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El cine cumple 125 años. Por: Salvador Perches Galván.




El interés del hombre por reproducir gráficamente el movimiento se puede remontar a la prehistoria. En las cuevas de Altamira, consideradas la capilla Sixtina del arte cuaternario, se aprecian pinturas rupestres de jabalíes con ocho patas, esto no fue un error de apreciación de nuestros remotos antepasados, no, su intención fue mostrar a los animales en movimiento.

Oficialmente, el cine nació en París, el 28 de diciembre de 1895, es decir, nuestro joven veterano séptimo arte cumplió 125 años, fecha que, debo reconocer, me fue recordada por el excelente historiador, crítico y autor de invaluables libros y artículos cinematográficos, y sobre todo amigo Eduardo de la Vega, a quien agradezco la efeméride, olvidada por covid, vacunas, decesos, etc. La primera proyección fílmica exhibida al público fue obra de los hermanos Lumière, pero para llegar a ello tuvieron que pasas muchas cosas.


El Lejano Oriente hizo sus aportaciones a esta sucesión de elementos con Las sombras chinas, surgidas por el siglo II a. C.

La historia cuenta que un ministro del emperador Wudi, al salir a pasear un día, se encontró con un niño jugando con un muñeco, cuyo reflejo en el suelo conseguía que el muñeco pareciese vivo. El método se sofisticó y se empezaron a hacer figuras con madera y seda de colores, provocando una ilusión recreada a partir de lámparas de aceite y cortinas. Esto, por supuesto, no es cine, pero si creaciones con vocación cinematográfica. Al igual que La linterna mágica que simulaba el movimiento con imágenes rotativas. La linterna se remonta al siglo XVI, cuando el sacerdote alemán Atanasio Kircher inventó un aparato de imágenes rotativas que simulaba el movimiento y servía para entretener a los niños.

En el siglo XVIII, Gaspard Robert popularizó la proyección pública de imágenes pintadas sobre placas de cristal, que bautizó como Fantasmagories. En el siglo XIX hubo más experimentos con imágenes en movimiento. Uno de los más importantes fue el estroboscopio (1833) de Simon von Stampfer que permitía ver a velocidades muy lentas (o quieto) un objeto que giraba sobre sí mismo.

Para llegar al cine, tuvieron que pasar una sucesión de hallazgos científicos, dos de ellos son su sustento, uno fisiológico, otro mecánico: Uno, la persistencia retiniana, Otro, la fotografía, de los cuales hablaremos mas adelante.

Tanto en Estados Unidos como en Europa, se animaban imágenes dibujadas a mano como forma de diversión, empleando dispositivos que se hicieron populares en los salones de la clase media. Concretamente, se descubrió que, si 16 imágenes fijas con ligeras alteraciones, se hacen pasar sucesivamente en un segundo, la persistencia retiniana las une y da la sensación de estar en movimiento.

El zoótropo que ha llegado hasta nuestros días, consta de una serie de dibujos impresos en sentido horizontal en bandas de papel, colocadas en el interior de un tambor giratorio montado sobre un eje; en la mitad del cilindro, una serie de ranuras verticales, por las cuales se mira, permiten que, al girar el aparato, se perciban las imágenes en movimiento. Algo más elaborado era el praxinoscopio, creación del francés Charles Émile Reynaud, que consistía en un tambor giratorio con un anillo de espejos colocado en el centro y los dibujos colocados en la pared interior del tambor. Según giraba el tambor, los dibujos parecían cobrar vida.

Uno de los primeros avances científicos que llevó directamente al desarrollo del cine fueron las observaciones de Peter Mark Roget, secretario de la Real Sociedad de Londres, que en 1824 publicó un importante trabajo científico con el título de Persistencia de la visión en lo que afecta a los objetos en movimiento, conocida sintéticamente como la persistencia retiniana, es decir, la capacidad del ojo humano para retener imágenes durante fracciones de segundo, después de que quien las observa deja de tenerlas expuestas. Este descubrimiento estimuló a varios científicos a investigar para demostrar el principio.

En aquellos años, William Henry Fox Talbot en el Reino Unido y Louis Daguerre, en Francia, trabajaban en un nuevo descubrimiento que posibilitaría el desarrollo del cinematógrafo: la fotografía, el francés dio origen al daguerrotipo, antecedente inmediato de la fotografía. Hacia 1852, las fotografías comenzaron a sustituir a los dibujos en los artilugios para ver imágenes animadas.

A medida que la velocidad de las emulsiones fotográficas aumentó, fue posible fotografiar un movimiento real en vez de poses fijas de ese movimiento. En 1877 el fotógrafo estadounidense Eadweard Muybridge empleó 24 cámaras para fotografiar el ciclo de movimiento de un caballo en pleno galope.

Un paso relevante hacia el desarrollo de la primera cámara de imágenes en movimiento fue el que dio el fisiólogo francés Étienne Jules Marey, cuyo cronofotógrafo portátil (una especie de fusil fotográfico) movía una única banda que permitía obtener doce imágenes en una placa giratoria que completaba su evolución en un segundo. Hacia 1889, los inventores estadounidenses Hannibal Goodwin y George Eastman desarrollaron tiras de emulsión fotográfica de alta velocidad montadas en un celuloide resistente.

Thomas Alva Edison está considerado como el diseñador de la primera máquina de cine, el kinetoscopio, diseñando un sistema de engranajes, que permite que la película corra dentro de la cámara, e incluso logró, en 1889, una rudimentaria imagen con sonido. El kinetoscopio, patentado por Edison en 1891, tenía unos 15 metros de película en un rollo interminable que el espectador, de forma individual, tenía que ver a través de una pantalla de aumento. El artefacto, que funcionaba depositando una moneda, no puede considerarse, por tanto, un espectáculo público, y quedó como una curiosidad de salón que en 1894 se veía en Nueva York, y antes de finalizar ese año, en Londres, Berlín y París.


Los experimentos sobre la proyección de imágenes en movimiento visibles para más de un espectador se estaban desarrollando simultáneamente en Estados Unidos y en Francia. A pesar de no contar con la gran infraestructura industrial de Edison, los hermanos Louis y Auguste Lumière llegaron al cinematógrafo, invento que era al tiempo cámara, copiadora y proyector, y que es el primer aparato que se puede calificar auténticamente como cine, por lo que la fecha de su presentación pública, el 28 de diciembre de 1895, y el nombre de los inventores, son los que han quedado reconocidos universalmente como los iniciadores de la historia del cine.

Los hermanos Auguste y Louis Lumière patentaron el cinematógrafo el 13 de febrero de 1895. Ese mismo año rodaron sus primeras películas: Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon, Llegada de un tren a la estación de la Ciotat y El regador regado, que, más que películas, eran Vistas así se conocieron aquellas primeras películas, fragmentos en movimiento, mudos testigos de la vida cotidiana, que dieron formalmente inicio a la historia del cine a modo documental.

Uno de sus cortometrajes que más efecto causo, demostrando las posibilidades del nuevo invento, fue Llegada de un tren a la estación de la Ciotat, que mostraba a un tren frontal llegando a la estación. El público asistente, temeroso de que el tren los atropellara, huía de la sala.

En 1896 el ilusionista francés Georges Méliès demostró que el cine no sólo servía para grabar la realidad, sino que también podía recrearla o falsearla. Con estas imaginativas premisas, hizo una serie de películas que exploraban el potencial narrativo del nuevo medio. En un estudio en las afueras de París, Méliès rodó el primer gran filme puesto en escena cuya proyección duró cerca de quince minutos: El caso Dreyfus, 1899 y filmó Cenicienta, 1900, en 20 escenas.

Pero sobre todo a Méliès se le recuerda por sus ingeniosas fantasías como Viaje a la luna, 1902 y Alucinaciones del barón de Münchhausen, en las que experimentaba las posibilidades del trucaje con la cámara de cine.

Sus cortometrajes fueron un éxito inmediato de público y pronto se difundieron por todo el mundo. Aunque hoy en día parecen poco más que curiosidades, son precursores significativos de las técnicas y los estilos de un arte entonces balbuceante.

La primera proyección fílmica fue Salida de los obreros de la fábrica Lumière en Lyon, grabada por los célebres hermanos Lumière, quienes, en un año, produjeron más de 500 películas de no más de un minuto de duración.

A esa primera proyección acudieron apenas 35 personas, pero la voz se corrió muy rápidamente en París y pronto hubo multitudes deseosas de ver el nuevo invento, anunciado como Cinématographe Lumière.

México fue el primer país del continente americano en gozar las maravillas del cinematógrafo, casi un año después de su aparición en París.

Erróneamente, los hermanos Lumière pensaban que el cine era un invento sin futuro, económico, pero aprovecharon todo lo que pudieron su creación para montar un negocio donde se pudiera lucrar. Por esta razón enviaban un cinematógrafo y un operador a donde fuera requerido. Es así que la historia del cine comienza en México; con una petición a los hermanos Lumière, de parte del entonces presidente de la República Porfirio Díaz, para poder apreciar este invento.

Díaz, como es sabido, era amante de lo francés, por lo que tuvo un enorme empeño por afrancesar la ciudad y adoptar todo lo que viniera del galo país. Díaz recibe a Claude Ferdinand Von Bernard y a Gabriel Veyre, dos expertos proyeccionistas enviados por los hermanos Lumière, y el 6 de agosto de 1896 Díaz, su familia y miembros del gabinete presenciaron con sorpresa y fascinación, por primera vez en el país, las imágenes en movimiento que se proyectaron en el Castillo de Chapultepec. El éxito fue inmediato.

El 14 de agosto, el cinematógrafo fue presentado al público en el sótano de la droguería Plateros, en el número 9 de la calle del mismo nombre, actualmente Madero. Años más tarde, este lugar se convertiría en la primera sala de cine del país, el famoso Salón Rojo.

Y esto, es solo el inicio...

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