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No nos están hablando nuestros dioses. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.

  • eseperches
  • 4 jun
  • 15 Min. de lectura



Los Maromeros habla de lo femenino, de la memoria, de la identidad y de la lucha por la verdad. Es un teatro que nos interpela, que nos invita a mirar más allá de lo evidente y que, en un México colapsado por la violencia, nos permite vislumbrar un mundo donde lo ancestral y lo contemporáneo coexisten.

Los Maromeros forma parte de la Trilogía de la Tierra, autoría de Verónica Musalem, junto con Los Caminantes y Los Errantes o ese amor, tres obras que nacieron bajo la beca del Sistema Nacional de Creadores de Arte (2012-2015) y que tienen como eje central a la Sierra de Oaxaca como un lugar fronterizo de ensoñación y resistencia. Todas publicadas en la Trilogía en Paso de Gato.

Tuvimos oportunidad de conversar con la dramaturga y directora de la trilogía, que nos platica sobre su proceso de puesta en escena.

Es muy interesante el proceso, fue como de tres meses, primero unas reuniones esporádicas y luego ya tres meses de lunes a viernes, de 6 a 9. Te empiezas a ver y empiezas a crear y luego ya cuando vienen las dos últimas semanas piensas, No hice nada. Y la última semana, ¿qué está pasando?, pero eso, yo que ya tengo 37 años de hacer teatro y 32 como escritora, creo que se vuelve como una energía para llegar al estreno y sacarlo, terminas agotado. Creo que eso le deberías de preguntar a los teatreros, se siente hasta como una depresión, aunque uno está feliz. Después del estreno, por ejemplo, queda la sensación de: yo tenía que haber ido al ensayo, era una rutina de 3 meses para construir eso que no había, había un texto, pero no una obra.

Seguramente en tu mente visualizas cosas, pero es en el proceso donde toma cuerpo lo que tú escribiste, imaginaste, y luego lo vuelve a imaginar la directora, porque tú tienes esta doble función, o más.

Sí. Tu viste Caminantes y Errantes, Caminantes fue la segunda, Errantes la tercera, esta es la primera… …¡esta es la primera!. Esta es la primera, hace 11 años, ya paso una década, yo ya soy otra totalmente. Cuando me dieron la beca de efiartes, que agradezco muchísimo, yo decía: No, yo ya no soy esa persona que escribió esta obra, y entonces le dije a los actores, no me pregunten nada porque la dramaturga no está, y no va a contestar, me dio el poder de hacer lo que queramos, es decir, una creación de todos, opinábamos, investigábamos, fue un verdadero laboratorio artístico, de verdad. Tuvimos ese privilegio, y empieza la creación en el sentido de los grandes creadores de antes, de verdad, de esta reflexión, y lo pudimos hacer. Por eso es un espectáculo de largo aliento, profundo, con unos actores que agradezco, Gaby Núñez, ¡bueno!.

Qué tamaño de actriz.

Bárbara. Claro que la conocía, pero nunca había trabajado con ella, me la propuso la productora, Graciela Cazares, me dijo Gaby. Yo la había visto en la Compañía Nacional de Teatro, nunca habíamos platicado, admiraba su trabajo, y fue así, ella se entregó a mí y yo a ella, tuvimos un conecte. Desde el primer día sabía que me iba a entender y que iba a llegar esas profundidades del personaje. Ella me agradece, no, yo soy la agradecida, yo soy la que digo, si no hubiera pasado esto, este encuentro así, no hubiera llegado; si no hubiera esta conexión, se lo dije, que, si ella no hubiera confiado en mí tanto, y yo en ella… la primera escena es como que vuela, nos decía mucha gente que parecía como las venas de ella, fue un gran trabajo.

Yo había trabajado con Gastón Yáñes en 2006, yo como libretista en un proyecto de ópera, iba a los ensayos y era mi primera ópera y él hizo un súper personaje, con Irasema Terrazas, de dos hermanos incestuosos, una poesía, y ahora igual. Yo quiero trabajar siempre con ellos dos.

Luis Ernesto Verdín y David Sicars habían estado en Caminantes, entonces ya me conocían.

Aleyda había estado en un proyecto digital en la pandemia, La nueva Alejandría, un proyecto increíble, dirigía Isabel Balboa, desde la distancia, que también Aleyda es una actrizota, brutal su bruja, hace tres personajes, la maromera, la bruja, luego la sibila, es como una aparición, como una diosa, inventábamos nombres, y la cabaretera puta del bar decadente del centro histórico. Fue muy interesante, es una mujer muy extrema, se va, y muy muy querida y admirada. Y Ana Corti, la más joven, que había trabajado con ella en La nueva Alejandría digital, y en After hours que era la protagonista, en las terrazas, después de la pandemia. Entonces a ellos ya los conozco y Ginés Cruz, que me encantó, claro que lo conozco, y fue otra propuesta de la productora y del equipo, y me encantó trabajar con él, es un gran actor, bueno, todos, con unos ya había repetido, y estos nuevos que llegaron a mi vida.

Tu elenco, todo, es de primera, además no se puede pensar en nadie más, hay algunas obras que uno piensa, en lugar de este actor, este otro estaría muy bien, a esta actriz le va muy bien el papel, acá no. Digamos que el ensamble es perfecto, pero Gaby está espléndida, le vimos su impecable desempeño en la Compañía, fuera de ella, afortunadamente, trabaja con frecuencia, además de excelente actriz ella es un esplendido ser humano, generoso, que siempre hace por crear armonía en los equipos, sin egos.

Totalmente, generosa, humilde, trabajadora, disciplinada, talentosísima y guapísima, hermosa. Y Maromeros es una de mis obras favoritas, de mi gran aliento que he tenido, y la gran fortuna de poderme haber dedicado casi de tiempo completo a la escritura desde hace 32 años. Maromeros me daba, y lo tengo que reconocer, miedo, porque es épica, porque es trágica, porque es dolorosa, pero también es falsa, pero también es México profundo, y luego las historias de los marromeros, la sierra. Y fíjate, ninguna de la trilogía las iba a dirigir yo, ninguna.

Es México histórico, pero también es México actual, no es una historia, son muchas historias, muchos temas, y todo confluye perfecto, se ensambla perfecto, te quedó perfecta. Si me preguntan de qué se trata, es difícil poder describirlo, es compleja, pero muy accesible, divertida.

Yo les decía a los actores, es épica, es grande, de hecho, esta obra se tardó 11 años en salir. Primero en escritura, yo la concebí cómo teatro coral, podía hacerse con 10 maromeros, 10 canadienses, 10 brujas, pero no las protagonistas, Elena y Norma. La tuvo Mauricio Jiménez 10 años, yo quería que fuera él quien la dirigiera, pero por circunstancias de la vida no se puedo, es alguien que yo quiero mucho y admiro. En 2021 en una fiesta después de After hours, Graciela, que ya había leído el texto, me dijo, hay que meter un efi con Los maromeros, y yo dije, Wow. Sí, claro. Me dijo, pero la diriges tú. Le dije Okay, para que sea todo más fácil, y un proyecto femenino, entonces dije ¡Sí!.

Hable con Mauricio y empezamos a tratar de meter un efi, que si nos aprobaron dos veces, 2022 - 23, pero no tuvimos aportante, y hasta el año pasado ya se logró, al tercer intento.

Yo en realidad cuando la escribí, reitero, 11 años atrás, era otra, pero sí sabía que era grande. En ese periodo fui dos veces a la Compañía Nacional de Teatro, con el maestro Luis de Tavira, con Enrique Singer, y no se logró por circunstancias. Cuando yo la tomé, en los dos primeros efis eran 10 actores, para que Aleyda no dobleteara, ni Gastón hiciera también al canadiense y a Dios, pero le quedó el Dios de, ¡Dios mío!, entonces eran más. También por presupuesto hice este juego, y quedaron siete actores. Ha sido una aventura, y yo siempre supe que aunque fueran siete, que era lo mínimo, ya no podía reducir más.

Tenía muy claro que quería un aire épico, hablamos de Ciudad de México, de una crisis personal de una escritora, de una joven que llega misteriosamente, la escritora quiere morir y esta joven llega a rescatarla, le propone un viaje al centro histórico, que a mí me encanta el centro histórico de la Ciudad de México, vivo como a 20 minutos, entonces voy seguido, vivo en la Narvarte, me queda eje central. Es muy inspirador, yo sí vivo muy bien la ciudad, aunque es un monstruo… …complicada, caótica, pero fascinante… …exacto. Pero también tengo mucho de Oaxaca, la sierra. Entonces el libro que escribe la autora, toda esta cosmogonía, es casi una síntesis de mi trabajo, que sabes bien que trata de la sierra de Oaxaca, del origen, de mis orígenes, de la memoria, de quiénes somos, de tradición oral, de los antiguos, de mis abuelos, y quería todo eso.

Que bueno que se rescate porque en un país de la desmemoría, como es México no hay que permitir que todo esto se pierda en el olvido. Es curioso que, siendo la primera de la trilogía, fue la última en estrenarse, como buen platillo, se cocinó a fuego lento.

Sí, creo que no estaba preparada para hacerlo, hasta ahora.

Las cosas por algo pasan. La tuvo Mauricio, que es un gran director, por algo no se logró en la Compañía y ahora el resultado que vemos es excelente y seguro tu eres la primera en pensar que estos 11 años de espera valieron la pena.

Ah claro, estoy feliz, porque además, con el resultado muchos jóvenes se conmueven, y me parece muy interesante. Voy casi a todas las funciones, me preocupan mucho mis obras, que funcionen, que conecten con el público, para bien o para mal, a mi si me gusta provocar, que si no te gusta, que no te guste de verdad, o sí. Me arriesgo mucho, y lo sabes, tanto en lo textual como en la dirección, como en mis proyectos digitales de documental.

Sí me gusta reflexionar, y sí con los buenos humores, como la comida oaxaqueña, que me encanta, si no hay este proceso de reflexión, y creo que entonces yo no estaba preparada, tal vez si la hubiera dirigido alguien más, hubiera ido como espectadora, pero tuve que pasar una madurez y un entendimiento de vida también.

Como el mole que es delicioso y que muchos ignoramos lo complicado que es prepararlo, con tantos detalles.

Tengo la receta de mi abuela pegada en uno de mis cuadernos, la que ella hacía, que era desde moler todo, me acuerdo, y luego era el mole que se comía con el pollo, hacían unas ollas para hacer los tamales que, perdón que lo diga, nunca he probado unos tamales de mole negro, como los que hacía mi abuela y he comido muchos. Intentaré hacerlos pronto.

Desde Nueva York versus el zapotito siempre está presente tu historia en toda tu obra, en esta en particular creo que está mas que nunca. ¿Qué tanto hay de Verónica en Elena?

¡Ay, que interesante!. Mucho, mucho. Acabo de ser seleccionada por el programa de Saberes en la Escena del Centro Cultural Helénico… …felicidades… …un programa de bio ficción. Si hay mucho, nunca me quise suicidar, eso es la ficción, pero sí se me partió la vida de un antes y después, el edificio se vino abajo, la estructura donde yo vivía, y tenía una vida muy estructurada. Entre 2012 y 15 todo, todo cambió para mí, fue un parteaguas de muchas cosas y entré en una depresión muy profunda, escribí muchos materiales, la trilogía.

La trilogía habla de muchas cosas que no soy yo, habla sobre duelos, pérdidas, catástrofes, fin del mundo, separaciones. Ante eso yo decía, ¿qué quiero hacer ahorita con todo esto que me está pasando?, y entonces dije, pues hablar de alguna manera de mí. Por ejemplo, en Caminantes yo no estoy, es una historia de ficción de malos y buenos y western teatro, pero en está sí. Yo soy escritora, estoy en edad madura como Elena, sí hay mucho, pero también muchas de las cosas que ella dice es ficción, porque me permite crear, por ejemplo, este mundo de destrucción del que ella habla al principio, pues tampoco yo estaba así, lo magnifiqué para que el público conecte y diga, ¡Claro!, porque quién no ha estado en una depresión y en una crisis, por separación amorosa, por enfermedad, por pérdida de trabajo, por vejez, por una enfermedad que te anuncian, y luego dices, ¿qué voy a hacer?. De eso quería hablar, claro que yo lo hago todo magnífico, como es el teatro, tienes que hacer todo más, exponer para que el público diga, Claro, yo he estado ahí, hombre y mujer.

Ella dice, No tengo tantos años, qué me pasó, cómo llegué aquí, porque yo antes no era así. Y uno muchas veces no piensa eso. Este es su momento, porque yo también cuando viví este periodo decía, Nunca voy a salir de aquí, nunca, voy a seguir triste, ¿cómo hacerle?, cómo se pregunta la joven, pero claro que salí de ahí y claro que soy muy feliz ahora.

Ese tipo de crisis como dicen, o te mata o te fortalece. Te felicito, te veo mejor que nunca. Errantes fue bellísima, y por ejemplo ahí no te veía.

Y Caminantes nada, y aquí sí, claro, quise ir a la bioficción. Yo he estudiado con muchos grandes maestros, siempre estoy en la reflexión, mucho de lo textual, pero también de la escena. Hice un taller con mi admirado Rodolfo Obregón, sobre prácticas de lo real en escena, del cual, de un mes que nos veíamos diario, salió un texto que se llama Agua viva, de una noticia, la dirigió José Luis Saldaña en La Capilla, quedó increíble ese proyecto.

Siempre lo he sabido, pero descubrí los materiales de bio ficción con toda una investigación, entonces aquí lo quise hacer. Había tenido la beca del Sistema Nacional de Creadores sobre las historias de la Sierra, el proyecto era una trilogía sobre la Sierra como personaje principal, y estaban ya marcadas ciertas cosas de las tres para meter el proyecto, y fue cuando se cimbró, ahora sí que el terremoto como hablo en la obra, tanto de la montaña Sagrada llena de oro, como personal de Elena, y entonces dije, Tengo que hablar de mí, tengo que hablar de mí en estos tres materiales, de la crisis, de todo, entonces tengo que aparecer yo, ¿y cómo hago?. Fue un trabajo muy complicado, Maromeros me llevó dos años terminarla y hacer todo este juego, Caminantes fue como de 9 meses porque esa sí la tenía muy clara y Errantes o es amor, la última, fue como de un año. Maromeros fue complicadísima, ¿cómo hablar de mí, y a la vez de México en una historia fantástica?

Y además hablar de ti, pero a la distancia. No es Verónica, es otra mujer, es Elena.

Por eso le puse un nombre, en Errantes se llaman él y ella, no tienen nombre, por esta cosa temporal que tenían ellos, como de dioses. En Caminantes son los sicarios, los indígenas, los indígenas si tiene nombre, todos, y Anabella, que es la mujer tarántula. Y aquí sí quise poner nombres a Elena y Norma, pero los otros no tienen nombre, es la bruja, los canadienses y los maromeros, y quería Elena porque me gusta mucho ese nombre y Norma porque la obra está dedicada a una gran amiga mía de juventud, que es Norma, y todo lo que pasa, pasó con ella, fuimos grandes amigas, vivimos momentos extraordinarios cuando éramos jóvenes de aventuras, no voy a decir que pasó, pero algo le pasó, y también está en la obra como un homenaje a nuestra amistad.

La trilogía de la tierra. Hablo mucho de la sierra, pero quería ponerle tierra, porque me parece fuerte en Maromeros en el final hay una frase que dice el maromero de Luis Ernesto, Si al oro le gusta estar bajo tierra, para que sacarlo. O cuando dicen los canadienses que se volvieron locos, pero por qué, si aquí solo hay tierra, pero ¿cuánto vale la tierra, y los despojos, y la explotación, y las minas, la contaminación?.

Hace mucho que no regresó a Oaxaca, no sé por qué, en 2021 fui a Chacahua a hacer un documental sobre los nahuales, muy interesante, que quiero seguir explorando. Pero antes creo que en 2019 uno de mis primos me llevó a un lugar donde hay un hoyo horrible, transnacionales de Canadá hicieron una destrucción brutal, y me acuerdo que cuando yo estaba proyectando todo este mundo fantástico de maromeros y brujas, fue cuando dije, Ay, tengo que hablar de esto, pero lo hice tan fársico y tan loco, todo se mezcla y también cuando el canadiense se vuelve loco con la montaña de oro, es como una metáfora del mundo que vivimos, el oro, el dinero, la ambición, esta imagen de la montaña dorada me encanta.

Me remite a El dorado, aquella mítica, quién sabe si real, ciudad en el Perú, que los españoles se volvieron absolutamente locos buscando el oro, y que Carlos Saura retrata en su película homónima, y sigue pasando.

Sigue pasando. Esa fue la metáfora, yo sí creo que existió El dorado, aunque digan que estoy loca, sí, estoy loca, sí se esto del dorado, vi la película, y siempre he pensado que hay montañas en Oaxaca, Chiapas, que hay tesoros, sí debe haber. Mi abuela, y las juchitecas hablaban mucho del oro, y lo que el oro representa, entonces dije sí, voy a poner mi montaña sagrada llena de oro en la obra, y es impresionante este dorado, y Gastón en el personaje del canadiense dice, Se abrió la montaña y los dioses me la dieron, o sea, es mía. Ginés habla de cuando se abrió una montaña y salieron los dioses y no les hablaron, llora, y eso es muy fuerte para el mexicano, no nos están hablando nuestros dioses, no los estamos escuchando.

Nos hemos olvidado de ellos, entre otras cosas por el oro, o, dicho en otras palabras, por el materialismo.

El materialismo, el voltear los ojos a lo europeo, a lo americano, a lo otro y no soy nacionalista, tú me conoces, soy alguien que he vivido fuera, que me encanta. No soy nacionalista pero sí creo que siempre tenemos, no aquí, pero no está falsedad de los indígenas, el folklore- ¡No!, hablemos de cosas más profundas, como el México de mis ancestros, de mis abuelos, su filosofía, las cosmogonías del mundo Maya, de los zapotecos. Investiguemos y también trabajemos sobre eso, porque luego nos molesta que lo hagan otros de fuera, pero aquí está.

Entre el 2023 y 24 estuve casi coqueteando y casi viviendo en la selva de Quintana Roo, no se logró el proyecto, iba y venía y empecé a ver unas cosas de cosmogonías, los cenotes, todo el imaginario, el jaguar, yo escuchaba jaguares en donde vivía, en plena selva. Me acuerdo un día en la mañana, ver un chango enorme bajando de los árboles y se quedó viéndome. Todo eso es increíble, entonces ir a Oaxaca, ver la sierra, la naturaleza, yo necesito eso, y si soy alguien que defiende mucho que tenemos que mirar a eso, al origen, y eso me gusta ponerlo en mis obras, y me gusta que el público conecte con eso, si, es necesario, totalmente.

Absolutamente necesario voltear a nuestras raíces, que nos hemos olvidado de ellas. En México siempre decimos que no somos racistas, antes pensaba, no somos racistas con los negros, porque no hay negros, por lo menos no había en Ciudad de México, pero qué tal contra los indígenas que son nuestros orígenes.

Yo sí digo que somos bien racistas, y clasistas. Y te das cuenta que el montaje es súper contemporáneo, esta obra tiene que viajar, la tengo que llevar, no sé a dónde, pero la tengo que llevar, es profundamente mexicana. La música del Alberto Santiago, esta guitarra, estos acordes y estas bandas. Y esta música popular también, las canciones del bar, la decadencia de este México centro histórico, que sí lo recreó, y a la vez este teatro súper contemporáneo de las cortinas de Alain Kerriou, quedaron de una belleza, que es también el teatrino, el teatro dentro del teatro; y luego los vestuarios de Edyta Rzewuska que somos amigas, hemos trabajado mucho y me encanta lo que hizo de los trajes, súper mexicano. Yo le digo eres una polaca mexicana, es de una elegancia y de una clase.

Cinthia Patiño hizo todo el movimiento escénico, estas cosas tan estéticas, con ellos y conmigo, porque así trabajo, en la improvisación, creando cuadros plásticos.

Los colores, las texturas, has hecho un montaje redondo, felicidades.

Esta temporada en el Teatro Salvador Novo es de 20 funciones, pero yo voy a hacer todo para moverla, ya ves que siempre, cuando monto yo mis obras tienen que durar por lo menos 5 años. Errantes fue 2022 2024 y puede ser que haya otra temporada si algo sucede.

Hace poco fue a Europa y le fue muy bien.

Requete bien, en Madrid y París, por eso quiero llevar Maromeros a los mismos lugares, creo que conectaría mucho con publico europeo, creo que si. También quería llevar Caminantes, como esto de la nueva conquista, esto de que disque vienen los conquistadores, pero lo que llegan son los sicarios y la puta cabaretera, es una metáfora muy brutal sobre la conquista hoy.

Seria magnifico que se pudieran ver las tres partes de la trilogía en una temporada, una residencia.

Se me acercó una mujer joven y me dijo, Maestra, por qué no pone las tres en una temporada y yo digo, Me encantaría. Sería increíble. Espero que pase algo, pero si. Estoy preparando convocatorias, vamos a meter otro efi, para giras con Maromeros, el inversionista está feliz, y Aaron Margolis que fue nuestro contacto con el aportante también. Todo mundo trabajando y orgullosos de haber tenido un efi, pero, como siempre, trabajo con efi o sin efi, becas o no becas, ves el resultado y es un gran trabajo, puro trabajo de filigrana para llegar a esto.

La dramaturgia de Verónica Musalem es un territorio donde la palabra se vuelve carne, y los ecos de la memoria y la identidad resuenan con la intensidad de lo verdadero. Su voz ha cruzado fronteras, llevando historias de México a escenarios de París, Madrid, Nueva York, Hungría, Chile y Australia, entre muchos otros.

Su obra Nueva York versus El Zapotito ha trascendido idiomas y geografías, siendo traducida y presentada en Francia, Hungría, Bolivia y Estados Unidos.

Los Maromeros adentra al espectador a un universo donde lo real y lo onírico convergen y lo cotidiano se transforma en un ritual escénico cargado de simbolismo. Refuerza la dualidad entre lo real y lo mítico, entre el presente citadino y la ancestralidad de la Sierra oaxaqueña.

Los Maromeros es un juego de espejos donde los tiempos y los mundos colapsan en un relato que recuerda lo cíclico de la historia.




 

 

El teatro es de todos. ¡Asista!

 

Muy recomendable.

 

Los Maromeros.

Dramaturgia y dirección: Verónica Musalem.

Actuación: Gabriela Núñez, Gastón Yanes, Aleyda Gallardo, Luis Ernesto Verdín, Ginés Cruz, Ana Corti y David Sicars.

Escenografía e iluminación: Alain Kerriou.

Vestuario: Edyta Rzewuska.

Diseño de movimiento: Cinthia Patiño.

Música original y diseño sonoro: Alberto Santiago.

Producción ejecutiva: Graciela Cázares.

Prensa: Sandra Narváez.

Jueves, viernes y sábado 19 horas, domingo 18 horas, hasta el 7 de junio.

Teatro Salvador Novo del Centro Nacional de las Artes (Cenart). Avenida Río Churubusco 79, colonia Country Club Churubusco, Coyoacán. 

 

 

 
 
 

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