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Autorretratos impúdicos del México de hoy. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.



Un segundo grupo de habladores ha invadido el escenario del Teatro el Milagro: Joaquín Cosío, Alejandrina Hergon; Mauricio Pimentel, Laura Almela, David Hevia y Daphne Keller, no paran de hablar durante 90 minutos, que, eso si, se van como agua.

Pero, tanta habladuría, ¿de qué se trata?, ¿qué son?, ¿en que consisten todas estas palabras reunidas con maestría por David Olguín?. ¿Son monólogos, soliloquios, unipersonales, o, el colmo, stand ups?

Veamos las diferencias entre estos formatos, si es que las hay, y que el público decida a que formato se adscribe toda la palabrería de estos seis habladores.

Empecemos por el que está “de moda”, el stand up.

Stand Up es una expresión anglosajona que significa “ponerse de pie”. En esta forma de hacer comedia, el intérprete interactúa de forma directa con el público, a diferencia del teatro clásico donde se supone que existe una "cuarta pared".

El espectáculo es usualmente llevado a cabo por un solo comediante con la ayuda de un micrófono. El Stand Up Comedy, pensado para ser gracioso, explotando temas políticos, raciales y humor sexual, surge a partir de historias cotidianas y vivencias de quien las cuenta, las cuales pueden ser reales o ficticias. Estas historias o anécdotas son contadas con ironía y cinismo al momento de relatarlas.

En este formato, se establecen pequeños diálogos entre el comediante y el público, generando un clima de diversión, donde los espectadores participan más activamente y se sienten parte del espectáculo. Este género de comedia, se fundamenta en que la persona pase un rato alegre, se pueda reír de él mismo y de los demás. Se trata de una propuesta humorística que contempla la realidad “ligera” de la vida, dejando a un lado su dimensión trágica o de drama.

Aunque reímos mucho con Los habladores, definitivamente no se trata de stand ups, a reserva de lo que los oyentes y observantes opinen.

El monólogo es una alocución que un individuo realiza en soledad, en este, la persona no dialoga con otra, se expresa de manera individual, exteriorizando sus pensamientos o emociones sin esperar respuesta. Se trata de un discurso que mantiene esa persona consigo misma, como si pensase en voz alta.

El monólogo es una reflexión, generalmente corto, que se expresa en voz alta, para sí mismo o ante un auditorio que no intervendrá, principalmente, porque quien lo realiza no deja lugar a opiniones.

El personaje puede comunicarse consigo mismo o proyectar un supuesto diálogo hacia un objeto o un ser: alguien que “habla” con una fotografía o con un animal.

En la tradición teatral de nuestro país hay memorables monólogos, curiosamente mas en los terrenos masculinos, como el célebre Diario de un loco, interpretado magistralmente por Carlos Ancira durante décadas, situación que repite Humberto Dupeyron en El gorila, ambos con la dirección del chileno Alejandro Jodorowsky.


Del latín soliloquĭum, un soliloquio es una reflexión que se realiza en voz alta y, muchas veces a solas.

Es un discurso que una persona mantiene consigo misma. Al ser pronunciado en voz alta, lo que hubiera sido un monólogo interior, se convierte en otro tipo de expresión, muy útil para las representaciones teatrales.

En el lenguaje cotidiano, el soliloquio tiene una carga despectiva, ya que suele ser asociado a la locura o a la falta de voluntad o capacidad para la comunicación interpersonal. Este recurso permite que el sujeto exteriorice sus sentimientos aun estando solo.

El soliloquio es un recurso común en las obras de teatro para que la audiencia conozca el carácter reflexivo de un personaje. Esta forma de expresión está relacionada directamente con el monólogo, de hecho, la Real Academia Española los relaciona como sinónimos.

Algunas diferencias: primero, se entiende por monólogo uno de los géneros del teatro, así es conocido por la mayoría, mientras que el soliloquio trata de un discurso que realiza un personaje determinado dentro de una obra teatral. La diferencia es sutil, el soliloquio es aplicado como monólogo, pero dentro de una obra teatral que lo abriga.

Otro detalle interesante, el soliloquio ocurre, el personaje que lo va a llevar a cabo se aparta de un grupo. Mientras que en el monólogo, como género teatral, el personaje está solo.

Famosos ejemplos de soliloquios que forman parte de una obra y no son la obra lo constituyen: Hamlet de William Shakespeare o el de Segismundo en

La vida es sueño de Pedro Calderón de la Barca

También se utiliza el término unipersonal en el ámbito teatral y considero que buenos ejemplos de este “genero” lo son los espectáculos creados, escritos, dirigidos e interpretados por Susana Alexander, desde aquel memorable Si me permiten hablar, El año del pensamiento mágico, en torno al duelo; el epistolar Suya afectuosamente o el muy sexual Des-concierto, entre muchos otros.

En los ejemplos citados, la excelente Alexander mezcla con destreza elementos de los anteriores, es decir, hay monólogos, soliloquios y en algunos casos hasta stand up.


Las palabras de Los habladores del El Milagro, constituyen autorretratos impúdicos del México de hoy, pandemia incluida, en sus poliformidades, herencias en juego, sexo y pudor, pasiones inconfesables, racismo, cambios de género, atavismos, amores y odios, politiquería y la desgracia pública en los destinos privados, toda una galería de personajes que en clave de tragicomedia nos permiten descubrirnos, cuestionarnos y ver nuestro rostro en el espejo de este México complejo y desgarrado.



El esoterismo de las limpias, trabajos, embrujos y demás, los padece Joaquín Cosío, en un afortunadísimo retorno a las tablas en Ajo y agua, dos elementos que forman parte de las curas para los males que muchas veces negamos a aceptar su existencia y, peor aún, su eficiencia.







Una hermosa nueva presencia escénica, Alejandrina Hergon es una Rara avis, bella pero dañada, con la autoestima a la altura de la suela de sus zapatos.










Mauricio Pimentel toma sus previsiones ante el riesgo de contagio por el covid. Para ello se documenta a fondo, se autodiagnostica y se automedica. Erradicado el mal, obtiene una recompensa extra, apadrinar a Hipoclorito Sánchez, hijo de su mejor amigo y cómplice en la cura.



Como lo sospechamos, dado el prestigio de la emblemática sala de cine, Laura Almela nos sorprende al narrar los avatares de su sombrita, su octogenario padre, hombre gris, vestido de gris, “Papá era como la mancha que deja, en una hoja, una goma al borrar”, así lo describe la hija, pero no de manera irrespetuosa, todo lo contario, amorosamente, enojada, indignada, cuando el susodicho rompe su rutina diaria y termina en el non santo Cinema Savoy.



Furioso, el Viejo lobo de mar, David Hevia, despotrica contra premios, certámenes, por supuesto probables acreedores de ellos, ante la poca o nula trasparecía y honestidad de los procesos selectivos.






Concluye esta segunda jornada TERF en donde la rebelde y siempre presente en manifestaciones Daphne Keller, narra el accidentado final de una de ellas en donde el protagonista de la misma es sangre de su sangre, que termina víctima de la violencia.

Reiteramos, con maestría, David Olguín, además de sus espléndidos textos en los que no falta ni sobra una sola palabra, de manera precisa ha conformado su reparto, que ya hemos constatado en los primeros 12 habladores. Y si bien el trabajo del autor es impecable, el del director no lo es menos. Explota no solo el lenguaje verbal de su numeroso y eficiente elenco, también lo hace con el facial, el corporal y el manual.

Nos hemos propuesto reunir actores y actrices experimentados con jóvenes con menor tiempo en las tablas profesionales, pues nos parece importante solidarizarnos con la nueva generación de gente de teatro que en estos momentos padece una enorme desprotección gremial. Ha afirmado el cada vez más sólido Olguín.

Pero la fiesta continua, y la próxima semana, del 15 al 18 de octubre, toca turno a:

Sergio Zurita en El secreto.

Repite, afortunadamente, la infalible Laura Almela en Los galenos.

#LordTapabocas, Raúl Villegas.

Bertha Vega en un Casting café.

Y el excelente Diego Jáuregui en La herencia

El teatro es de todos. ¡Asista!

Absolutamente recomendable. Imprescindible.

Los habladores 2020.

Textos y dirección: David Olguín

Escenografía e iluminación: Gabriel Pascal*

Vestuario: Laura Martínez Rosas

Actuación: Laura Almela, Enrique Arreola, Esteban Caicedo, José Carriedo, Joaquín Cosío, Manuel Domínguez, Sofía Gabriel Luna , Alejandrina Hergon, David Hevia, Diego Jáuregui, Daphne Keller, Valeria Navarro, Silverio Palacios, Mauricio Pimentel, Natalia Solián, Georgina Tábora, Bertha Vega, Mariana Villegas, Raúl Villegas, Rosario Zúñiga, Sergio Zurita.

Del 1 al 25 de octubre jueves y viernes 20:30 h Sábado 19 h Domingo 18 h

Cada semana un programa distinto, con funciones presenciales y vía streaming.

Entrada general $250/ maestros , estudiantes , inapam, tarjetahabientes BBVA $150/ vecinos de la Alcaldía Cuauhtémoc $100/ estudiantes de teatro, colaboradores BBVA $80.

#JuevesDelEspectador $100. Boletopolis.com Compra tu Abono Los Habladores para ver los 4 programas por $ 750 (funciones presenciales).

El teatro es de todos. ¡Asista!

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