debido a la calidad de sus interpretaciones.

Gracias a su versatilidad, Bianchi ha sido parte de distintos proyectos televisivos, así como en obras de teatro que le han permitido explorar distintas facetas, tal como lo hizo en La sombra del caudillo, Mujeres soñaron caballos, Ahora y en la hora, De la vida de las marionetas, Yo, La divina Sarah y Jacques y su amo.

En cine ha trabajado en más de 20 producciones distintas como Amores perros, (2000, Alejandro González Iñárritu), Por la libre, Nicotina cinta que la hizo acreedora en 2004 al Ariel como Mejor Actriz, Fuera del cielo, Morirse en domingo, Sultanes del sur, Los inadaptados, Qué pena tu vida, Sabrás que hacer conmigo, Fausto, entre otras.

Tiene una aclamada participación como Cecilia Dávila en la serie Monarca.

Dobrina Liubomirova Stoylova Anguelova, más conocida como Dobrina Cristeva, Sofía, (Bulgaria, 9 de octubre de 1968), es una actriz mexicana que migró hacia México en 1970, cuando apenas tenía 2 años. Inició su carrera como bailarina en 1975, y se inició como actriz en 1988.

Cursó sus estudios de actuación en el Núcleo de Estudios Teatrales bajo la tutela de Héctor Mendoza y Julio Castillo. También tomó clases de perfeccionismo actoral con Ludwik Margules y Luis de Tavira.

Ambas en el exilio voluntario, debido a las circunstancias sociales por las que estaban atravesando, e incluso un momento histórico que comparten como el comunismo y la dictadura, la opresión y la falta de libertad, así como la necesidad de realizar estudios profesionales, son abordados en esta obra teatral, en donde tratan de contar cómo fue su proceso de migración a este país en el que han podido realizarse como actrices.

Rosa María Bianchi, comparte bromeando: Nos ha servido como una catarsis, creo que nos ahorramos mucho en terapia.






El teatro es de todos. ¡Asista!


Absolutamente recomendable.


Retorno Sofía Rosario. De: José Alberto Gallardo.

Dirección: José Alberto Gallardo.

Compañías: Los endebles y Teatro en una cascara de nuez.

Actuación: Cristian Magaloni.

Lunes 20 horas. hasta el 27 de septiembre.

Teatro La Capilla. Calle Madrid 13, Colonia del Carmen, Coyoacán.

Cupo limitado de 30 por ciento del aforo y protocolos sanitarios, así como por streaming por medio de la plataforma www.teatrolacapilla.com



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