De: Alessandro Baricco.
Por: Salvador Perches Galván.
En los años de entreguerras, el transatlántico Virginian, recorría las rutas entre Europa y América, con su carga de millonarios, turistas, y emigrantes... Cada noche tocaba Novecento, un pianista extraordinario, con una técnica maravillosa, capaz de arrancar notas mágicas. Se hablaba de su inusitado duelo pianístico con Jelly Roll Morton, nada menos que el inventor del jazz... Se decía que el melancólico pianista había nacido en el barco, del que jamás había descendido. Se decía que nadie sabía la razón. Se trata de Novecento, un monólogo teatral, llevado al cine por Giuseppe Tornatore con el título La leyenda del pianista en el océano.
Nacido en Turín, Italia en 1958, Alessandro Baricco, además de numerosos ensayos y artículos, es autor de las novelas Tierras de cristal, Océano mar, Seda,City, Sin sangre, Esta historia, Emaús, Mr Gwyn, Tres veces al amanecer y La Esposa joven, al igual que la majestuosa reescritura de Homero, Ilíada, el monólogo teatral Novecento y los ensayos Next. Sobre la globalización y el mundo que viene y Los bárbaros. Ensayo sobre la mutación. Dirige, además, la Scuola Holden de Turín.
Publicado en 1994, Baricco escribió Novecento para ser interpretado por Eugenio Allegri y dirigido por Gabriele Vacis, quienes crearon el espectáculo en julio del mismo año, y lo estrenaron en el festival de Asti. Según el autor el texto se puede definir como una vía intermedia entre “una auténtica puesta en escena y un cuento para leer en voz alta. Más que un texto teatral, lo considero una novela corta o un relato largo, surgido tras la estela de Océano mar, como si en la novela no hubiera podido contar todas las historias que quería”. Se trata de un relato, en definitiva, emocionante y conmovedor que nos muestra como determinadas elecciones pueden dictaminar no solo el rumbo de la vida de una persona, sino también definirla.
El monólogo narra la singular historia de Danny Boodman T.D. Lemon, Novecento, quien, apenas nacido, es abandonado en el Virginian, Danny Boodman, un marinero negro lo encuentra y hará de padre hasta los ocho años de edad, cuando muere, víctima de una herida ocurrida durante un temporal. El niño desaparece misteriosamente en los días sucesivos a la muerte de Boodman y cuando reaparece empieza a tocar el piano.
Se encuentra con el narrador, Max Tooney, también músico, a la edad de veintisiete años, cuando este último es contratado como trompetista en el transatlántico y es el inicio de una amistad sincera y duradera, que ni siquiera acabará cuando el narrador se vaya del barco.
Con un lenguaje sencillo, escuchamos la historia de la vida del extraordinario un pianista que nació y vivió toda su vida en un barco trasatlántico sin nunca pisar tierra firme. Un músico autodidacta, con una enorme capacidad de aprendizaje, que logra expresar de manera excepcional la belleza del mundo a través de la música. Las emociones y pasiones de las personas que transitan en el barco le ayudan a recrear ese universo que no conoce. Realidades ajenas que le despiertan inquietudes. Ilusiones que el miedo se encarga de desbaratar cuando un día se propone abandonar el barco. “No fue lo que vi lo que me detuvo. Fue lo que no vi. ¿Puedes comprenderlo?, fue lo que no vi…, lo busqué, pero no existía, en toda aquella inmensa ciudad había de todo excepto... Había de todo pero no había final. Lo que no vi es donde terminaba todo aquello. El final del mundo.
Novecento es descrito por el narrador como un hombre con grandes dotes para el aprendizaje, que vive a través de los deseos y pasiones de los demás, que se realiza con la música, que vive suspendido entre el piano y el mar, con el que se es capaz de revivir cada viaje, cada sensación que le cuentan los pasajeros del barco de vapor. Nunca conseguirá superar el miedo a amar y a crear raíces, dominado por el miedo de no conseguir ver, ni siquiera de lejos, un final del mundo fuera del barco de vapor; por eso dedica su existencia a tocar, para liberar los corazones de los pasajeros de la preocupación por el miedo a la inmensidad del océano.
Más que alcanzar un compromiso con la vida, prefiere seducir a sus propios sueños, a sus propias esperanzas, y dejarse explotar con el transatlántico que siempre ha conocido sus temores y vigilado sus deseos.
Novecento es una representación sublime de como el ser humano se aferra a lo conocido, a los hábitos cotidianos para no enfrentarse a un cambio. El temor a adentrarse a lo inexplorado, a una realidad diferente, y no saber cómo desenvolverse puede ser capaz de soterrar los anhelos más profundos. Una historia que manifiesta la controversia en la que coexisten los deseos y los miedos de un hombre que aprende a convivir con la renuncia para poder subsistir en el viaje de la vida. Este viaje mágico y misterioso es un reto a darnos cuenta de que a quienes realmente tenemos que amar, aceptar y respetar, es a nosotros mismos, afirma su interprete, Benny Ibarra.
En el año 2003, Eduardo España, demostró, al margen de su trabajo televisivo, ser un actor sólido, en una primera producción del monólogo de Barico, dirigido por Marco Vieyra, que tuvo una exitosa temporada.
Diez y seis años después, la dupla integrada por Mauricio García Lozano y Benny Ibarra, director e interprete, respectivamente, quienes ya habían dado muestra cabal de integración creativa de altos vuelos en el musical El hombre de la mancha, vuelven a las andadas con una nueva y esplendida puesta en escena del entrañable texto de Barico.
Novecento no conoce el ego, no tiene casa, ni familia. Se tiene a sí mismo y a su música, el pianista construyó la eternidad, tocó todas las músicas y armó un mapa fantástico del mundo porque aprendió́ a leer a las personas”, relata el protagonista.
“Uno de los grandes retos de un monólogo es que no se convierta en una pieza de lucimiento. es un texto muy íntimo, sensorial y espiritual, como toda la literatura de Baricco, explica. De ahí que eligió a Benny Ibarra para la obra, por su capacidad y profundidad.
La historia es muy profunda y devastadora porque habla de un hombre que tiene terror a relacionarse con el mundo, pero al mismo tiempo ha construido un mecanismo de defensa maravilloso, describe MGL, “para otros podría ser su prisión, pero él nos enseña que lo de afuera no se compara con lo que adentro. Todo está dentro de nosotros”.
Ibarra siempre regresa al teatro porque es el lugar en el que mejor se conecta con él mismo y su trabajo actoral, en su curricula encontramos títulos emblemáticos en el terreno de la comedia musical: Jesucristo superestrella, Vaselina, Godspell, Hermanos de sangre y la ya mencionada El hombre de la mancha., en donde ha dada muestra cabal de que, al margen del dicho que reza “De herencia le viene al galgo”, que, por supuesto es innegable la herencia artística que corre por sus venas, herencia ya de tres generaciones, su preparación y talento interpretativos, como musico y actor, son indiscutibles.
La música de la obra, tal y como se narra en la historia, tiene un rol tan protagónico como el del propio narrador, creada por Pablo Chemor, fue grabada con varios de los mejores músicos del país, para recrear el sonido de la Atlantic Jazz Band, y es tan fantástica como la prosa de Baricco.
Con tan solo un banco de madera y una escenografía de vanguardia, Benny Ibarra logra transportarnos a otro espacio, a otro tiempo, a bordo del Virginia, su actuación es tan emocional que logra conectar con el público, lograr superar todos los retos implicados en este gran proyecto.
Esta conexión tan personal con el texto sin duda fue uno de los motores para la escenificación, pero no sería hasta su trabajo en El hombre de la Mancha que Mauricio encontraría al actor indicado para comenzar el proyecto. “Benny tiene mucha transparencia y una gran sensibilidad en su expresión que lo hacen la mejor opción para ser el conductor de este viaje teatral”.
El diseño sonoro de Novecento es emotivo y coordinado con el monólogo para crear los diversos universos de Baricco. El resultado es una experiencia inmersiva que hace del relato un recuerdo en lugar de una ficción.
El teatro es de todos. ¡Asista!
Absolutamente recomendable.
Novecento. De Alessandro Baricco
Adaptación y dirección: Mauricio García Lozano.
Actuación: Benny Ibarra.
Productoras: Ana Bracho y Paula Sánchez Navarro
Iluminación: Víctor Zapatero
Vestuario: Mario Marín del Río
Escenografía: Ingrid SAC
Música: Pablo Chemor
Teatro Milán (Lucerna 64, Col. Juárez)
de martes a jueves 20:45 y del 3 al 29 de diciembre de martes a jueves 20:45, viernes 19:00 y 21:00, sábados 18:00 y 20:00 y domingos 17:00 y 19:00.
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