La Cineteca deberá convertirse en una instancia eminente de la cultura popular. En la medida que sus pantallas reflejen las contradicciones de nuestra época, sus auditores deberán estar integrados por los protagonistas de nuestra época; los mexicanos habrán de aprender que la creación artística y el goce artístico no son operaciones disociadas sino los rostros cóncavo y convexo de un mismo espejo sobre cuya superficie la estética se convierte en historia verdadera.
Rodolfo Echeverría Álvarez.
Mi abuelo amaba el cine. No era cinéfilo, simplemente amaba el cine, iba con mucha frecuencia por el puro placer se sentarse frente a la gran pantalla, y vaya que en ese tiempo eran grandes las pantallas, y las salas. Y llevaba a su nieto al cine, para el pequeño era placentero, y se familiarizó con la fábrica de sueños. También hubo algunas sesiones tortuosas: tres películas de corte bíblico, claro, en semana santa, en el cine Teresa, acababa siendo un auténtico viacrucis para un pequeño infante, pero en general era un gusto ir con al abuelo al cine, al cual, desde entonces, le tomé gusto.
¿Obra de la casualidad, de la causalidad?, se fue formando una ruta cinematográfica en mí vida, el cuatro de septiembre de 1969 se inauguró el Cine Corregidora, un inmenso inmueble, ubicado a dos calles de mi casa, junto al Centro Social Miguel Hidalgo, que formó parte del Programa general de los Centros Sociales Populares, y se convirtió en referente fundamental de la convivencia, vida social y personal de los vecinos de San Juan de Aragón, y al cual, invariablemente, asistía cada jueves al estreno correspondiente de cine mexicano.
El Corregidora permaneció abandonado 22 años y, gracias a una inversión de poco más de 36 millones de pesos, aportados tanto por el Gobierno de la Ciudad como por el Gobierno Federal, invertidos en obras de rehabilitación, construcción, y equipamiento, al edificio se le devolvió su vocación cinematográfica convirtiéndose en el flamante FARO Aragón, integrado a la red de Fabricas de Artes y Oficios (FARO), inaugurado el 17 de junio de 2016, con la exposición Y el Ariel de oro es para..., y en el cual hay una pequeña pero muy bien equipada sala de exhibición que ostenta el nombre, Corregidora.
En esta trayectoria aparece otra figura señera en mi vida, mi primo Paco, Francisco Perches Navarro, el sí, cinéfilo, filósofo, de ultra izquierda, con él asistí a mi primera Muestra Internacional de Cine, la segunda, en el remoto 1972, al desaparecido cine Roble, en Reforma. En esa ocasión, siendo un impúber, vi Los cachorros, del maestro Jorge Fons, con quien he sostenido interesantes y muy ilustrativas conversaciones, e Imágenes, de Robert Altman. Y eso marco otro inicio, el de la infalible asistencia a la Muestra, que tuvo varias sedes, la primera, el Roble; el Internacional, hasta que sucumbió en el terremoto de 1985, el entrañable Latino, hasta que sucumbió ante el abandono y, por supuesto, la imprescindible Cineteca Nacional, real motivo de estas palabras, y que, como todo gran suceso, fue antecedido por una serie de trabajos previos, como el emprendido por el empresario mueblero, venido a empresario cinematográfico, Gustavo Alatriste, quien creó una cadena de salas de arte, las cuales ostentaban por nombre, el de cineastas de gran prestigio, inolvidables las Buñuel y Fernández en Niza, en la Zona Rosa, las Chaplin 1 y 2 en Reforma y Flores Magón frente a Tlatelolco, o el Auditorio Plaza, en la condesa. Alatriste creó su propia distribuidora, produjo la imprescindible trilogía mexicana Buñuel / Pinal, y el mismo terminó dirigiendo películas, algunas de ellas, también por él protagonizadas.
Los jóvenes de aquella época, no pocos, ávidos de conocer cinematografías diferentes a la predominante industria hollywoodense, comenzamos a asomarnos al cine. Durante la década del 70, pudimos disponer de alternativas a lo que entonces, y ahora, a cinco décadas de distancia sigue siendo igual, ofrecían y ofrecen las exhibidoras comerciales. Esta cadena de cineclubes se trataba de un conjunto de salas, ya desaparecidas, en las que los cinéfilos, formados e incipientes, tuvimos la oportunidad de apreciar películas de lo que se denominaba “cine de arte”; títulos como Trash (Morrissey, 1970), la producción del director estadounidense Paul Morrissey, conocido por las películas que rodaba en colaboración con Andy Warhol en la Factory y que en su mayoría estuvieron protagonizadas por el actor Joe Dallesandro; Gritos y susurros (Bergman, 1972); Simpatía por el diablo (Godard,1968); los documentales El cuerpo o Locura americana, una serie de documentales dirigida por Romano Vanderbes sobre aspectos sexuales del pueblo norteamericano. O el paraíso del cine erótico de la época: Emmanuelle, y todas sus secuelas, con la hermosa Sylvia Kristel o El imperio de los sentidos (Oshima,1976), entre muchas otras joyas y curiosidades cinematográficas.
Pero, en realidad la historia no comienza aquí, retrocedamos en el tiempo. La Secretaría de Gobernación creó en 1949 la Ley de la Industria Cinematográfica y en 1952, el reglamento para salas. Esta última estableció que, en lo sucesivo los exhibidores donarían una copia de las películas proyectadas para su resguardo en la aun inexistente cineteca.
La preservación del patrimonio fílmico de México fue tarea de coleccionistas particulares hasta la creación de la Filmoteca Nacional, en 1936. Al crearse el Departamento de Cinematografía y el Laboratorio de Cinematografías, dependientes de la Secretaría de Educación, la filmoteca desapareció. El 8 de julio de 1960 la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) creó la Filmoteca de la UNAM, pionera en el rescate, catalogación, búsqueda y restauración de filmes. En 1967 inició trabajos la Cinemateca Mexicana del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH).
Otro antecedente para la creación de la Cineteca fue la conversión del cine Regis, que también sucumbió en septiembre de 1985, en sala de arte, en la década de los cuarenta, la cual, por primera vez en México, consideró la exhibición y resguardo del cine artístico. En este tipo de salas la programación se hacía de común acuerdo entre el exhibidor y la Dirección General de Cinematografía, y los propietarios de las películas exhibidas donaban a la Dirección una copia de ella para formar el acervo de la Cineteca. Inolvidable, entre muchas otras, Johnny cogió su fusil, dirigida por Dalton Trumbo, a partir de su novela homónima, impactante alegato en contra de la guerra. Ejercicio sin precedente, ya que, por primera vez en México, en una sala pública se propugnaba la calidad permanente en su programación.
El cineclubismo universitario en México tiene su antecedente en el Cineclub del Instituto Francés para América Latina (IFAL), fundado en 1948 por Jean Francois Ricard, José Luis González de León y Jomi García Ascot, este último egresado de la carrera de Filosofía en la UNAM y cofundador de la revista Nuevo Cine, publicación inspirada en los Cahiers du Cinéma que abrió el camino en México, a la crítica cinematográfica de películas de autor y cine de vanguardia.
Este interés por el cine rindió frutos, en 1955 queda instituida la Federación Mexicana de Cineclubes de la Universidad, gracias a su manifiesto y al incansable trabajo del doctor Manuel González Casanova, se logró consolidar la creación de la Filmoteca de la UNAM y el Centro Universitario de Estudios Cinematográficos (CUEC).
A más de sesenta años de distancia, la UNAM ha mantenido el entusiasmo por la exhibición y difusión del cine en los diferentes recintos de la universidad. Piedra angular lo fue el Cineclub de la Facultad de Filosofía y Letras, en el Auditorio Justo Sierra, cerrado en 1999.
Finalmente llegamos a la festejada, la entrañable Cineteca Nacional, que cumple 47 años. Sin duda, en este recuento debe haber muchas omisiones, involuntarias, pero si son todas las que están.
En 1971 el Banco Nacional Cinematográfico creó el Plan de Reestructuración de la Industria Cinematográfica Mexicana, que consideró la instalación de una sede de la cineteca del país, en los terrenos de los Estudios Churubusco, en la esquina de Calzada de Tlalpan y Río Churubusco, en el espacio que hoy ocupa la Escuela Nacional de Arte Teatral, en el Centro Nacional de las Artes.
“Me permito felicitar muy cordialmente a todos los sectores de la industria cinematográfica nacional y desearles que, sin duda, las magníficas instalaciones que hoy se inauguran contribuirán a persuadirnos, en definitiva, que ni como industria, ni como arte, el cine nacional puede permanecer al margen de la búsqueda de las aspiraciones, de los deseos, de mejoramiento de un pueblo que edifica su cultura, que tiene afanes de justicia, que quiere conocer mejor, en medio de los problemas del mundo, sus propios problemas y que espera del cine, también un factor para resolverlos”.
Luis Echeverría Álvarez.
Entonces presidente de México. 17 de enero de 1974.
Este recinto acogió al público cinéfilo que previamente solo contaba con un reducido circuito de cine clubs, privados o universitarios, para el disfrute del cine nacional e internacional, particularmente el experimental o de arte; contó incluso con la apertura de sus autoridades para la difusión de filmes con temáticas polémicas. En esta sede, nacieron eventos como el Foro Internacional de la Cineteca y Cine Móvil, un proyecto de vehículos adaptados con proyectores y sonido para llevar películas a poblaciones fuera de la Ciudad de México sin salas de cine.
“Equipada con los ejemplos más altos de la cinematografía mundial y con las mejores instalaciones técnicas, la Cineteca se convierte hoy en la sede de una portentosa tradición artística donde las jóvenes generaciones de cineastas mexicanos podrán adiestrarse en el complejo y hermoso oficio que han elegido para dar sentido a sus vidas. Lejos de ser un archivo inerte de creaciones declinadas, la Cineteca es la memoria viva del genio y el talento de todos los creadores que hasta el momento han tenido a su cargo la honrosa misión de hacer la historia del cine. Escuela abierta, modelo crítico, estímulo, arquetipo, los anales de la Cineteca surgen hoy para crear el escenario estético donde los jóvenes cineastas mexicanos podrán consolidar su vocación, adquirir destreza a conciencia artística.
La Cineteca es una culminación del arte revolucionario. Su fundación obedece a un largo proceso histórico donde los trabajadores, los artistas y el gobierno han desplegado esfuerzos conjuntos para crear las condiciones indispensables al florecimiento del arte; hoy, varias décadas después de que iniciará la primera filmación mexicana, el cine de nuestro país dispone de un instrumento precioso para desarrollar una vasta tentativa artística capaz de armonizar, en intensidad y consistencia, con el ritmo histórico qué caracteriza el régimen actual”.
Rodolfo Echeverría Álvarez.
Director del Banco Nacional Cinematográfico. 17 de enero de 1974.
Inaugurada el 17 de enero, un día antes de mi cumpleaños, en el año que marca el inicio de mi relación con la UNAM, al ingresar al Colegio de Ciencias y Humanidades, plantel Vallejo, 1974. El edificio tomó la estructura de los estudios 14 y 15 de los Estudios Churubusco. Su fachada fue complementada a la derecha con una gran marquesina para anunciar lo exhibido en el recinto. En la planta baja contó con un vestíbulo aprovechado para montar exposiciones. La primera Cineteca contó con las siguientes instalaciones:
Sala Salvador Toscano, con veinticinco butacas. En honor al pionero del cine en México.
Salón Rojo, con ciento veinte butacas. Su nombre era un tributo a la primera sala cinematográfica de la capital mexicana, inaugurada en septiembre de 1906. Dicho salón se ubicó en el sótano de la extinta Droguería Plateros, en la esquina de Madero y Bolívar, en el Centro Histórico, y marcó un hito en la capital dada la popularidad que tuvo.
Sala Fernando de Fuentes, enorme cineasta, con cuya cinta El compadre Mendoza dio inicio formal las actividades de la Cineteca; con un aforo de quinientas noventa butacas, proyectores para formatos 70, 35 y 16 milímetros y sistema de traducción simultánea inalámbrico.
Biblioteca especializada en cine.
Fototeca con fotogramas (stills) de películas.
Área de exposiciones.
Cuatro bóvedas de seguridad para el almacenaje de películas, con capacidad para 50 mil rollos en 35 milímetros. Contaba con aire acondicionado y un sistema de control de humedad.
Taller de mantenimiento y restauración.
Oficinas de la Dirección General de Cinematografía.
Restaurante.
Librería Eureka, administrada por Véronique Godard, hermana del director Jean-Luc Godard y esposa del cinefotógrafo Alexis Grivas. En aquella maravillosa librería especializada, adquirí, entre otros muchos títulos, por supuesto poco a poco, la monumental Historia documental del cine mexicano, de Emilio García Riera. En aquel entonces, los separadores de libros que obsequiaban en la compra de libros, eran ¡pedazos de película!, sin duda, un regalo original e invaluable.
“Al través de la Dirección General de Cinematografía, se forma la Cineteca Nacional con el objeto que recopile, preserve, restaure, catalogue, conserve y difunda todo el material cinematográfico nacional y aquel producido en el extranjero, que por su calidad e interés histórico o documental lo amerite, y establezca todas aquellas funciones y servicios que ayuden al desarrollo, fomento, estímulo, formación, investigación, creación, cultivo y publicación de la cultura cinematográfica en beneficio de la educación del pueblo.
Para este efecto la Cineteca cuenta con tres salas de exhibición, dos de las cuales estarán permanentemente abiertas al público, y un área de exposiciones; estas salas que se programarán con material de la que es poseedora, siguiendo siempre esquemas didácticos: por directores, temas, estilos, nacionalidades, actores, épocas, géneros, dentro de las posibilidades físicas disponibles y sin olvidar el rico venero, representado por el libre intercambio que debe existir con organismos nacionales e internacionales, de parecidos propósitos y características que le permitan alcanzar la plenitud de sus metas.
Seguros, por otra parte, que el conocimiento sobre estos importantes medios no debe limitarse a la exhibición de películas, la Cineteca Nacional, como un auténtico centro de información abrirá una hemerobiblioteca, con libros y suscripciones a más de 30 revistas y periódicos, con 5,500 volúmenes especializados en cine y televisión, un servicio de información referencial, y se propone, en plazo no lejano, ofrecer al público el funcionamiento de una fonoteca para el estudio de la música de los filmes, que incluya partituras, y de una fototeca para investigadores o simples aficionados.
Dispondrá, además, cada vez en mayor medida, de los aparatos apropiados para el cuidado de las películas y aquellos otros que permitan la visión individual de una cinta con dispositivos de avance y retroceso a la velocidad deseada, que descubran al estudio del cine en cualesquiera de sus ramas, las técnicas cinematográficas de las obras maestras del Séptimo arte.
Concebimos a la Cineteca Nacional como una institución viva, de servicio público y con propósitos ciento por ciento educativos. Intentamos coleccionar en ella y asegurar la preservación de todo el cine nacional y de lo más característico del cine internacional. Cada película es un documento que refleja, o pretende reflejar, el tiempo y el espacio en que se dio y la problemática general de ese tiempo y de ese espacio. La historia de la humanidad, desde el hombre de las cavernas hasta el primero que pisó la luna, está en el cine y el cine muchas veces premonitoriamente se ha adelantado a la misma historia”.
Hiram García Borja.
Director general de cinematografía. 17 de enero de 1974.
El acto inaugural de la cineteca contó con la presencia de representantes del gobierno mexicano y la cultura. Después del evento protocolar, encabezado por el entonces presidente Luis Echeverría, como ya se dijo, se realizó la exhibición de El compadre Mendoza de Fernando de Fuentes.
En su primer año de vida, la cineteca acumuló 1476 títulos, 414 de los cuales ingresaron al acervo en dicho periodo. Una de las películas más vistas en 1974 fue Naranja mecánica, de Stanley Kubrick, que permaneció 153 días en exhibición y fue vista por 153,000 espectadores.
En 1976 se instaló en el mismo predio de la cineteca el Centro de Capacitación Cinematográfica. En 1977 inició la Muestra Internacional de Cine en el recinto, y en 1980 nació el Foro Internacional de la Cineteca. En 1976 la cineteca fue sede del XXXII Congreso de la Federación Internacional de Archivos de Filmes. En 1980 el acervo de la cineteca ascendía a 6215 filmes, de los cuales 4645 eran en formato 35 milímetros y 1570 en 16 milímetros.
En 1976 inició el proyecto social Cine móvil, con camionetas equipadas y modificadas para giras por lugares remotos de México. El programa piloto contempló tres camionetas doble tracción que, tras algunos meses de investigación, fueron adaptadas para cumplir su misión: llevar cine mexicano de calidad a comunidades de difícil acceso o particularmente incomunicadas por vías terrestres, criterio usado en la selección de las locaciones. En la parte superior de las camionetas se montaba una pantalla de acrílico y un sistema especial de espejos permitía que se observaran las imágenes que salían desde el proyector, empotrado en el techo del vehículo. De manera simultánea el equipo recogía imágenes en formato súper 8 para documentar el programa.
Muchas personas de las comunidades nunca habían visto cine. Las camionetas y la documentación, a excepción de un rollo que se encontraba en laboratorio de revelado, se perdieron en el incendio de 1982.
El 24 de marzo de 1982 hacia las tres de la tarde mientras se exhibía La tierra de la gran promesa, de Andrzej Wajda en la sala Fernando de Fuentes, el personal del recinto detectó humo que provenía del sótano. Se dio aviso a los bomberos de los Estudios Churubusco, quienes dieron la orden de evacuar. Cuando salía la gente del inmueble, el fuego alcanzó una de las bóvedas que contenían cientos de filmes de nitrato de plata, lo que provocó una violenta explosión. Al momento del incendio se encontraban unas 900 personas en el inmueble. El fuego se propagó rápidamente, destruyendo casi por completo sus instalaciones. Las salas de exhibición se construyeron encima de las bóvedas que resguardaban miles de latas de rollos fílmicos, hechos con base en nitrato de celulosa rápida y altamente inflamables. Según testigos de los hechos, el fuego se originó en la pantalla de la sala Fernando de Fuentes, en donde permanecían cerca de 700 personas.
El incendio se propagó por todo el inmueble, el cual ardió por un espacio de 16 horas. El interior del recinto registró hasta 2 000 °C por el fuego, fundiendo gran parte de las estructuras metálicas de la construcción, y la violenta explosión provocó daños irreversibles, inutilizando el inmueble.
El documental Los rollos perdidos (2012) de Gibrán Bazán, abordó estos hechos.
El 4 de junio de 1982 se constituyó el Patronato pro-reconstrucción y recuperación de la Cineteca, que, además de la reconstrucción del edificio, localizó y adquirió material fílmico, revisó el inventario de negativos pertenecientes a la cineteca en laboratorios. Acervos públicos como el de Fernando de Fuentes, el de documentales de Miguel Alemán, la colección documental de la Presidencia de la República, los noticieros EMA y el Continental de Demetrio Bilbatúa así como los fondos de Gabriel Figueroa; otros acervos privados como Películas Nacionales S.A. y el Centro Independiente de Películas donaron acervos, así como 46 filmes provistos por el Comité de Cinematografía de la entonces Unión Soviética, con obras de Eiseinstein. Un circuito de recintos fue activado para continuar la exhibición de películas, como la sala del Centro Cultural Universitario de la UNAM, las Pecime I y II y el Cinema Relox.
A partir de 1982 inició la construcción de la nueva sede de la Cineteca Nacional en el complejo Plaza de los Compositores, que ya contaba con cuatro salas, sobre la avenida México Coyoacán, en el antiguo pueblo de Xoco al sur de la ciudad. El nuevo recinto se inauguró el 27 de enero de 1984. Fueron recuperadas 1745 copias.
El centro documental enriqueció sus archivos a 1565 libros, 831 guiones, 2761 publicaciones periódicas y 2722 carteles.
La nueva sede contó inicialmente con cuatro salas con 560 butacas cada una, con un cambio en la manera de programar: una sala proyectaba solo cine mexicano, otra de preestrenos y reestrenos de cine extranjero, la tercera solo de ciclos de cine internacional y la cuarta para ciclos temáticos.
Las salas fueron:
Sala 1. Jorge Stahl
Sala 2. Salvador Toscano
Sala 3. Fernando de Fuentes
Sala 4. Arcady Boytler
Al centro de la Plaza de los Compositores se instaló en 1979 la escultura Cubo de las transmutaciones de Juan Luis Díaz, orientada hacia la Estrella Polar. La obra está basada en la repetición de 8 esculturas geométricas. Dicho elemento fue preservado con la posterior reconstrucción.
En 1990 la cineteca contó 4353 películas resguardadas. En 1992 inició la construcción de las nuevas bóvedas, las cuales fueron hechas bajo los estándares de la FIAF e inauguradas en 1994.
La Cineteca Nacional actualmente es dependiente de la Secretaría de Cultura y forma parte de la Federación Internacional de Archivos Fílmicos (FIAF). Su director es, desde el 2013, el cineasta Alejandro Pelayo Rangel.
En el 2011, iniciaron las obras de remodelación del recinto, denominadas Cineteca Nacional del Siglo XXI, por lo que la actividad de la misma se trasladó a distintas salas de la capital mexicana para no interrumpir actividades de proyección. La renovada sede, inaugurada en 2012, respetó gran parte de la estructura anterior, añadiéndole nuevos edificios la cineteca actual cuenta, desde entonces, con diez salas y una al aire libre, nuevas bóvedas que resguardan el acervo fílmico de la nación con donaciones que iniciaron en 1982 a partir de fondos públicos, privados y de muchas entidades fílmicas del mundo; un laboratorio de restauración digital, la ampliación del centro de documentación, una videoteca, un museo del cine, restaurantes, galería para exhibiciones, tiendas, librerías y oficinas administrativas.
El Proyecto de Cineteca Nacional Siglo XXI 2011 contemplaba la "ampliación, actualización, dignificación e impulso de los espacios apropiados para el desempeño de sus funciones, la promoción de la cultura y el entretenimiento, así como el enriquecimiento de su principal activo: la historia y la actualidad capturada en material fílmico e iconográfico". Dicho proyecto, tuvo un costo total de 387 068 000 pesos mexicanos de entonces,
Durante el transcurso de las obras, la proyección de películas continuó en sedes alternas:
Auditorio del Museo de Arte Carrillo Gil
Sala Luis Buñuel del Centro de Capacitación Cinematográfica
The Movie Company
Auditorio de la Biblioteca José Vasconcelos
Auditorio Alfonso García Robles del Centro Cultural Universitario Tlatelolco
Cine Lido
Sala Molière del Instituto Francés de América Latina
Cine Teresa
Centro cultural del Bosque
Centro Cultural España
Foro Shakespeare
Sala de Arte Cinemex Reforma
Sala Lúmiere
En marzo de 2012 el Conaculta determinó ampliar el proyecto a tres fases, con un costo total de 540 007 000 pesos, que se recuperarán en el 2019. Las acciones a realizar son:
El acervo resguardado en las bóvedas de la cineteca posee más de 15 mil títulos tanto nacionales como internacionales en formatos de16 y 35 milímetros, así como el acervo no fílmico compuesto de 30 mil videos y 330 mil materiales iconográficos relacionados al cine como carteles y fotografías. Otros 38 mil rollos están bajo su resguardo.
La Galería de la Cineteca Nacional es el primer lugar museístico en México destinado al cine. Fue inaugurada en el año 2015 con el objetivo de trascender el patrimonio cinematográfico mexicano y emplearse como un espacio para exposiciones vinculadas con el cine. Con más de 1500 m², cuenta con 4 niveles de exposición y una terraza para elaboración de eventos y actividades al aire libre.
La cineteca cuenta con una actividad constante de publicación de libros especializados en cine nacional e internacional, entre los que se cuentan diccionarios y materiales de referencia del cine mexicano y espacios para la revisión crítica del quehacer fílmico.
Hasta aquí esta historia y sus antecedentes en materia de cine clubs de una instancia fundamental en la vida cultural de nuestro país, la Cineteca Nacional, que, como ya pudo leerse, cumple varios años según sus diferentes etapas, dos de ellos en enero, uno el 17, otro el 27, y como parte de este ejercicio de memoria, por supuesto, apoyado con la gran ayuda de los libros, las películas y, obvio, el internet, recuerdo que antes de que se inaugurara la primera cineteca, cursando la secundaria, afirmaba que mi deseo era ser director de cine, llegado el momento, deseché la idea para dedicarme al periodismo, que me apasiona y me ha permitido estar cerca, muy cerca no solo del cine, al que sigo amando, también al teatro, que comparte con el primero mis gustos y afectos, y, por supuesto, a los libros, las artes plásticas, la danza y todas las manifestaciones artísticas, que, dedico en este momento, al Séptimo Arte.
Y, las dos fuentes que nutrieron una naciente cinefilia, en mi infancia y pubertad, conviven armoniosamente, logro conservar una gran capacidad de asombro y de goce, enriquecida con una visión analítica y critica, aportadas por mi primo Paco y mi abuelo Salvador. Gracias a ambos.
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