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Cuando uno va a lo menos, llegas a lo más. Texto y fotos: Salvador Perches Galván.



Para Juan Carrillo y su compañía Los Colochos Teatro, Macbeth se convirtió en Mendoza; Romeo y Julieta ahora son Ramón y Hortensia, Otelo queda en Silencio y El Rey Lear se transforma en Reina. Y podremos disfrutar de estas cuatro obras, que forman parte de una pentalogía shespereana, gracias a la residencia artística que la compañía realiza en el teatro El galeón, a partir del lunes 19 de septiembre.


Los Colochos Teatro es una compañía fundada en 2010, integrada por profesionales del arte escénico y con una línea de trabajo muy definida, que han apostado por un teatro crítico, nacional y de calidad. Entre su repertorio se encuentran las obras El juego de la silla, El enigma del Serengueti y Mendoza, con más de 150 representaciones y 20 giras nacionales e internacionales a distintos encuentros y festivales.

Macbeth es una tragedia acerca de la traición y la ambición desmedida, que ha tenido infinidad de adaptaciones. En el cine destaca, por lo arriesgado de la versión, Trono de sangre, película dirigida por Akira Kurosawa en 1957, una recreación de la tragedia ambientada en el Japón medieval, tan arriesgada como Mendoza, versión mexicana adaptada por Antonio Zúñiga y Juan Carrillo y dirigida por este último.

Fuera de la pentalogía, hay otro Shakespeare para Carrillo: Yo soy Dios, a partir de Ricardo III que formo de un proyecto del Foro Shakespeare, y otro como actor, dirigido por Aline Menassé, en Como te guste. Platicamos con el inquieto y talentoso Carrillo sobre su aproximación al bardo de Avon.

Tengo una fascinación, digamos un poco una obsesión y un montón de preguntas en realidad, no me considero ningún estudioso ni erudito y lo que hago es acercarme a los textos, primero por una necesidad, por supuesto que por un gusto y un placer por los mismos, y por muchas preguntas. La experiencia de Mendoza fue de las primeras en llegar a buen puerto. Todo un proceso.

Y yo traigo una cuestionante con los clásicos. Me parece que hoy en día nos vienen muy bien las relecturas para entender al clásico, en la estructura y en los signos, en los códigos y en las referencias que nos son asequibles el día de hoy.

Empezamos con Mendoza que es Macbeth, haciéndonos esta pregunta: cómo podemos hacer que esta historia que a nosotros como teatreros, como lectores. que nos acercamos de oficio al tema, y que nos apasiona, ¿cómo podemos lograr esa conmoción en un espectador de a pie, a un espectador?. Esa fue la primera pregunta y llegamos a lo que llegamos y ahí he seguido, en la aproximación a Ricardo III, también nos hicimos una serie de preguntas.

Los colochos seguimos con el siguiente proyecto, a partir de Romeo y Julieta, jugamos con esa estructura y quisimos investigar en el contexto indígena, con la lengua indígena. Queríamos una obra que se entendiera, no por las palabras, sino por una serie de cosas como parte de la imposibilidad de llegar al otro, también el idioma.

Yo creo que Shakespeare, como pocos autores que podemos nombrar, es universal y esa universalidad radica no en su forma, sino en su esencia.

Juan Carrillo ha participado como actor en más de 30 montajes y a dirigido casi igual número de puestas en escena profesionales de distinta índole. Entre sus trabajos en dirección se encuentran: Numancia con la Compañía Nacional de Teatro, obra estrenada en el XLIV Festival Internacional Cervantino en Guanajuato; Nacahue: Ramón y Hortensia, con su compañía Los Colochos Teatro, estrenada en el 40 Festival de Teatro Clásico de Almagro, España y Mendoza con la cual a ha participado en alrededor de 20 Festivales Internacionales como el Festival Iberoamericano de Teatro de Bogotá, el Festival Heidelberg Stücketmarkt en Alemania y el Festival Iberoamericano de Teatro de Cádiz en España, entre muchos más.

Este audaz creador arriesga, asumiendo que puede fracasar en el intento, como NO sucedió ni sucede en sus intervenciones shakespereanas.

Mario Eduardo de León es Ramón en Nacahue, que ni se llama Romeo ni se apellida Montesco.

Es una muy libre adaptación de Romeo y Julieta. Acá lo que intentamos hacer es traspalar la situación y lo planteamos geográficamente en la sierra Nayarita. En lugar de haber Montescos y Capuletos, son coras y huicholes. Ramon es cora y Hortensia es huichol.

Otra cosa que también damos es un giro con respecto a la obra original, es que acá no hay familias que se matan por odio, sino que hay comunidades que se matan por miedo y es simplemente porque no se entienden.

En este caso está planteado con personajes que no necesariamente son jóvenes porque ya son de más edad.

Pero la fuerza de los personajes se conserva.

Si claro, es justamente esto, y estos personajes, al igual que en la pieza original, rebasan una barrera: la barrera en la original son los pleitos y el odio entre las familias. Acá lo que rebasan los personajes es la barrera de la incomunicación y empiezan a entenderse y a verse desde otros lados.

La obra no está planteada en un contexto actual, sin embargo, no deja verse bien a bien en que época se trata, a pesar que no hay una situación específica, hay cierta distancia dentro de nuestra racionalidad, que a la vez te aleja y te acerca por las situaciones, y eso es lo que lo vuelve universal, que, de pronto uno puede ver personajes de la sierra Nayarita, lejanos, los indígenas coras y huicholes, y de pronto las situaciones que atraviesan son absolutamente cercanas.

En Ramon y Hortensia creemos que la empatía se da desde la acción y desde lo que va sucediendo, no tanto desde ver al indígena en una situación ni precaria ni desfavorable, no intentamos hacer folclor, simplemente planteamos una situación cercana a lo que nos da pretexto para hablar de estas cosas.

Aunque no son literalmente Romeo y Julieta la esencia de ellos se conserva en esta puesta en escena. El equipo ha intentado rescatar y abrazar del original de Shakespeare la sustancia de la obra, en donde, en el box populi, es una historia de amor, pero realmente es una historia de odio. Cómo el odio y el miedo a lo diferente, a una familia diferente, puede generar una tragedia de este tamaño y que, a la vez, es algo que es tan actual. ¿Cómo nos separan muros, naciones, idiomas, enfermedades, miedos?. El miedo a lo que es diferente a nosotros, a lo que no está en nuestras mismas condiciones. El racismo, es su génesis y por eso es tan terrible.

Juan Carrillo, Te vuelves acercar a Shakespeare con otro clásico, pero aquí no son Romeo ni Julieta, ni son Montesco ni Capuleto.

Así es, son coras y huicholes y son Ramón y Hortensia.

Pero, en esencia, siguen siendo Romeo y Julieta.

Si en eso nos basamos y eso es un poco nuestra inquietud de un proyecto de adaptaciones de Shakespeare que tiene que ver con tomar la esencia y jugar esta esencia de otra manera, con otros contextos, otros discursos y otras imágenes y referentes a un espectador a un público mexicano.

Cuando uno va a lo particular, de manera implícita, llega a lo general. Cuando uno va a lo menos, llegas a lo más, y creo que es una característica probada en los textos de Shakespeare. A uno, no necesariamente le importa si Macbeth es en Escocia, y si Romeo y Julieta es en Verona, porque al final, estamos hablando de relaciones humanas, de vicios y de cuestionamientos filosóficos que van más allá de las geografías, sin embargo, es bueno usarlas, entonces, desde este lugar, nosotros estamos jugando también a ir a lo menos para llegar a lo más, claro.

Ir a tu a tu comunidad para hacerte universal.

Así es. Justo las historias que trascienden es porque son genuinas, porque parten de algo muy, muy puro, de alguien, o de un grupo de personas de una comunidad, de una sociedad. Eso es la inspiración, en mucho sentido, de lo que queremos trabajar, y este proyecto no es la excepción.

Otelo tiene unas preguntas desde la teatralidad, también de un tipo de teatro al que nos queremos acercar, que va de la mano con el espectador.

Con Shakespeare seria inagotable la revisitación.

Claro, creo que esa es la fascinación, esa es la grandeza de esos textos, que se pueden apropiar y queremos apropiárnoslo de una manera, no sé si radical, pero si muy muy particular.

Mendoza es una obra muy probada que sigue madurando, con una filigrana muy interesante. Aunque no lo parezca, todavía nos sigue sorprendiendo, todavía hay que hacer ajustes, trabajar, llega un proceso curiosamente de cosas que atender.

Cuando las obras son nuevas no sucede, cómo volver a reinterpretarnos, a enamorarnos, a revalidar el signo, que la sociedad también cambia, entonces las cosas que nos parecían puntuales en algún momento, ahora ya son distintas. En fin, las obras van cambiando en la medida que la sociedad también va avanzando, entonces estar escuchando ambas cosas implica de un trabajo todavía, ya no de la misma manera, pero seguimos trabajando con ese montaje.

El tema medular de Romeo y Julieta, no es el amor, es el odio, que pasa en un país en el que, de momento, lo que impera es el odio.

A nosotros nos parece muy importante y pertinente eso, incluso aquí estamos dándole esta vuelta, a veces hay odios infundados en otras cosas que, cuando uno les presta atención, resultan absurdas, como el miedo, esto es algo que trabajamos en el original, ese odio es hereditario. De pronto es una imposición familiar, ni siquiera es un odio genuino, es un odio aprehendido. En ese sentido, es un sentimiento impuesto, aquí también queremos jugar con la esencia de eso, pero nos pasa mucho. Yo vi a una señora que le dio la vuelta a un indígena en mi pueblo, porque su aspecto le parecía qué merecía darle la vuelta. El fenómeno me impactó mucho y esa es la génesis de Ramón y Hortensia, entre muchas cosas.

Yo soy de allá, de imágenes de convivencia con algunas personas gracias a una serie de viajes que hicimos a la sierra, convivimos y conocimos a los verdaderos Ramon y Hortensia, estuvimos en su casa platicamos con ellos, nos contaron cosas que, de pronto, fueron las imágenes para un par de escenas, y por supuesto, el trabajo de todo el equipo que se fue sumando.

El resultado es un híbrido de muchas cosas, no podría decirte cuál es el detonador específico, sino una suma de detonadores que iban cayendo. En un principio, en nuestro primer viaje a la Sierra, queríamos encontrar historias de amor y nos dimos cuenta que nuestra idea de proyecto era una necedad, cuando estuvimos ahí viendo esa cultura y esa gente, no somos antropólogos ni queremos, ni pretendemos serlo, fue una visita para observar y para compartir, nos dimos cuenta que ahí había cosas mucho más interesantes que nuestro proyecto teatral, entonces le dimos la vuelta.

Por eso tomamos cosas de su cultura para ver si así entendemos una serie de cosas, los que tenemos que ser rescatados somos nosotros, tenemos que dejar y permitir que eso suceda, y un poco, eso es algo que queremos, encontrar, a nosotros mismos, en ese sentido.

Está genial el hecho de que existan realmente Ramón y Hortensia.

Y no solo eso, el vestuario fue hecho por artesanos nayaritas, se consiguió allá, esta intervenido por la vestuarista para un asunto de efecto teatral, pero en esencia, son originarios de allá. Lo mismo que algunos objetos, las referencias de algunos personajes, como los borrados, lo ubicamos en la semana santa, que se sigue celebrando, y nosotros pudimos participar como espectadores de ese fenómeno, que es una locura. La traducción la hizo Edisa Altamirano Domínguez, que es una chica indígena cora, maestra de la universidad de Nayarit. Hay una serie de implicaciones que, por supuesto, tienen un factor bien importante para que esto se sostenga y que pudiera avanzar.

¿En que se transformaron los terciopelos, las golas, los plomos?

Te cuento una cosa bien bonita, que a nosotros también nos detonó para el trabajo: los borrados, le preguntamos a un señor cora con el que habíamos coincidido en una comida, y platicábamos. Y me dice: “es que yo me borraba cuando era nuevo”. ¿Cómo que cuando eras nuevo?. Se llama asimismo nuevo, cuando era más joven, y los borrados al pintarse se borran así mismos, entonces borran su personalidad y se vuelven seres astrales, unos son estrellas apagadas, y otros son estrellas encendidas, unos tienen motivos negros, y otros motivos blancos, unos corren de noche y otros corren de día. Y toman una especie de brebaje parecido al Sotol, un brebaje natural y corren y corren y corren, y representan una especie de idiosincrasia, y su ideología está mezclada entre lo que era el catolicismo y después de que viene la caída de Jesús, la crucifixión y demás, viene la resurrección y entonces estos, que son como seres paganos, van y se echan al río, y entonces en el río se desborran y vuelven a ser ellos.

Esta imagen de borrarse para jugar a otra cosa desde una ritualidad, nos pareció sumamente teatral y nos pareció que era algo desde la estética misma, y así como eso, hay una serie de elementos que, insisto, entendieron el teatro desde hace mucho.

Los castillos medievales ¿en que se convirtieron?.

Aquí se convirtieron en la sierra, en un pueblo, en un... estamos jugando con que los coras, y esto sí es cierto, los coras son originarios de la parte baja, la que está cerca del mar, los huicholes están en la parte alta, entonces eso ya los pone en una idiosincrasia diferente. Ahorita son pueblos que ya comparten territorio, pero en su momento nacieron como culturas celosas.

Los coras fueron de los últimos en ser conquistados por los españoles, era un pueblo muy, muy guerrero y muy aferrado, estamos jugando con esta idea que los pueblos todavía eran celosos, es un pretexto para la ficción. Y los divide un río, el río es nuestro balcón, en la medida que Ramón viene, nada, y cruza el río para ver a Hortensia. La visita y le lleva tortillas para que esté bien. porque está escondida para que el otro pueblo no se de cuenta, la eche y la maltrate. Es en esas visitas en donde se enamoran, esas escaladas del balcón se volvieron una natación para llegar a la amada, de esa manera estamos jugando con analogías, y los castillos se volvieron llanos y ramas y ríos y las estolas se volvieron ropa huichola, máscaras, sombreros que tienen toda una cosmogonía, y, en esencia, al final hablamos de la identidad, sólo que está identidad es está que quisimos jugar nosotros.

¿Escénicamente todo esto como se representa?

Más que una escenografía, es un dispositivo escénico, Auda Caraza, que es invitada a este proyecto, participó con nosotros en un proceso de investigación bastante ardua, en donde se sentó a ver, a improvisar con los actores, y empezamos a trabajar desde un concepto, hasta encontrar una esencia de ese contexto. Para no hacer el cuento largo, son unos listones que tejen el espacio y que los actores lo van manipulando, como se va tejiendo la misma trama. Entonces son hilos o listones que intervienen el espacio para generar distintas atmósferas, y que hacen una alusión a los tejidos de la artesanía huichola, el colorido de esas culturas, y no hay más escenografía, solo listones que atraviesan el espacio en tres dimensiones y actores que responden a esos acotamientos.

¿Qué tanto hay de Shakespeare en Ramon y Hortensia?

De texto, tal cual, ¡nada!. De pronto hay algunas frases que los shekspereanos podrían encontrar, que detectan. Pero si hay ideas, situaciones, conceptos, relaciones. La esencia de Shakespeare está… la esencia, las estructuras, la muerte de Mercuccio, bueno, no es tal cual, pero sucede la misma situación. Los triángulos de confusión, en fin, en ese sentido está la misma historia, pero contada desde otro lugar, bajo otra mirada, bajo otro contexto.

¿Qué quiere decir Nacahue?.

Nacahue es la madre tierra, es la diosa de la fertilidad, hay varios dioses muy, muy puntuales, como el peyote, como el ojo de Dios, y Nacahue es una deidad que tiene que ver con lo femenino y con la fertilidad, y a nosotros se nos antojaba que también del amor, que al final es la madre tierra la que hace que la vida salga, entonces nos pareció muy bien esa idea, como el venado azul, es otra. En fin, hay una serie de signos y símbolos con los que jugamos aquí, y el título no es la excepción.

Esta obra.

Hablada en español y en náayeri (lengua Cora), Nacahue: Ramón y Hortensia, se estrenó en México con una función especial el 18 de agosto de 2018 en el Teatro de la Ciudad Esperanza Iris.

Los Colochos Teatro es una compañía fundada en 2010, integrada por profesionales del arte escénico y con una línea de trabajo muy definida, que han apostado por un teatro crítico, nacional y de calidad.

Silencio es un proceso experimental que reinterpreta Otelo de William Shakespeare. De esta forma el clásico shakesperiano es traslado al presente y da pie a una narrativa que atraviesa experiencias contemporáneas.

Silencio narra la vida de Othón, un médico sordo que ha logrado grandes éxitos en su carrera profesional. Por una contingencia sanitaria es enviado con su equipo a trabajar al estado de Chiapas, a este viaje le acompaña Daniela, su prometida e intérprete. Cuando llegan a su destino, Othón se verá persuadido por las intrigas de Santiago, su asistente, hombre resentido que quiere subir de puesto a base de mentiras y que alimenta la idea de infidelidad en el celoso Othón. La pareja se verá inmersa en un camino donde el sentido de propiedad, la fidelidad y la opinión pública serán un fuerte acicate con el cual lidiarán, al amparo del sonido de la voz ¿romántica? del Príncipe de la Canción, José José.

Voy a poner cadenas en ti, para que no me engañes, para que no te vayas de mí, en busca de otro amante.

Voy a cerrar las puertas y así, conseguiré guardarte, intentaré que seas feliz, para que no te escapes.

Lo siento mucho mujer, no quiero perderte, estoy amarrado a ti. Compréndelo amor no puedo dejarte ir.

Sé que no soy el mejor, que soy un fracaso, por eso te guardo aquí. Compréndelo amor, compréndelo

Y es que la vida es así. O tú o yo.

Voy a intentar que veas en mí al hombre de tus sueños. Voy a buscar un modo de ser que nunca te de miedo.

Voy a cerrar las puertas y así conseguiré guardarte, intentaré que seas feliz para que no te escapes.

Rafael Pérez Botija

En su concepción, la puesta contó con la asesoría en Shakespeare del catedrático Alfredo Michel Modenessi y de Fabiola Ruíz Bedolla en lenguaje de señas. Luego de más de cinco siglos de ser escrita, la obra cobra gran actualidad en un país en donde los feminicidios son una suerte de epidemia ante la mirada indiferente del gobierno, esta situación ha molestado a algunas personas ante la violencia hacia los dos personajes femeninos que intervienen en la puesta.

Reina, es una adaptación contemporánea de Rey Lear de Shakespeare.

Se trata de una obra que narra la historia de Reina, una antigua estrella de la escena teatral que comete un gran error al repartir la herencia entre sus hijas. Esta anciana apasionada, errante y con el pasado a cuestas, se encierra en su teatro, un lugar que la enfrenta con su locura y sus miedos más profundos. Es en estas circunstancias donde Reina entiende, demasiado tarde, el significado de su vida.

La puesta le habla al desgaste de los años y a la inminencia del final; en ella el público se encuentra con una conciencia que se pregunta por el sentido de la vida y se sumerge en las aguas de la contemplación. La protagonista comprende que llega su último naufragio: la caída suspendida se presenta con todo su peso y los años avanzan con su irremediable voracidad. ¿Será que el tiempo sí lo destruye todo? ¿Cómo reconocer sin temor a la sombra que habita en cada individuo? Estos solamente son un par de los cuestionamientos que oscilan dentro de esta propuesta.

En una sociedad obsesionada con la juventud, tan asustada ante la vejez, se vuelve necesario que el teatro profundice en los goces y pesares de un ser humano que se acerca a la culminación de su ciclo vital.

Esta residencia de Los Colochos Teatro en El Galeón se compone de cuatro obras del repertorio de la compañía. Dos estrenos: Silencio y Reina, y dos remontajes: Mendoza y Nacahue: Ramón y Hortensia serán las puestas en escena que se presentan en durante septiembre y octubre, alternando funciones en el Teatro El Galeón Abraham Oceransky.

Mendoza, bajo la dirección del propio Juan Carrillo y un elenco integrado por Marco Vidal, Mónica del Carmen, Erandeni Durán, Leonardo Zamudio, Martín Becerra, Germán Villarreal, Ulises Martínez, Alfredo Monsiváis, Roam León y Yadira Pérez. Se escenifica hasta el 18 de octubre, los lunes y martes a las 20 horas.

Silencio, adaptación de Juan Carrillo, Mónica Portillo y Martín Becerra, bajo la dirección escénica de Carrillo, con las actuaciones de Erandeni Durán, Leonardo Zamudio, Martín Becerra, Alfredo Monsiváis, Roam León y Yadira Pérez. Se presentó hasta el 2 de octubre.

Nacahue: Ramón y Hortensia, de Juan Carrillo con textos de Marco Vidal. El elenco de esta obra está integrado por Mario Eduardo D’León, Sonia Couoh, Marco Vidal, Erandeni Durán, Ulises Martínez y Yadira Pérez. Sus funciones son del 6 al 16 de octubre, los jueves y viernes a las 20 horas, sábados a las 19 y domingos a las 18 horas.

Del 20 al 30 de octubre se presentará el estreno de Reina, a partir de El rey Lear, de Shakespeare, escrito por Marco Vidal con dirección de Juan Carrillo.

Las actuaciones de esta puesta en escena estarán a cargo de Paloma Woolrich, Marco Vidal, Roam León y Juan Carrillo. Reina ofrecerá funciones jueves y viernes a las 20:00 horas, sábados a las 19:00 y domingos a las 18:00 horas.



El teatro es de todos. ¡Asista!


Absolutamente recomendable.



Residencia de Los Colochos Teatro en El Galeón.

Dirección: Juan Carrillo.

Teatro el Galeón. Centro Cultural del Bosque, a espaldas del Auditorio Nacional. Metro y metrobus Auditorio.

* Las fotografía que ilustran estas líneas, excepto Silencio, corresponden a temporadas pasadas y Reina al work in progress.


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